perfil que habia hecho de Bosch en el brazo del sillon. Continuo caminando. Cuando llego a la puerta de la calle la cerro tras de si.

47

Bosch estaba de pie con los brazos cruzados sobre la barandilla y la cabeza baja. Pensaba en las palabras de McCaleb, tanto en las pronunciadas como en las impresas. Eran como fragmentos de metralla que le lastimaban. Sintio un profundo desgarro en su recubrimiento interior. Era como si algo de dentro lo hubiera agarrado y lo arrastrara a un agujero negro, sentia que estaba ilusionando hacia la nada.

– ?Que he hecho? -susurro-. ?Que he hecho?

Se enderezo y vio la botella en la barandilla, sin etiqueta. La agarro y la lanzo a la oscuridad, todo lo lejos que pudo. Observo su trayectoria, capaz de seguir su vuelo, porque la luz de la luna se reflejaba en el cristal marron. La botella exploto entre la maleza de la colina rocosa.

Vio la cerveza a medio terminar de McCaleb y la agarro. Tiro, el brazo hacia atras con la intencion de lanzar esta botella hasta la autopista. Entonces se detuvo. Dejo la botella de nuevo en la barandilla y entro en la casa.

Agarro el perfil impreso que estaba en el brazo del sillon y empezo a rasgar las paginas. Fue a la cocina, abrio el grifo y puso los pedacitos de papel en el fregadero. Conecto la trituradora y tiro los papelitos por el tubo.

Espero hasta que supo por el sonido que el papel habia quedado reducido a nada. Apago la trituradora y se limito a mirar el agua que corria por el fregadero.

Lentamente, levanto la vista y miro a traves de la ventana de la cocina hacia el paso de Cahuenga. Las luces de Hollywood brillaban, reflejo de las estrellas de todas las galaxias. Penso en toda la maldad que habia ahi fuera. Una ciudad con mas cosas malas que buenas. Un lugar donde la tierra podria levantarse bajo tus pies y tragarte hacia la oscuridad. Una ciudad de luz perdida. Su ciudad. La ciudad de la segunda oportunidad.

Bosch asintio y se doblo. Cerro los ojos, puso las manos bajo el agua y se las llevo a la cara. El agua estaba fria, vigorizante, como pensaba que deberia ser todo bautismo, el inicio de una segunda oportunidad.

48

Todavia olia a polvora quemada. McCaleb estaba de pie en el camarote principal y miro en torno a si. Habia guantes de goma y otros desperdicios esparcidos por el suelo. Habia polvo negro para tomar huellas dactilares por todas partes, encima de cada objeto. La puerta de la sala habia desaparecido y lo mismo habia ocurrido con la jamba, arrancada de la pared. En el pasillo habian quitado un panel entero. McCaleb se acerco y miro el suelo donde el hermano pequeno de Tafero habia muerto a consecuencia de las balas que el habia disparado. La sangre se habia secado y mancharia de modo permanente los listones del suelo. Siempre estaria alli para recordarselo.

Al mirar la sangre, recordo los disparos que habia efectuado; las imagenes de su mente se movian a velocidad mucho mas lenta que la real. Penso en lo que Bosch le habia dicho en la terraza, lo de dejar que el hermano pequeno lo siguiera. Reflexiono sobre su propia culpabilidad. ?Acaso su culpa era menor que la de Bosch? Ambos habian puesto las cosas en movimiento. Por cada accion hay una reaccion equivalente. No te metes en la oscuridad sin que la oscuridad se meta en ti.

– Hacemos lo que tenemos que hacer -dijo.

Subio al salon y miro al aparcamiento a traves de la puerta de cristal. Los periodistas seguian alli, en sus furgonetas. Se habia colado en el barco sin que lo vieran. Habia aparcado su Cherokee en el otro extremo del puerto deportivo y habia tomado prestada una lancha de alguien para llegar hasta el Following Sea. Luego habia trepado a bordo y se habia introducido sin ser visto.

Se fijo en que las furgonetas tenian las torres de microondas preparadas y que cada uno de los equipos estaban listos para el informe de las once. Los angulos de las camaras estaban dispuestos de manera que el Following Sea apareciera una vez mas en todas las tomas. McCaleb sonrio y abrio el movil. Pulso un numero de marcado rapido y contesto Buddy Lockridge.

– Buddy, soy yo. Escucha, estoy en el barco y me voy a casa. Quiero que me hagas un favor.

– ?Vas a irte esta noche? ?Estas seguro?

– Si, esto es lo que quiero que hagas. Cuando oigas que enciendo el Pentas, vienes y me desatas. Hazlo deprisa. Yo hare el resto.

– ?Quieres que te acompane?

– No, estare bien. Coge un Express el viernes. Tenemos salida el sabado por la manana.

– Vale, Terror. He oido en la radio que el mar esta en calma esta noche y que no hay niebla. Pero ten cuidado.

McCaleb cerro el telefono y fue a la puerta del salon. La mayoria de los periodistas y sus equipos estaban ensimismados y no miraban al barco, porque ya se habian asegurado de que estaba vacio. McCaleb abrio la puerta corredera y salio, volvio a cerrarla y subio rapidamente al puente de mando. Descorrio la cortina de plastico que cerraba el puente y se metio. Se aseguro de que los dos aceleradores estaban en punto muerto, conecto el estarter y metio la llave de contacto.

Al girar la llave, el motor de arranque empezo a quejarse ruidosamente. Mirando hacia atras por la cortina de plastico vio que todos los periodistas se habian vuelto hacia el barco. Los motores giraron por fin y McCaleb empujo la palanca del acelerador, revolucionando los motores para un arranque rapido. Miro hacia atras y vio que Buddy venia por el muelle hacia la popa del barco. Un par de periodistas corrian por la pasarela hacia el muelle que tenian detras.

Buddy solto rapidamente los dos cabos de la cornamusa y los lanzo al puente de mando. Sin perder un segundo fue hacia el muelle lateral para alcanzar el cabo de proa. McCaleb lo perdio de vista, pero entonces lo oyo gritar.

– ?Listo!

McCaleb quito el punto muerto y saco el barco de su atraque. Al girar hacia el carril principal miro hacia atras y vio a Buddy de pie en el muelle lateral y a los periodistas detras de el.

Una vez que estuvo lejos de las camaras, descorrio las cortinas y las saco. Soplaba aire frio en el puente de mando. McCaleb avisto las luces intermitentes de las boyas y puso el barco en su camino. Miro hacia adelante, mas alla de las boyas, hacia la oscuridad. No vio nada. Conecto el Raytheon y vio ante el lo que sus ojos no podian distinguir. La isla estaba alli, en la pantalla del radar.

Diez minutos mas tarde, despues de que hubo traspasado la linea del puerto, McCaleb saco el telefono de la chaqueta y llamo a su casa. Sabia que era demasiado tarde y que se arriesgaba a despertar a los ninos. Graciela respondio con una nota de urgencia en su susurro.

– Perdona, soy yo.

– Terry, ?estas bien?

– Ahora si. Voy hacia casa.

– ?Estas cruzando de noche?

McCaleb penso un momento en la pregunta.

– No me pasara nada. Puedo ver en la oscuridad.

Graciela no dijo nada. Tenia una habilidad especial para saber cuando su marido estaba diciendo algo y hablando de otra cosa distinta.

– Enciende la luz de la terraza -dijo el-. La buscare cuando este cerca.

Cerro el telefono y acelero los motores. La proa empezo a levantarse y luego se nivelo. McCaleb paso la ultima boya, veinte metros a su izquierda. Estaba en camino. Una luna creciente estaba en lo alto del cielo y proyectaba una estela resplandeciente de plata liquida para que el la siguiera hasta su hogar. Se aferro con fuerza al timon y penso en el momento en que habia pensado que realmente iba a morir. Recordo corno la imagen de su hija habia

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