– Pero es curioso.
– ?Que?
– Siempre pense que tu serias el primero en casarte -dijo ella.
– Yo tambien.
– Win, bueno, francamente es mejor no entrar en eso. Pero tu siempre te has enamorado con tanta facilidad, sobre todo de esa bruja de Jessica.
– No la llames asi.
– Como quieras. Tu eras perfecto para el sueno americano: casarte, tener dos coma seis hijos, invitar a los amigos a barbacoas en el patio, todo el rollo.
– Y tu nunca.
Esperanza sonrio.
– ?No fuiste tu quien me enseno lo de
– Vaya, me encanta cuando las profanas os poneis a hablar yiddish.
Esperanza le cogio del brazo.
– Esto puede ser bueno.
– Lo se.
Ella respiro hondo.
– ?Vamos?
– ?Estas nerviosa?
Esperanza le miro.
– Ni un poquito.
– Pues adelante.
Myron la llevo por el pasillo. Creia que seria halagador hacer el papel de su difunto padre, pero cuando entrego la mano de Esperanza a Tom, cuando Tom sonrio y le estrecho la mano, Myron sintio ganas de llorar. Se aparto y se sento en la primera fila.
La boda no fue tanto una mezcla eclectica como una fantastica colision. Win era el padrino de Tom y Big Cyndi la dama de honor de Esperanza. Big Cyndi, la antigua companera del equipo de lucha, media metro noventa y pesaba mas de ciento veinte kilos. Sus punos parecian jamones en lata. Habia dudado mucho sobre su atuendo: un vestido clasico de dama de honor de color melocoton o un corpino negro de piel. Se habia decidido por la calle de en medio: piel de color melocoton con flecos, sin mangas, luciendo unos brazos con unas dimensiones relativas y una consistencia de columnas de marmol de una mansion georgiana. Llevaba el cabello al estilo mohawk y en malva, y en lo alto un adorno de pastel de boda.
Mientras se probaba el… traje, Big Cyndi habia abierto los brazos y dio una vuelta ante Myron. Las mareas de los oceanos habian cambiado de curso y los sistemas solares de sitio.
– ?Que te parece? -pregunto.
– ?Malva y melocoton?
– Es lo ultimo, senor Bolitar.
Siempre le llamaba «senor». A Big Cyndi le gustaba la formalidad.
Tom y Esperanza intercambiaron votos en una iglesia singular. Los bancos estaban adornados con amapolas blancas. El lado del pasillo de Tom iba vestido de blanco y negro: un mar de pinguinos. El lado de Esperanza estaba tan lleno de color que Crayola habria mandado a un explorador. Parecia el desfile de Halloween en Greenwich Village. El organo toco hermosos himnos. El coro canto como los angeles. El escenario no habria podido ser mas sereno.
Sin embargo, para la recepcion, Esperanza y Tom querian un cambio de ritmo. Habian alquilado un club de S amp;M cerca de la Onceava Avenida llamado Leather and Lust. Big Cyndi trabajaba alli de gorila y a veces, a altas horas de la noche, salia al escenario a hacer un numero que los dejaba a todos alucinados.
Myron y Ali aparcaron en un espacio al salir de la West Side Highway. Pasaron frente a King David's Slut Palace, una tienda porno abierta veinticuatro horas. Las ventanas estaban enjabonadas. Habia un gran rotulo en la puerta que decia cambio de propietarios.
– Vaya -dijo Myron senalando el rotulo-. Ya era hora.
Ali asintio.
– Hasta ahora lo han llevado fatal.
Cuando entraron en Leather and Lust, Ali se paseo como si estuviera en el Louvre, mirando las fotos de la pared, observando los aparatos, los trajes, el material para atar. Meneo la cabeza.
– Soy una ingenua sin remedio.
– Sin remedio no -dijo Myron.
– ?Que es eso? -pregunto.
– No tengo ni idea.
– ?A ti te…?
– Oh, no.
– Lastima -dijo Ali. Y despues-: Es broma. Broma broma.
Su relacion progresaba, pero la realidad de salir con alguien con hijos pequenos se estaba imponiendo. No habian pasado toda una noche juntos desde aquella primera. Myron solo habia podido saludar brevemente a Erin y a Jack desde la fiesta. No estaban seguros de cuan rapidos o lentos debian avanzar en su relacion, pero Ali era muy firme en cuanto a que debian proceder lentamente con los chicos.
Ali tuvo que marcharse temprano. Jack tenia que hacer un trabajo para la escuela y ella le habia prometido ayudarle. Myron la acompano fuera, y decidio quedarse a pasar la noche en la ciudad.
– ?Cuanto tiempo estaras en Miami? -pregunto Ali.
– Solo un par de noches.
– ?Te darian ganas de vomitar si te digo que te echare de menos?
– No muy violentamente, no.
Ella le beso suavemente. Myron la observo alejarse, con el corazon acelerado, y despues volvio a la fiesta.
Como ya habia decidido quedarse, se puso a beber. No era lo que se podria decir un gran bebedor - aguantaba la bebida tan bien como una nina de catorce anos- pero esa noche, en aquella maravillosa aunque rara celebracion, se sentia de humor para emborracharse. Win tambien, aunque el necesitaba mas para ponerse ciego. El conac era como leche materna para Win. Apenas se le notaba el efecto, al menos en apariencia.
Esa noche no importaba. La limusina de Win les esperaba fuera. Les llevaria de vuelta a la ciudad.
El piso de Win en el Dakota valia mil millones de dolares y tenia una decoracion que recordaba a Versalles. Cuando llegaron, Win se sirvio un oporto de un precio obsceno, Quinta do Noval Nacional 1963. La botella habia sido decantada varias horas antes porque, como explico Win, debes dar al oporto vintage tiempo para respirar antes de consumirlo. Myron normalmente se tomaba un chocolate, pero su estomago no estaba de humor. Ademas no le daria al chocolate tiempo de respirar.
Win puso la television y vieron
– Vale veinte dolares.
Myron y Win chocaron los cinco en silencio.
– Disfrutamos de la desgracia de los demas -dijo Win.
– Somos penosos -dijo Myron.
– Nosotros no.
– ?Ah, no?
– Es el programa -dijo Win-. Nos ilumina sobre todo lo malo de nuestra sociedad.
– ?Ah, si?
– A la gente no le basta con que su baratija valga una fortuna. No, es mejor, mucho mejor, haberselo comprado barato a un pobre palurdo. Nadie tiene en cuenta los sentimientos del pobre infeliz que vendio su casa en el jardin, al que lo perdio.