aun, algunos de los ancianos todavia traen sus botellas de perfume, aunque el olor ya ha sido controlado desde hace tiempo. No, senor Randall, a usted no lo enterraran junto a esos cadaveres -Plummer esbozo una sonrisa dentada y concluyo-: Por lo menos, eso es lo que yo creo.

Randall sintio el impulso de hablar acerca de los rufianes que lo habian atacado durante su primera noche en Amsterdam, en un barrio junto al mismo canal que corria mas alla de la Westerkerk, pero decidio no hacerlo.

Se desviaron, alejandose de la enorme puerta oscura tipo espanol que constituia la entrada principal al templo, y caminaron hacia una pequena casita holandesa pintada de verde, cuyas ventanas estaban cubiertas con transparentes cortinas blancas y que estaba junto a la iglesia. Subieron cuatro escalones, hasta una puerta que tenia un letrero que decia: COSTERIJ.

– La entrada principal de la iglesia esta cerrada -explico Plummer-. Esta es la casa del guardian.

La puerta estaba abierta y ambos entraron al vestibulo.

– Permitame averiguar donde se encuentra el dominee -dijo Plummer, continuando hacia dentro de la casa y desapareciendo de vista.

Randall escucho la voz de Plummer y la de una mujer dialogando en holandes, y luego Plummer volvio a aparecer, haciendole senas para que lo siguiera hacia una puerta grande.

– Esta en el templo.

Randall siguio al periodista dentro de la iglesia. El interior era enorme y cavernoso, y solo uno de los cuatro candiles de bronce que colgaban del abovedado techo se hallaba encendido, dejando a oscuras la mayor parte del templo. Salvo por la tira de alfombra roja que cubria el piso entablado a traves del corredor central, formando una cruz con otra tira que se intersecaba en el centro de la iglesia, el recinto daba la impresion de severidad y austeridad. En lugar de bancos, habia hileras de sillas tapizadas con terciopelo verde, unidas entre si para que parecieran como bancos, y todas las filas daban hacia un balcon techado, construido entre columnas de piedra en el centro de este lugar de oracion. Randall supuso que ese era el pulpito, la tribuna del predicador.

Plummer habia estado escudrinando el interior, y ahora senalaba hacia el centro.

– Ahi esta. En la fila delantera, al otro lado del pulpito.

Randall enfoco la mirada y detecto la solitaria figura de un clerigo vestido de negro, encorvado en una silla, con los codos apoyados sobre las rodillas y la cabeza escondida entre las manos.

– Esta meditando -susurro Plummer respetuosamente.

La lejana figura se movio. Irguio la cabeza y se volvio en direccion a ellos, pero la luz era demasiado tenue para que Randall estuviera seguro de que el reverendo los habia visto.

Plummer asio a Randall de un brazo.

– Ya sabe que usted esta aqui. Vamos a esperarlo en su oficina. Solo tardara un momento.

Regresaron al vestibulo de la casa del guardian y subieron una pequena escalera. Arriba habia dos letreros. El de la izquierda decia: WACHT KAMER. El de la derecha decia: SPREEK KAMER.

– La Sala de Espera y la Sala de Audiencias -dijo Plummer, conduciendo a Randall hacia la derecha-. La Sala de Audiencias es la que usa como su oficina. ?Ve usted la luz roja sobre la puerta? Se enciende cuando el dominee no quiere que lo molesten.

La oficina asombro a Randall. A pesar de lo que Plummer le habia dicho, el se esperaba un despacho apropiado para un principe de la Iglesia, internacionalmente conocido. La oficina del senor era modesta y acogedora. Habia una sala con un sofa, una mesita para cafe y dos sillones. Habia una chimenea, un escritorio sencillo, una silla de respaldo recto, una hilera de libros en unos anaqueles, un cuadro con varios escudos heraldicos y una modernista pintura al oleo de La Ultima Cena. Media docena de lamparas iluminaban la oficina.

Randall no quiso sentarse. La tension nerviosa se habia apoderado de el. Le preocupaba que Deichhardt, Wheeler y los otros editores pudieran considerar temeraria esta entrevista. El inspector Heldering, con toda certeza, no la habria permitido. Randall no tenia idea de que tanto sabia su anfitrion acerca de Resurreccion Dos. Era obvio que algo sabia a traves de sus espias, pero ignoraba si De Vroome estaba al tanto del contenido del Nuevo Testamento Internacional o de los detalles del descubrimiento del profesor Monti. Ademas, tenia que prevenirse de la posibilidad de que el dominee intentara hacerlo caer en una trampa. Sintiendose perturbado y arrepentido de haber venido a la guarida del enemigo, Randall se acerco inquietamente a la ventana que estaba cerca del escritorio. En ese instante, la puerta se abrio rechinando y Randall se volvio rapidamente.

El dominee Maertin de Vroome se encontraba parado junto a la puerta acariciando a dos gatitos siameses de color castano.

La estatura y la edad aparente del reverendo asombraron a Randall. Era alto (media por lo menos 1,90 metros) y bastante joven para su posicion (seguramente no tendria mas de cuarenta y cinco o cuarenta y ocho anos). Vestia una larga sotana negra, sencilla y de corte recto. Su cabello era extrano; muy rubio, casi azafran, grueso y largo. Sus facciones eran asceticas y cadavericas, con cejas altas y delineadas, ojos en forma de capucha y de un ingenuo color azul, mejillas hundidas, una boca que apenas denotaba los labios, y una quijada larga y delgada. A pesar de estar cubierto con una sotana, Randall supuso que su cuerpo era musculoso y delgado.

Desde el otro lado del despacho, Plummer balbuceo con zalameria:

– Dominee…. le presento al senor Steven Randall. Senor Randall… el dominee De Vroome.

Con toda informalidad, De Vroome dejo caer los gatos a la alfombra, dio unos pasos adelante, extendio el brazo, y rapida y brevemente estrecho la mano de Randall.

– Bienvenido a la Westerkerk -dijo. Su voz era baja, ronca y vibrante-. Es muy gentil de su parte que haya venido a esta hora. Tratare de no retenerle mucho tiempo. Ya habia oido hablar acerca de usted, por supuesto, y pense que una entrevista seria ventajosa para ambos. Yo sugeriria que se sentara usted en el sofa. Es el lugar mas comodo en toda la habitacion y quiza lo ayude a vencer su resistencia.

«Un tipo interesante -penso Randall, mientras se sentaba en el sofa-. Sereno, cortes, formidable.»

– ?Que le hace pensar que tengo alguna resistencia? -pregunto Randall.

El reverendo De Vroome no respondio. Le hizo una senal a Plummer, indicandole que podia permanecer en la oficina. El periodista se sento nerviosamente en un sillon junto a la libreria y parecio perderse entre los libros. De Vroome echo un vistazo a la cubierta de su escritorio, como para ver si habia algun mensaje. Luego, satisfecho, se acerco a un sillon frente a Randall, se recogio la sotana y se sento. En seguida se dirigio a Randall.

– Supongo que, siendo usted colaborador reciente en Resurreccion Dos (sea cual fuere el significado de ese estupido nombre clave, aunque ya me lo imagino), ha tenido ya referencias acerca de mi persona y de mi postura como enemigo de la ortodoxia religiosa que sus patronos representan. Por lo tanto, estando enterado de solo una de las dos versiones y debido a su lealtad natural para con sus companeros, usted pensara que soy el diablo encarnado. Esta usted alerta. Esta usted oponiendo una comprensible resistencia.

Randall no pudo evitar una sonrisa.

– ?Acaso no lo estaria tambien usted, dominee? Mi negocio es el de guardar un secreto, y el suyo el de tratar de averiguarlo.

Los delgados labios de De Vroome esbozaron una indulgente sonrisa.

– Senor Randall, yo dispongo de otros medios para descubrir el objetivo de Resurreccion Dos, asi como el contenido exacto de la reciente traduccion del Nuevo Testamento. Usted es mi invitado, y no tengo intencion alguna de incomodarlo sondeando aquello que usted ha jurado encubrir.

– Gracias -dijo Randall-. Entonces, ?puedo preguntarle que cosa desea obtener de mi?

– Principalmente, su atencion. El proposito lo sabra pronto. Primero, es vital que usted sepa cual es mi postura y cual la de sus patronos y lacayos. Usted cree saberlo, cuando en realidad lo ignora.

– Tratare de ser receptivo -prometio Randall.

Los huesudos dedos de De Vroome revolotearon por el aire.

– Nadie puede ser totalmente receptivo. La mente de todo el mundo es una selva de prejuicios, tabues, cuentos y mentiras. No pretendo que usted sea tan completamente receptivo como para aceptar todo lo que le voy a decir. Solo le pido que su actitud mental no sea enteramente negativa hacia mi.

– No es negativa -dijo Randall, preguntandose que le podria importar a De Vroome que lo fuera o no.

– Aquello en lo que yo creo, y en lo que millones de personas en todo el mundo creen y que, como yo, aprueban y exigen, es una nueva Iglesia, una que tenga significacion y sea apropiada para la sociedad de hoy y sus necesidades. Esto requiere, de antemano, una nueva comprension de las Escrituras, que deberan leerse a la luz de nuestros conocimientos cientificos y de nuestro progreso. El doctor Rudolf Bultmann, el teologo aleman, fue el

Вы читаете La palabra
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×