los conductores cuidadosos.

Trato de recordar que habia visto delante en el McDonald's. Tenia la certeza de que estaba alli, grabado en su mente.

Ojala lo recordara. Mientras se esforzaba, tenia la sensacion de que algo en su subconsciente pugnaba por trasmitirle a gritos esa informacion. ?Si lograra escucharla!

Entretanto, cada centimetro de su metro noventa y dos de estatura le advertia que el tiempo se acababa para el nino desaparecido.

Jimmy hervia de impaciencia. ?Que sucedia con todos aquellos coches? Parecian conducidos por ancianas. Hacia media hora que se acercaba a la siguiente salida, y sabia que tenia que abandonar la autopista en aquel preciso instante. Un cartel le indico que faltaban quinientos metros para la salida 41, que llevaba a un pueblo llamado Waterloo.

'Waterloo, buen nombre para el chaval', penso, con una sonrisa satisfecha.

Habia dejado de nevar; pero no estaba seguro de que eso le favoreciera. El aguanieve estaba convirtiendose en hielo, y eso lo obligaba a ir mas despacio aun. Ademas, a los polis que pasaran por alli, buscandolo, les seria mas facil verlo sin nieve.

Paso al carril de la derecha. Al cabo de un minuto saldria de la Thruway. De repente, unas luces rojas de freno se iluminaron en el coche que tenia delante, y Jimmy vio con creciente enfado y frustracion que aquel vehiculo empezaba a colear.

– ?Gilipollas! -chillo-. ?Gilipollas! ?Gilipollas!

Brian se enderezo, con los ojos abiertos de par en par, completamente despierto. Jimmy comenzo a maldecir con una ininterrumpida serie de groserias mientras se percataba de lo ocurrido. Un vehiculo quitanieves, cinco o seis coches mas adelante, acababa de pasarse al carril de salida, y el, de manera instintiva, habia girado el volante del Toyota hacia el carril del centro, esquivando a duras penas al coche que coleaba delante. Mientras adelantaba al quitanieves, se paso la salida.

Dio un punetazo contra el volante. Tendria que esperar hasta la salida 42 para abandonar la Thruway. ?A que distancia estaba?, Se pregunto.

Pero cuando miro por el retrovisor la salida que acababa de saltarse, se dio cuenta de que habia tenido mucha suerte. En la rampa habia un monticulo; por eso el quitanieves habia invadido aquel carril. Si hubiese intentado salir, quiza se hubiera quedado atascado durante horas.

Por fin vio el cartel indicador de que la siguiente salida estaba a diez kilometros. Incluso a esa velocidad, tardaria mas de quince minutos. Noto que los neumaticos se agarraban mejor al asfalto. Seguramente habian limpiado aquel trecho. Jimmy palpo el arma debajo de la chaqueta. ?Debia sacarla y esconderla debajo del asiento?

No, decidio, si un poli trataba de pararlo la necesitaba donde la llevaba. Miro el cuentakilometros parcial. Lo habia puesto a cero al salir. Indicaba que habian recorrido poco mas de cuatrocientos ochenta kilometros.

Aun faltaba bastante, pero el simple hecho de saber que estaba mas cerca de la frontera canadiense y de Paige le producia una sensacion tan excitante que casi la saboreo.

Esa vez le saldria bien, y no importaba que hiciera, no seria tan tonto como para dejarse coger por la bofia.

Noto que el nino se movia a su lado, tratando de acomodarse para volver a dormir. '?Que horror! -penso-. Deberia haberlo abandonado a los cinco minutos de salir. Tenia el coche y el dinero, ?para que lo necesitaba?'

Ansiaba que llegara el momento en que pudiera deshacerse del chico y sentirse a salvo.

El agente Ortiz acompano a Catherine, la madre de esta y Michael a la entrada de la calle Cincuenta de la catedral de San Patricio. Un guardia de seguridad los aguardaba fuera.

– Tenemos asientos para ustedes en la seccion reservada, senora -dijo a Catherine mientras le abria la pesada puerta.

El majestuoso sonido de la orquesta encabezada por el organo y acompanada por el coro llenaba la gran catedral, que estaba repleta de fieles.

Aleluya, aleluya, cantaba el coro.

'Aleluya, aleluya -penso Catherine-. Dios quiera que esta noche termine asi.'

Pasaron junto al pesebre. Las figuras de la Virgen, Jose y los pastores, todas de tamano natural, rodeaban la cuna de heno vacia. Sabia que la imagen del Nino Jesus seria puesta dentro durante la misa.

El guardia de seguridad les mostro los asientos que tenian en la segunda fila del pasillo central. Catherine indico a su madre que pasara primero.

– Tu ponte entre nosotras, Michael -susurro a su hijo, porque ella queria estar en el extremo de la fila, para asi ver cuando se abria la puerta.

– Senora Dornan -dijo el agente Ortiz, inclinandose-, vendre en cuanto tengamos noticias. Si no, cuando la misa termine, el guardia los acompanara y yo estare esperandoles fuera.

– Gracias -respondio Catherine, y se hinco de rodillas.

La musica se transformo en un brioso himno triunfal cuando empezo la procesion: coro, acolitos, diacono, sacerdotes y obispos precedian al cardenal, que llevaba el cayado en la mano.

'Cordero de Dios -rezo Catherine-, ten piedad, ten piedad, salva a mi corderito.'

El inspector jefe Folney, que seguia con la vista clavada en el mapa de la Thruway en la pared de su oficina, sabia que las posibilidades de encontrar a Brian Dornan con vida disminuian con cada minuto que pasaba. Mort Levy y Jack Shore estaban delante de el, al otro lado del escritorio.

– Canada -dijo recalcando la palabra-. Se dirige a Canada, y cada vez esta mas cerca de la frontera.

Acababan de recibir mas noticias de Michigan. Paige Laronde habia liquidado todas sus cuentas bancarias al irse de Detroit. Y, en un arranque de confianza, habia comentado con otra bailarina que habia conocido a un hombre que era un genio en la falsificacion de carnes de identidad.

Segun el informe, habia dicho que, con los papeles que tenia, ella y su novio podian 'desaparecer' sin mas.

– Si Siddons consigue cruzar la frontera… -murmuro Bud Folney, mas para si que para los otros-. ?Se sabe algo de los muchachos de la Thruway? -pregunto por tercera vez en quince minutos.

– Nada, senor-respondio Mort en voz baja.

– Llamalos otra vez. Quiero hablar con ellos personalmente. Cuando se entero por si mismo a traves del supervisor de Chris McNally de que no habia novedad, decidio hablar con McNally.

– Si, como si eso sirviera de mucho… -murmuro Jack Shore a Mort Levy.

Pero antes de que Folney hablara con McNally, entro otra llamada.

– Una buena pista -exclamo un agente que se precipito en el despacho de Folney-. Un policia de trafico ha visto a Siddons y al nino hace una hora en un area de descanso de la Carretera 41, en Vermont, cerca de la desembocadura del White River. Dice que el hombre coincide perfectamente con la descripcion de Siddons, y que el nino lleva una medalla.

– Olvida a McNally -ordeno Folney tajante-. Quiero hablar con el policia que los vio. Ahora mismo. Llama a la policia de Vermont y que pongan controles en todas las salidas hacia el norte del lugar. Por lo que sabemos, es posible que la chica este escondida, aguardandolo en alguna casa de campo, a este lado de la frontera.

Mientras esperaba, miro a Mort.

– Llama a Cally Hunter y cuentale lo que acabamos de saber. Preguntale si Jimmy ha estado alguna vez en Vermont. Si es asi, ?adonde solia ir? Tal vez se dirija a algun lugar en particular.

Brian se dio cuenta de que el coche iba mas deprisa. Abrio los ojos, pero los cerro al instante. Era mas facil seguir tumbado y acurrucado en el asiento, como si estuviese dormido, en lugar de fingir que no estaba asustado cuando Jimmy lo miraba.

Tambien habia oido la radio. Aunque el volumen estaba bajo, oyo lo que decian acerca de que Jimmy Siddons, el asesino de un policia, habia disparado contra un guardian y secuestrado a Brian Dornan.

Su madre les habia leido, a el y a Michael, un libro que se titulaba Secuestrado. Y le habia gustado mucho, pero Michael habia dicho que era una estupidez, que si alguien intentaba secuestrarlo, le daria una patada y un punetazo, y se escaparia.

'Escaparme no puedo', penso Brian. Y estaba seguro de que lo del punetazo no funcionaria con Jimmy. Ojala hubiese podido abrir la portezuela y tirarse del coche, como habia planeado. Se habria hecho un ovillo, igual que

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