debia de haber alguien siguiendolos.

Aparto por un instante la vista del camino y miro a Jimmy. Habia sacado el arma. Sintio que forcejeaba con su cinturon de seguridad y se lo soltaba. Despues paso el brazo por delante de Brian y le abrio la portezuela. Brian sintio una rafaga de aire frio.

Se quedo paralizado de miedo por un momento, pero enseguida se incorporo y se sento muy erguido. Se dio cuenta de que iba a pasar: Jimmy dispararia contra el y arrojaria su cuerpo del coche de un empujon.

Debia huir. Todavia tenia la medalla apretada en la mano derecha. Sintio que Jimmy le clavaba el arma en el costado izquierdo y lo empujaba hacia la portezuela abierta y la calle, que pasaba veloz por debajo del coche.

Se cogio al cinturon de seguridad con la mano izquierda mientras agitaba con fuerza la derecha. La medalla volo, colgada de la cadena, y golpeo a Jimmy en el rostro, justo en el ojo izquierdo.

Jimmy grito, solto el volante e, instintivamente, piso el pedal del freno. Al llevarse la mano al ojo, la pistola se le disparo y la bala silbo junto a la oreja de Brian. El vehiculo, fuera de control, empezo a girar como un trompo.

Se subio al bordillo, entro en un jardin y choco contra un arbusto. Sin parar de girar, arrastro el arbusto por el jardin y volvio al borde de la calzada.

Jimmy maldecia, con una mano en el volante y la otra empunando el arma. Le entraba sangre en el ojo de un aranazo que le cruzaba la frente y la mejilla.

'Vete, vete.' Brian oyo la orden en su cabeza como si alguien se la gritara. En el momento en que una segunda bala le pasaba por encima del hombro, agacho la cabeza, salto por la portezuela y rodo sobre el jardin cubierto de nieve.

– ?Dios mio, el nino esta fuera del coche! -exclamo Chris. Apreto el pedal del freno; el coche patino y se detuvo detras del Toyota-. Se esta levantando. ?Dios mio!

– ?Esta herido? -grito Bud Folney, pero Chris no lo oia. Se encontraba fuera del patrullero y corria hacia el pequeno.

Siddons habia retomado el control del Toyota y daba la vuelta, con la clara intencion de pasarle a Brian por encima. En lo que le parecio una eternidad, pero que solo fueron unos segundos, Chris cruzo el espacio entre el y Brian y levanto al chiquillo en brazos.

El Toyota avanzaba veloz contra ellos, con la portezuela todavia abierta y la luz interior encendida, de modo que la maniaca ira de Jimmy Siddons se veia con claridad.

Chris apreto al nino con fuerza contra su pecho, se lanzo hacia un lado y rodo cuesta abajo por una pendiente nevada mientras las ruedas del Toyota pasaban a pocos centimetros de sus cabezas. Al cabo de un instante, con un espantoso ruido de metal y cristales rotos, el vehiculo arremetio contra el porche de la casa y volco.

Por un momento, solo hubo silencio, y, de repente, el gemido de las sirenas rompio la calma nocturna. Las luces de montones de coches patrulla iluminaron la calle, mientras un enjambre de policias corria para rodear el vehiculo volcado. Chris se quedo unos segundos sobre la nieve, abrazando a Brian, mientras oia la confusion de ruidos. En aquel momento, una vocecita aliviada le pregunto:

– ?Es usted San Cristobal?

– No, pero ahora mismo me siento como si lo fuera, Brian -respondio Chris, emocionado-. Feliz Navidad, hijo.

El agente Manuel Ortiz entro con sigilo por la puerta lateral de la catedral e instantaneamente se encontro con la mirada de Catherine. Sonrio y asintio con la cabeza. Ella se levanto de un salto y corrio a su encuentro.

– ?Esta…?

– El nino esta bien. Viene hacia aqui en un helicoptero de la policia. Llegara antes de que la misa haya acabado.

Ortiz, al ver que una de las camaras de television los enfocaba, levanto la mano e hizo un circulo con los dedos pulgar e indice, un gesto que en ese momento y en el mas especial de los dias, significaba que todo habia terminado bien.

Los que estaban sentados cerca se percataron del cambio y empezaron a aplaudir suavemente. Los demas se volvieron, se pusieron de pie, y, poco a poco, un aplauso se extendio por la gigantesca catedral. Pasaron cinco minutos antes de que el diacono pudiera comenzar a leer el Evangelio de Navidad.

– Y sucedio que…

– Voy a llamar a Cally para contarle lo ocurrido -dijo Mort Levy a Bud Folney-. Senor, se que ella deberia habernos llamado antes, pero espero que…

– No te preocupes. Esta noche no pienso causarle mas problemas. Ha colaborado con nosotros y creo que se merece un descanso -repuso Folney, tajante-. Ademas, la senora Dornan ha dicho que no presentara denuncia contra ella. -Se interrumpio por un instante, despues prosiguio-: Oye, seguro que debe de haber un monton de juguetes que sobran en las comisarias. Di a los muchachos que se ocupen de ello y recojan algunos para la pequena de Cally, y que nos los traigan a su edificio dentro de cuarenta y cinco minutos. Mort, tu y yo iremos a llevarselos. Shore, vete a casa.

Era el primer viaje en helicoptero de Brian, y aunque sentia un cansancio increible, la excitacion no le permitia cerrar los ojos. Era una lastima que el agente McNally -Chris, como le habia dicho que lo llamara- no hubiera podido acompanarlo. Pero el estaba con Brian cuando habian cogido a Jimmy Siddons, y le habia dicho que no se preocupara porque era un sujeto que nunca mas saldria de la carcel. Y despues le habia cogido la medalla de San Cristobal de dentro del coche y se la habia dado.

Mientras el helicoptero descendia, parecia que iban a aterrizar en el mismo rio. Reconocio el puente de la calle Cincuenta y nueve y el tranvia de Roosevelt Island. Papa lo habia llevado una vez a dar una vuelta. De repente se pregunto si el sabia lo que le habia pasado.

Se volvio hacia uno de los policias.

– Mi papa se encuentra en un hospital cerca de aqui. Tengo que ir a verlo. Quiza este preocupado.

– Lo veras pronto, hijo -le dijo el policia, que conocia bien el problema de la familia Dornan-. Pero ahora, tu madre te espera. Esta en la Misa del Gallo, en la catedral de San Patricio.

Cuando el timbre sono en el apartamento de Cally en la avenida B, ella fue hacia la puerta con la resignada seguridad de que iban a detenerla. El detective Levy la habia llamado por telefono para decirle que el y otro agente pasarian por alli. Pero cuando abrio se encontro con dos radiantes Papa Noel, cargados de munecas, juguetes y un cochecito de mimbre, blanco y brillante.

Mientras los miraba, incredula, ellos dejaron los regalos debajo del arbol de Navidad.

– La informacion que nos dio sobre su hermano nos ha resultado muy util -dijo Bud Folney-. El nino Dornan esta bien, y viene de camino a la ciudad. Jimmy va de camino a la carcel. De nuevo se halla bajo nuestra responsabilidad, y le prometo que esta vez no dejaremos que se escape. Espero que, de ahora en adelante, las cosas vayan mejor para usted.

Cally se sintio como si le hubiesen quitado un peso gigantesco de encima.

– Gracias… gracias -apenas alcanzo a susurrar.

– Feliz Navidad, Cally -dijeron a coro Folney y Levy, y se marcharon.

Cuando se hubieron ido, Cally supo que al fin podia irse a la cama, a dormir. La respiracion de Gigi era una plegaria atendida. A partir de entonces la escucharia todas las noches, sin temer que le quitaran otra vez a su pequena. 'Todo ira mejor -se dijo-. Ahora lo se.'

Antes de quedarse dormida, lo ultimo que penso fue que cuando Gigi viera que el enorme paquete con el regalo de Papa Noel no estaba ya debajo del arbol, podria responderle sin mentir que Papa Noel se lo habia llevado.

El himno del final de la misa estaba a punto de empezar cuando la puerta lateral se abrio de nuevo y el agente Ortiz entro. Pero en esa ocasion no iba solo. Se inclino hacia el nino que estaba a su lado y le senalo algo. Antes que Catherine llegara a ponerse de pie, Brian estaba en sus brazos, con la medalla de San Cristobal que llevaba colgada al cuello apretada contra su corazon.

Nada dijo mientras lo abrazaba con fuerza, pero sintio como lagrimas de alivio y felicidad le corrian por las mejillas, y supo que volvia a creer con fe y determinacion que Tom se recuperaria.

Barbara tampoco hablo, pero se inclino y puso la mano sobre la cabeza de su nieto.

Fue Michael quien rompio el silencio con unas palabras de bienvenida.

– Hola, bobo -susurro con una sonrisa.

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