– Bien pensado.

– Ah, pero hay mas.

Myron sonrio y se acomodo para escuchar.

– Olvida la codicia un momento -siguio Win-. Lo que realmente nos fastidia es que todos, absolutamente todos, mienten en Antiques Roadshow.

Myron asintio.

– ?Te refieres a cuando el tasador pregunta: «?Tiene idea de lo que vale?»?

– Exacto. Hace esa pregunta cada vez.

– Lo se.

– Y el senor o la senora Corcholis se comportan como si la pregunta les pillara por sorpresa, como si nunca hubieran visto el programa.

– Es un conazo -convino Myron.

– Y luego dicen algo como «Vaya por Dios, no lo habia pensado. No tengo ni idea de lo que vale». -Win fruncio el ceno-. Por favor. Arrastraste tu armario de granito de dos toneladas a no se que centro de convenciones impersonal e hiciste doce horas de cola, pero ?nunca jamas, ni en tus suenos mas alocados, te preguntaste cuanto podia valer?

– Mentira -convino Myron, sintiendose colocado-. Es como lo de «Su llamada es muy importante para nosotros».

– Y por eso -dijo Win-, nos encanta que le den un buen chasco a una mujer como esa. Las mentiras. La codicia. Por lo mismo que nos gusta el panoli de La rueda de la fortuna que sabe la solucion pero siempre apuesta por el ultimo giro y se queda sin nada.

– Es como la vida -pronuncio Myron, acusando la bebida.

– Y que lo digas.

Entonces sono el intercomunicador de la puerta.

Myron sintio que se le apretaba el estomago. Miro el reloj. Era la una y media de la madrugada. Miro a Win. El le devolvio la mirada con placidez. Win seguia siendo guapo, demasiado guapo, pero los anos, los abusos, las noches en vela por violencia o, como esta, por sexo, empezaban a notarse un poquito.

Myron cerro los ojos.

– ?Es una de…?

– Si.

Suspiro y se levanto.

– Ojala me lo hubieras dicho.

– ?Por que?

Ya habian pasado por eso antes. No habia respuesta.

– Es de un sitio nuevo del Upper West Side -dijo Win.

– Si, que practico.

Sin mas palabras Myron se fue a su habitacion. Win abrio la puerta. Aunque le deprimiera mucho, Myron echo un vistazo. La chica era joven y bonita. Dijo «hola» con una animacion forzada en la voz. Win no contesto. Le hizo una senal para que le siguiera. Ella le siguio tambaleandose sobre los altos tacones. Desaparecieron en el pasillo.

Como habia dicho Esperanza, hay cosas que no cambian, por mucho que te gustaria que cambiaran.

Myron cerro la puerta y se echo en la cama. La cabeza le daba vueltas por la bebida. El techo se movia. Lo dejo moverse. Se pregunto si vomitaria. Creia que no. Aparto de su cabeza los pensamientos sobre la chica. Lo consiguio mas rapidamente de lo que solia, un cambio que estaba claro que no era para mejor. No oyo ningun ruido -la habitacion que utilizaba Win (no su dormitorio, evidentemente) estaba insonorizada- y finalmente Myron cerro los ojos.

Recibio la llamada en su movil.

Lo tenia en vibracion. Vibro contra la mesita. Myron se desperto de su duermevela y lo cogio. Se dio la vuelta y la cabeza le dolio. Fue entonces cuando vio el reloj digital de la mesita.

Las 2:17.

No miro el identificador de llamadas y contesto.

– ?Diga? -rugio.

Primero oyo el sollozo.

– Diga -repitio.

– ?Myron? Soy Aimee.

– Aimee. -Myron se sento-. ?Que pasa? ?Donde estas?

– Dijiste que te llamara. -Otro sollozo-. A cualquier hora.

– Claro. ?Donde estas, Aimee?

– Necesito ayuda.

– Vale, no hay problema. Tu dime donde estas.

– Oh, Dios.

– ?Aimee?

– No se lo diras, ?verdad?

El vacilo. Penso en Claire, la madre de Aimee. Recordo a Claire a esa edad y sintio una curiosa punzada.

– Lo prometiste. Prometiste no decirselo a mis padres.

– Lo se. ?Donde estas?

– ?Me prometes que no se lo diras?

– Te lo prometo, Aimee. Pero dime donde estas.

7

Myron se puso unos pantalones de chandal.

Tenia el cerebro un poco nublado. Todavia tenia bebida en el cuerpo. La ironia no se le escapo: habia dicho a Aimee que le llamara porque no queria que subiera a un coche con alguien que habia bebido, y el mismo estaba achispado. Intento concentrarse y juzgar su sobriedad. Decidio que estaba bien para conducir, pero ?no es eso lo que piensan todos los borrachos?

Penso en pedirselo a Win, pero estaba ocupado en otras cosas. Win incluso habia bebido mas, a pesar de su fachada sobria. De todos modos, no debia precipitarse, ?no?

Buena pregunta.

Acababan de pulir el hermoso suelo de madera del pasillo. Myron decidio poner a prueba su sobriedad rapidamente. Camino por una tabla como si fuera una linea recta, como si un policia le hubiera parado. Aprobo, pero la verdad era que Myron, modestia aparte, tenia una gran coordinacion. Probablemente podria pasar esa prueba estando colocado.

En fin, ?que alternativa tenia? Aunque encontrara a alguien que le llevara a esas horas, ?como reaccionaria Aimee si se presentaba con un desconocido? Habia sido el quien le habia hecho prometer que le llamaria si se presentaba aquella situacion, dandole a guardar su tarjeta con sus numeros de telefono. Y, como le habia recordado ella, le habia jurado confidencialidad.

Tenia que acudir el.

Habia dejado el coche en el aparcamiento de la Calle 17. La puerta estaba cerrada. Myron llamo al timbre. El conserje apreto el boton de mala gana y se levanto la puerta.

Myron no era amante de los coches grandes, y por eso seguia conduciendo un Ford Taurus, al que apodaba «Iman de chicas». Un coche le llevaba del punto A al punto B. Nada mas. Mas importante que los caballos de potencia y V6 era tener el mando de la radio al volante, para cambiar de emisora constantemente.

Marco el numero de Aimee en el movil. Ella respondio con una vocecita.

– Diga.

– Voy para alla.

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