recortarle al Inquisidor buena parte de su ventaja.

No era la letra de Teresa Valle, como habia imaginado en un primer momento. Se trataba de la copia realizada por un tercero, probablemente un escribano, de la acusacion original contra la priora, la sentencia condenatoria, su pliego de descargos y la sentencia absolutoria dictada a la vista de este y de las nuevas calificaciones realizadas por diez doctores teologos con motivo de la apelacion.

La acusacion era demoledora: proclamaba la culpabilidad de Teresa, en connivencia con el confesor del convento, respecto de una larga retahila de practicas hereticas y sacrilegas. Segun los inquisidores, ambos habian extendido entre las monjas toda suerte de creencias contrarias al dogma, desde la que sostenia la ausencia de pecado en determinados tratos carnales cuando se hacian con amor a Dios, hasta las que tenian que ver con una reforma de la iglesia de la que el fraile y la priora serian impulsores, tras la muerte del Papa. Ambos la habrian anunciado como una «segunda redencion», de la que once monjas serian apostoles (once, y no doce, para que no hubiera entre ellas un Judas). Junto a las otras veinticinco monjas supuestamente endemoniadas, los dos habrian llevado a cabo reiteradas profanaciones del sacramento de la eucaristia, amen de cometer infracciones del sexto mandamiento tales como caricias, darse la comida masticada en la boca y permitir las religiosas al confesor que les tocase los pechos. Finalmente, a Teresa se la acusaba de fingir un ayuno de treinta dias, para revestirse de un falso aroma de santidad, y de inventarse profecias con el objeto de ganarse el favor de personajes poderosos de la Corte. En particular, al conde-duque de Olivares (no se le mencionaba por su nombre, pero una anotacion al margen revelaba su identidad), cuya desazon por no tener un hijo que lo sucediera era bien conocida, le habria anunciado que Dios le haria pronto la merced de darle la descendencia que ansiaba. Todo ello, segun razonaba el fiscal, venia provocado por el afan de notoriedad y los delirios de grandeza de la priora, que la habian incitado a compartir las herejias del confesor y a prestarse a extenderlas entre sus subditas. Y en cuanto a los demonios que pretendidamente la poseian, tanto a ella como a la mayoria de las monjas (solo cinco decian haberse librado), el autor del escrito acusatorio no los consideraba mas que una burda fabulacion, urdida para tratar de eximirse de la responsabilidad que les tocaba por sus acciones.

Despues de leer semejante alegato, y la breve sentencia que lo confirmaba e imponia la pena, me pregunte como habria hecho la pobre Teresa para defenderse. La papeleta era cualquier cosa menos sencilla, no solo por la contundencia de la acusacion, sino por la abundancia y lo pormenorizado de las imputaciones, que ademas se decian respaldadas por multiples y coincidentes testimonios recogidos por el instructor de la causa entre las propias monjas.

Emprendi la lectura del texto de la priora con una expectacion que ya casi no recordaba ser capaz de experimentar. Gracias al Inquisidor me habia embarcado en un juego que me resultaba a la vez emocionante y absorbente, quiza en contraste con la monotonia que habia dejado que se aduenase de mi existencia. En las peripecias de aquellos seres muertos siglos atras, en las voces que atravesando el tiempo me las traian, tenia la reconfortante sensacion de evadirme de mi propio ser, sin sospechar, todavia, que habia iniciado algo que habia de llevarme hasta sus mas reconditas profundidades.

Pero entonces estaba lejos, como digo, de imaginar adonde me conducirian mis pesquisas. Queria saber lo que el Inquisidor me habia escamoteado durante nuestra conversacion, y con algo muy semejante al placer lei las primeras palabras de Teresa:

A los pies de V.A. bengo compelida de la fuerza de la obediencia, que me obliga a que postrada a ellos suplique se buelba a ver un proceso que contra mi se sentencio el ano pasado de 1630 en este Santo Tribunal… *

A medida que avanzaba en su discurso, comprendi por que el Inquisidor me habia hablado de la inteligencia y de la fuerza de aquella mujer. Y al mismo tiempo adivine por que cuestionaba su inocencia. Yo misma empece a albergar al respecto algunas dudas, mientras sopesaba tanto sus explicaciones como sus silencios, aunque sospeche que no ibamos a estar de acuerdo en como y cuanto habia podido faltar Teresa a la verdad en su memorial. La proxima vez, si es que la habia, estaria en condiciones de discutirlo.

23 de noviembre

Las razones de Teresa

Mientras leia el pliego de descargos de Teresa, fui subrayando los pasajes que me parecian mas significativos. Era un texto largo, de unas cuarenta cuartillas en apretada caligrafia, y se me ocurrio que recurrir a esa vieja tecnica escolar me ayudaria a captar mejor el sentido y los matices de su argumentacion. A veces tenia que releer las frases cuatro y cinco veces antes de entenderlas: a la dificultad que siempre impone descifrar una lengua que no es la propia, se sumaba en este caso la de los abundantes arcaismos, frente a los que comprobe que me encontraba francamente desentrenada. Tampoco faltaban en el vocabulario de la priora los tecnicismos propios de la jerga inquisitorial, con los que tambien habia perdido bastante soltura, asi como con las expresiones relacionadas con el dogma catolico y la vida religiosa. Para terminar de complicarlo todo, la letra del manuscrito era en algunos pasajes poco menos que ilegible.

Me tome el trabajo de pasar a limpio los fragmentos que habia subrayado, para poder releerlos con mas fluidez y hacerme una idea mas precisa de las razones de Teresa. He estado rebuscando en el disco duro del ordenador y he encontrado el fichero con las transcripciones. No son mas que una parte del memorial, aquella que mi particular interes me hizo entresacar del conjunto. Pero he pensado que puede ser util copiarla aqui, para que quien este leyendo esta historia pueda tener una impresion del personaje en su propia voz. De nuevo pido disculpas a quienes no entiendan bien el castellano. No tengo otra excusa para mi descortesia que la pereza.

Habla Teresa Valle:

… E callado y sufrido el deshonor y descredito que V.A. save, pues no a quedado parte del mundo donde no se ha entendido, creyendo lo que permite nuestro Senor por justos juicios suios, por castigos de mis pecados, muy justo y muy menor de lo que ellos merecen. Con este conocimiento no he querido hacer esto en siete anos que ha que se me dio la sentencia, aunque personas muy Sanctas y Doctas me lo ayan aconsejado y cargadome la conciencia en no hacerlo. Ahora a entrado el mandato de mis superiores y, haviendo visto y examinado despacio hasta el menor asomo de las cosas que sucedieron, y viendo la ignorancia y sinceridad que en todo hubo, me mandan con precepto que haga esto y assi, no pudiendo resistirme mas, suplico a V.A. mire con la piedad que siempre se alla en su piadoso pecho esta causa, que ya no por mia sino de Dios me dispongo a bolberla a representar a V.A., con gran constancia de que a de quedar entendida la verdad de lo que sucedio…

… Los deseos que Dios nuestro Senor me dio de que este convento se fundase y las dificultades que tubo, ya habran llegado a oydos de V.A. Con todo, tubo efecto la fundacion, y la orden nos dio un Religioso por prior y vicario, con tanta opinion de letras y virtud que, segun entonces entendia fundada en la informacion que del tenia, no avia otro que se le adelantase. Rendimonos todas las Religiosas y yo a su obediencia, procurando con todas veras no tener resistencia a cosa que nos ordenasse, por estar obligadas a esto por titulo de Prior, confesor y Padre espiritual…

… Aunque viamos algunas acciones a nuestro parecer imprudentes, juzgabamos que no lo eran y que quiza las acia con intencion de probar nuestro rendimiento, siendo estas cosas de poca importancia y no en ninguna que pueda haver reparo en si hera ofensa de Dios…

… Despues de haverse fundado este convento y pasado para ello artos travajos y disgustos, y llegando a profesar contentas de verle ya hecho y deseosas de que llegase a mucha perfeccion, estando descuydadas el dia de la Natividad de nuestra Senora vimos a una Religiosa hacer tales visages, dar tales golpes arrojando las reliquias y imagenes que juzgabamos que estava loca. Llamose al Doctor, fue curandola y a

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