Y el habia dicho que no.

Ahora, en este instante… porque era Navidad, porque el estaba en casa, porque habia sido el momento mas sereno de todos aquellos meses, atestiguando la vision del cielo sobre la Tierra reflejada en aquellos muchos cientos de ojos humanos… en este momento se podria sentir inclinado a decirle a Angela que tal vez… tal vez el fin fuera lo unico importante.

Nunca, nunca estaria seguro.

Se inclino hacia delante y beso a su madre.

– Maravilloso, ?verdad? -dijo el.

– Pensar que he vivido para ver esto, hijo -dijo ella-. Aunque nunca tengamos otro dia como este, tu padre o yo, es suficiente.

– Si, mama -repuso el-. Y feliz Navidad otra vez. Mira, regresa tu a la casa con Clare, el tio Herman, Ed Period y Judy. Tengo un auto arrendado ahi afuera, y yo llevare a papa. Tomaremos el camino largo, como cuando yo era pequeno y el manejaba el coche viejo; ?recuerdas? Pero no nos demoraremos, mama. Llegaremos antes de que se enfrie la comida.

Se volvio a su padre, que estaba apoyado en su baston, encorvo un brazo para pasarselo por el sobaco y darle mas apoyo, y lo condujo hacia el pasillo alfombrado de rojo.

Su padre le sonrio.

– Debemos al Senor nuestros corazones, nuestras almas, nuestro confianza, por Su bondad al revelarse a nosotros en este dia, y por reunimos a todos sanos de cuerpo y espiritu para recibir Su mensaje.

– Si, papa -dijo Randall suavemente, aliviado al ver que su padre hablaba ahora casi con tanta claridad como antes del ataque.

– Bien. Ahora, hijo -dijo el reverendo Nathan Randall con una chispa de su antigua sinceridad-, creo que basta de iglesia por este dia. Sera un placer ir contigo en el auto hasta la casa, como en los viejos tiempos.

Fue como en los viejos tiempos, pero Randall intuyo que ahora era diferente.

El largo recorrido a casa fue por la carretera de tierra y grava, cubierta de nieve fresca, que bordeaba el lago que todos llamaban estanque, y que estaba a solo diez o quince minutos mas que el camino corto a traves del distrito comercial de Oak City.

Randall conducia lentamente para saborear aquel nostalgico interludio.

Ambos se veian divertidos, penso Randall; como dos grandes querubines disecados. En el vestibulo de la iglesia, conscientes de que la temperatura habia descendido y que el brillo del sol, semioculto, era enganoso, se habian arropado con sus abrigos y bufandas, y se habian puesto sus guantes de lana. Y ahora, en el auto arrendado (cuya calefaccion no funcionaba, como era natural), estaban aislados del frio exterior y se sentian a gusto.

Como en tiempos pasados, su padre hablaba, con alguna que otra palabra farfullada por su achaque, pero con una energia reanimada, y Randall se sentia complacido con callar y escuchar.

– Mira el Estanque de Pike -decia su padre-. ?Hay alguna vista natural mas bonita o tranquila en todo el mundo? Siempre le he dicho a Ed Period que a Thoreau le hubiera gustado mas que el Estanque Walden si hubiera venido por aqui. Que bien que no lo hizo. Habriamos padecido para siempre de los turistas dejando sus platos de papel y sus latas de cerveza vacias. Pero ahora todavia esta como cuando tu tenias diez o doce anos. ?Recuerdas aquellos dias, Steven?

– Los recuerdo, papa -dijo tranquilamente Randall mirando hacia el lago, cubierto por el espeso follaje que habia alrededor y que no permitia ver el agua-. Esta helado.

– Helado -repitio su padre-. Siempre que se helaba asi, hasta formarse encima una capa solida de unos quince centimetros de espesor, soliamos venir aqui a pescar en el hielo. ?Te acuerdas, hijo? -no espero la respuesta-. Cada uno hacia varios agujeros en el hielo, hasta llegar al agua clara que habia debajo. Luego poniamos nuestras trampas y lineas; solo cinco por persona, de acuerdo con la Ley. Ha pasado mucho tiempo desde que lo hice por ultima vez. Habia que tomar la vara, hacerle una hendidura en la punta, poner y sujetar la cana metalica en la muesca, con la linea, el anzuelo y el pececillo de cebo en un extremo y la bandera roja en el otro. Plantabamos la cana en el hielo, en la orilla del agujero, y soltabamos en el agua la linea con la carnada. Luego, todos volviamos junto al auto, que estaba estacionado sobre el hielo, o nos ibamos a la orilla, palmoteando las manos para mantener la circulacion, y haciamos un fuego y nos sentabamos alrededor, bromeando y cantando mientras observabamos las banderas. De repente, alla en el Estanque de Pike algo mordia, y una bandera volaba en todo lo alto, y nosotros gritabamos como indios Pieles Rojas y gateabamos por el hielo para ver quien seria el primero en sacar un robalo o un sollo. Tu solias llegar primero, porque ya estabas creciendo y tenias las piernas largas.

Randall lo recordo vividamente, con algo de dolor.

– Deberiamos hacerlo otra vez, papa.

– Ya no. En el invierno no. Hay ciertas cosas que uno ya no debe hacer en el invierno. Pero te dire una cosa: el doctor Oppenheimer dice que estare lo bastante bien como para ir de pesca otra vez cuando el tiempo mejore. Ed Period y yo hablabamos de eso precisamente la semana pasada. Deciamos que ibamos a hacer una gira de pesca por las canadas cuando llegue la primavera. Todavia esta muy bonito por alli.

Hubo otro silencio mientras Randall daba vuelta al volante y se dirigia hacia el estrecho y sinuoso camino que se apartaba del lago.

Despues de un rato, su padre prosiguio hablando:

– Estaba pensando como el pasado nunca se aleja, siempre es parte del presente. Me estaba dando cuenta de como la nueva Biblia ha dado mas relieve y significacion a mi pasado… mi juventud, mi vida con tu madre, mi entrega a Dios… No puedo olvidar ese descubrimiento, ese nuevo evangelio. Tu madre y yo lo hemos leido y releido, por lo menos una docena de veces. Es extraordinaria la revelacion. Jesus cuidando de sus ovejas en la pastura. Jesus de pie ante la tumba de Jose, hablando como El hablo. Nada he oido mas significativo. Aunque uno no fuera creyente, tendria que creer. Tendria que reconocer que el Hijo de Dios esta entre nosotros, y entonces se sentiria mas fuerte. Eso le da sentido a la vida.

– Si se lo da, papa, es que es importante.

– Nada es mas importante, Steven -dijo su padre fervientemente-. Como dijo Coleridge… «Creo a Platon y a Socrates. Creo en Jesucristo.» Te dire en que estaba pensando esta manana en el templo durante el sermon de Tom. Nunca he titubeado en cuanto a mi fe, asi que no entiendas mal lo que te estoy diciendo. Pero he sufrido en los ultimos anos viendo como los jovenes (y no solo ellos, sino tambien sus padres) estaban abandonando la Iglesia y las Sagradas Escrituras. Se estaban volviendo hacia los idolos falsos, hacia lo que la ciencia puede probar, como si la visibilidad fuera lo unico que verifica la verdad, como si la ciencia misma no tuviera abstracciones y misterios. La gente se estaba hartando de lo que podia ver y tocar y, sin embargo, a cada pausa, queria encontrar en la vida un proposito y un significado. ?No crees tu que eso era lo que estaba ocurriendo, hijo?

– Si.

– La gente no podia hallar su respuesta en Dios y en Su Hijo, porque no aceptaba ver a Cristo solamente a traves de la fe, asi que no podia aceptar el mensaje de Uno en quien no creia. Por eso le volvia la espalda a El. Creo que a ti te sucedio, Steven. Y sin duda alguna le ocurrio lo mismo, en mayor o menor grado, a la mayoria de las familias de nuestra parroquia.

– Lo se. Hable de eso con Tom Carey cuando tu estuviste enfermo.

– Bueno, yo en lo personal me siento muy feliz de saber que todo eso ha pasado. En verdad creo que Cristo sabia lo que estaba sucediendo. Por eso El reaparecio en el momento critico. El descubrimiento de Ostia Antica no pudo haber sido casual. Obedecio a una inspiracion divina.

Ostia Antica, penso Randall. No, no habia sido casualidad. Que dificil le iba a resultar hablarle a su padre acerca de aquello.

– Ahora podemos responder, para satisfaccion de todos, a las dos preguntas de nuestro credo -decia su padre-. ?Confesamos que Jesucristo es nuestro Senor y Salvador y prometemos fidelidad a Su Reino? ?Aceptamos y profesamos la fe cristiana tal como esta contenida en el Nuevo Testamento de Nuestro Senor Jesucristo? Aquellos que antes no podian contestar afirmativamente, al fin pueden responder que si. Gracias a Santiago el Justo, hoy pueden responder que si. Para ellos ya hay pruebas visibles del Salvador, segun el criterio cientifico. Para mi, mi juicio egoista ha terminado. Veo a mi iglesia a salvo. Veo a Tom Carey firme otra vez y mi pulpito en buenas manos, habiendole devuelto el respeto. Veo un refugio para los jovenes errantes, como mi nieta Judy, como mi hija Clare. ?No adviertes que han cambiado, Steven?

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