que le era conocido.
A su izquierda habia un precipicio y a su derecha el bosquecillo en cuyo claro se encontraba oculto el cacharro.
Malone se detuvo para respirar un poco, confiando en que ya no estaria muy lejos de Brunner y le podria dar alcance en cuestion de minutos.
La confianza de Malone se basaba en que, a diferencia de lo que habia ocurrido en el caso de Shively, a quien Brunner habia esquivado, el seria bien recibido por parte del fugitivo.
Brunner sabia que Malone era su aliado y amigo y le constaba que siempre se habia puesto de su parte. A punto de reanudar su camino, Malone experimento una subita punzada de preocupacion.
Shively le habia indicado que el cacharro se encontraba en su sitio y que Brunner no se habia largado con el. Y, sin embargo, si la teoria de Malone no fallaba, Brunner se habia ocultado algo mas atras, permitiendo que Shively pasara por su lado y comprobara que el vehiculo estaba en su sitio, y esperando a que Shively se diera por vencido y regresara al refugio.
Si la teoria era cierta, tal vez Brunner, emprendiendo de nuevo su huida, hubiera llegado momentos antes hasta el lugar en que se encontraba el cacharro huyendo con este.
En tal caso, resultaria imposible darle alcance yendo a pie, y Malone tendria que abandonar su busqueda. Para asegurarse de que el cacharro estuviera todavia en su sitio, Malone dio la vuelta y se adentro en el bosquecillo de arboles y arbustos.
Una vez en el, avanzando entre el follaje, pudo ver claramente el achaparrado vehiculo bajo su camuflaje de ramas en el mismo lugar en que Yost y Shively lo habian dejado. Malone iba a marcharse aliviado cuando algo le llamo la atencion.
En cierta ocasion habia estudiado las habilidades de los exploradores y rastreadores indios, y todavia recordaba aquello que siempre buscaban los perspicaces ojos de estos.
Podia descubrirse si alguien habia pasado por un lugar antes que tu, aunque no hubiera dejado huellas, si encontrabas alguna roca o piedra removida.
Si esta llevara removida algun tiempo, el sol habria secado la humedad de su parte inferior.
Si la acababan de remover, no habria tiempo de que el sol la hubiera secado y la roca apareceria todavia humeda. Y alli al otro lado, entre los arbustos, Malone pudo distinguir claramente varias piedras que habian sido removidas.
Estaban humedas. Que curioso, penso Malone adentrandose en el bosquecillo. ?Quien habria estado alli? Tal vez Shively buscando a Brunner. Tal vez el propio Brunner. O -se estremecia al pensarlo-otra persona, un desconocido, un intruso.
Malone se dirigio rapidamente hacia el lugar, cuya tierra habia sido hollada recientemente.
Se arrodillo para tocar las humedas piedras y, al hacerlo, sus ojos se posaron en un espectaculo inesperado.
Las suelas de unos zapatos. Avanzando a gatas y aranandose los brazos con las zarzas, Malone llego hasta los zapatos, observo que estaban llenos y jadeo dando un respingo. Se puso en pie sin atreverse a mirar y, al final, se esforzo por hacerlo. Separo los arbustos y descubrio inmediatamente el cuerpo.
Era ni mas ni menos que Leo Brunner, grotescamente tendido boca abajo sobre la tierra. Se observaba un horrible agujero en la espalda de su chaqueta, un agujero del que seguia brotando lentamente la sangre que ya formaba un oscuro circulo congelado alrededor de la herida mortal.
Malone avanzo tropezando como en suenos y se arrodillo para averiguar si su amigo estaba con vida. Giro la rigida cabeza hacia si y vio los ojos ciegos con los globos levantados hacia arriba, la helada boca abierta y la inmovilidad de la muerte.
Malone dejo escapar un sollozo, retrocedio, se puso rapidamente en pie y abandono a toda prisa el bosquecillo en direccion al claro. Leo Brunner habia sido alcanzado a sangre fria por un disparo en la espalda, le habian matado, asesinado.
Temblando a pesar del calor, el primer instinto que afloro en Malone fue el de conservacion, el de hacer lo que Brunner habia intentado hacer, es decir, huir, escapar, dejar a sus espaldas para siempre aquella insensata escena. Pero le impidio hacerlo el recuerdo de Sharon a la que habia dejado encerrada bajo llave en su dormitorio del refugio, el recuerdo de sus humedos labios y de su absoluta confianza en el.
Aquella muchacha a la que amaba tomo jamas habia amado a ninguna, habia depositado su supervivencia enteramente en sus manos, y el habia jurado protegerla y encargarse de que fuera puesta sana y salva en libertad. Penso en ella, sola en el refugio con el monstruo.
Dirigio una vez mas la mirada hacia cl bosquecillo y se estremecio. Aquella pesadilla era autentica y el la estaba viviendo.
Pero tal vez lograra alejarla. Aunque estaba aturdido y sabia que era un cobarde, no tenia mas remedio que regresar a Mas a Tierra.
Dio la espalda al camino, que conducia a Arlington y a la civilizacion y volvio lentamente sobre sus pasos emprendiendo con piernas temblorosas el regreso al escondite.
Dado que la oficina del “sheriff” del condado de Riverside tenia jurisdiccion sobre la zona de las Gavilan Hills, y dado que muchos de sus patrulleros estaban familiarizados con la zona montanosa que rodeaba la presa Mockingbird y el lago Mathews, el capitan Culpepper accedio a que el “sheriff” Varney, de Riverside, se encargara de llevar a la practica lo que ahora se le antojaba la ultima esperanza de hallar con vida a la victima del secuestro.
Poniendo inmediatamente manos a la obra, el “sheriff” Varney reunio gran numero de coches patrullas y ordeno que acudieran a Arlington, a la mayor brevedad posible, todos los vehiculos de reserva que pudieran encontrarse.
Sin perder el tiempo en preambulos, el capitan Culpepper informo a los oficiales y patrulleros acerca de la unica y mas reciente pista de que disponian, y Varney distribuyo entre ellos copias ampliadas de las fotografias del neumatico de nueve surcos Cooper Sixty Paso Rapido, supuestamente analogo a los neumaticos nuevos del cacharro de ir por las dunas utilizado por los presuntos secuestradores.
Armada con aquellas huellas digitales del vehiculo, la flota de vehiculos del “sheriff”, con su luz roja y su luz ambar y la sirena instalada en la capota, con su telefono-radio y su escopeta ajustada a un soporte del pavimento, se distribuyo por las Gavilan Hills en busca de huellas de neumaticos identicas a las de la fotografia.
Ahora que ya habia empezado a ponerse el sol y la luz del dia estaba muriendo, el vehiculo de patrulla numero 34 del departamento del “sheriff” de Riverside se encontraba detenido en el interior del rancho McCarthy con el “sheriff” adjunto Foley al volante, mientras su companero, el investigador Roebuck, regresaba al vehiculo sosteniendo la fotografia en la mano.
Roebuck ascendio al automovil sumido en el desaliento.
– Habia algunas huellas de neumaticos; unas se parecian a las de un jeep y otras a una camioneta de reparto Chevrolet, pero ninguna se parecia a los surcos de este Cooper Sixty.
– Bueno, ?y ahora que? -pregunto el “sheriff” adjunto Foley sin poder disimular su cansancio.
Llevaban mucho rato deteniendose a inspeccionar todos los caminos sin asfaltar, veredas y senderos de la zona sur del lago Mathews, y el unico resultado de sus investigaciones eran sus doloridos musculos y espaldas.
– Creo que podriamos seguir un poco mientras haya luz -repuso Roebuck-. Nos han ordenado recorrer toda la zona desde la confluencia con el Temescal Canyon donde empezamos.
– Pues, adelante -dijo Foley poniendo en marcha el vehiculo y cruzando el rancho McCarthy-.
Yo solia venir mucho por aqui, pero ahora ya he olvidado donde estan los caminos.
– Me parece que hay uno que pasa por la Camp Peter Rock.
– Ah, si -dijo Foley recordandolo-. Aquella choza junto al miembro indio de piedra. Recuerdo que una vez, en mi epoca de adiestramiento, salia con una chiquita, y una noche me la lleve alli para hacerle el amor y comprobar si la estatua conseguia estimularla.
– ?La estimulo?
– Si, pero tras haber visto la roca, al verme a mi se desilusiono. -Ambos se echaron a reir y Foley anadio-: ?Sabes una cosa? Pensandolo bien, aquella chica se parecia un poco a Sharon Fields.
– No hay nadie que se parezca a Sharon Fields -dijo Roebuck sacudiendo la cabeza en gesto de duda-. El Senor la hizo perfecta.
Me enfurezco al pensar que algun sinverguenza haya podido atreverse a ponerle las manos encima. Imaginate,