– Todo no puede ganarse -dijo Shively encogiendose de hombros-. Muy bien, eso ya esta decidido. ?Y ahora que hacemos?

– Hacemos lo que siempre hemos querido hacer -repuso Malone-. Hablamos con ella, procuramos mostrarnos amables y razonar con ella y ganarnos su simpatia.

Creo que podemos establecer un plazo de dos dias. Si la convencemos, habremos conseguido ganarla de una forma civilizada. Si no lo conseguimos, la desatamos, la acompanamos a algun lugar de las cercanias de Los Angeles y la dejamos en libertad intacta. ?De acuerdo?

Todos se mostraron de acuerdo.

– Muy bien, solucionado -dijo Shively levantandose de su asiento y desperezandose. Tomo despues la botella de bourbon-. Bueno, vamos a echar unos tragos y a dormir un poco.

No se vosotros, pero yo estoy deseando acostarme temprano. Me siento agotado. Una buena dormida y manana veremos las cosas con mas claridad. -Mientras se preparaba el trago miro a Malone-. ?Sigues pensando que podremos conseguirlo mediante el poder de la palabra?

– Creo que es posible -repuso Malone muy en serio.

– Pues yo no -dijo Shively con un grunido-. Con esta, no. Ni ahora ni nunca. -Levanto el vaso como para brindar-. Por la democracia y por tu mundo.

Quedate con el. Yo brindo por mi mundo, por el mundo que nos merecemos. Es un mundo mejor. Ya te daras cuenta mas tarde o mas temprano.

Era pasada la medianoche y ella seguia sin poder dormir, atada a la cama y sumida en otra oleada de panico y horror a causa de la situacion en que se encontraba.

En el transcurso de la larga noche, su estado de animo habia oscilado como un pendulo entre un esfuerzo controlado por comprender su situacion y un abandono a un terror mortal, y su reaccion fisica habia oscilado entre una ardiente transpiracion y un sudor frio que la habia dejado totalmente agotada.

Deseaba escapar y ocultarse en la negrura del sueno, pero sin el Nembutal que solia tomarse todas las noches y con las oleadas de terror que experimentaba de vez en cuando, le resultaba imposible conciliar el sueno.

Desde la breve y silenciosa visita que le habian hecho tres horas antes dos de aquellos hombres, el mas corpulento y el mas viejo, no habia sido consciente de que hubiera en la casa mas vida que la suya propia.

La habian desatado, despues le habian atado flojamente las manos por delante y le habian permitido utilizar el retrete.

Le habian ofrecido comida, que ella habia rechazado, y agua, que habia estado a punto de rechazar tambien, pero que despues habia aceptado.

A continuacion le habian vuelto a atar las munecas a los pilares de la cama, desapareciendo rapidamente seguidos de sus amenazas y maldiciones.

Despues le habia parecido escuchar voces confusas desde otra habitacion, pero las voces habian cesado y toda la casa aparecia como cubierta por un velo de siniestro silencio.

El pendulo, interior habia seguido oscilando entre las reflexiones y el helado temor irracional, y ahora estaba volviendo a fluctuar hacia las reflexiones racionales.

Vagaba con sus pensamientos hacia aquella manana, hacia aquella tarde, hacia manana, hacia algunos ayeres.

Solo una vez en su vida, o por lo menos en su vida de persona adulta, se habia encontrado en una situacion parecida. Pero habia sido de mentirijillas.

Se preguntaba, trataba de recordar, si en el transcurso de su infancia, en Virginia Occidental, cuando jugaba a vaqueros e indios o a policias y ladrones con los chicos de la vecindad, la habrian atado a un arbol dejandola abandonada pidiendo socorro hasta que llegaran los demas a rescatarla.

Recordaba vagamente algo de este estilo. Sin embargo, su memoria recordaba con mucha mayor claridad una situacion analoga que se habia producido siendo mayor.

Habia sucedido hacia tres anos, casi estaba segura. La pelicula titulada 'Catharine y Simon' habia sido rodada en Oregon. Se trataba de un episodio veridico de la historia americana, que habia tenido lugar en 1784 en los desiertos fronterizos entre Ohio y Kentucky.

Ella habia interpretado el papel de Catharine Malott, una muchacha capturada por un grupo de shawnees, adoptada por los indios, conducida a su tribu y criada como una doncella india.

Catharine habia oido hablar y habia visto a otra persona igual que ella, Simon Girty, que de nino habia sobrevivido a una matanza que habia tenido lugar en su colonia, siendo posteriormente adoptado por los indios senecas, que le criaron como un seneca, llegando a convertirse mas tarde en un legendario jefe indio defensor de los territorios indios contra los soldados britanicos y estadounidenses.

Su mente cansada se esforzo por recordar la escena y, al final, consiguio encontrarla y encuadrarla.

Escena 72.

Escena panoramica. -La orilla del rio. Un grupo de muchachas indias banandose chapotean, se divierten y empiezan a salir del agua para vestirse.

Escena 73.

Escena de grupo. -Muchachas indias.

Se estan vistiendo. Catharine Malott en primer plano, con chaqueta de cuero y enaguas, calzandose los mocasines. Empieza a frotarse los brazos con grasa de oso contra las picaduras de los insectos. La camara retrocede lentamente y enfoca a una docena de hombres agazapados, todos ellos armados con largos rifles. Empiezan a acercarse a las doncellas.

Escena 74.

Se enfoca a Catharine dirigiendose hacia el bosque.

Aparecen, por todas partes los emboscados estadounidenses. Catharine les ve, se vuelve de cara a la camara y lanza un grito.

Escena 75.

Interior de la cabana. Primer plano.

Catharine tendida de espaldas forcejeando. La camara se aleja y muestra a dos soldados norteamericanos atando a Catharine a la cama.

Primer soldado (al segundo soldado): 'Sera suficiente' (A Catharine): 'No sois vosotras, las mujeres blancas que os habeis unido a ellos, quienes nos importan. Son los renegados como ese salvaje de Girty. Te retendremos aqui hasta que nos digas donde podemos encontrarle'.

Sharon Fields no conseguia recordar lo que sucedia a continuacion. A excepcion de dos cosas.

Al finalizar el rodaje de la escena, el director habia anunciado la pausa del almuerzo, pero, en lugar de desatar a Sharon, la habian dejado atada y se habia ido con los componentes del equipo de rodaje mientras ella les insultaba.

Habia sido una broma porque regresaron al cabo de diez minutos para desatarla. Pero seguia recordando el panico que experimento al observar que se iban y la dejaban atada a la cama.

Era increible que lo recordara. Y mas increible, si cabe, yacer tendida alli sabiendo que la vida habia imitado al arte. Giro la cabeza sobre la almohada y contemplo las dos ventanas encortinadas cerradas con tableros de madera.

Las rendijas entre los tableros solo revelaban oscuridad y le llegaba desde fuera el canto de los grillos. Aquellos tableros de las ventanas contribuian a acrecentar sus temores.

Significaban que aquel descabellado secuestro habia sido planeado de antemano. Habian efectuado preparativos con vistas a su llegada. Volvio a preguntarse quienes serian, que serian, que se propondrian hacer con ella.

Si el mas alto y feo de ellos habia dicho la verdad, se trataba de unos maniacos o pervertidos sexuales.

Y estaban locos, completamente locos, si esperaban que ella accediera de buen grado y se prestara a colaborar. Haber creido en su imagen publica, en la publicidad, haber creido en aquella patrana del simbolo sexual y haber actuado en consecuencia cometiendo aquel horrendo delito, en la suposicion de que ella se mostraria dispuesta a comportarse como la persona que ficticiamente era en la pantalla, eso era lo mas descabellado.

Cuanto hubiera deseado poder dormir. Cuanta falta le hubiera hecho la pildora tranquilizante. Pero sabia que en su actual estado tampoco hubiera ejercido efecto.

Su temor seria mas fuerte que el farmaco. Ademas, durmiendo estaria a su merced y no queria consentirlo.

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