– ?Que?

– Por alguna razon elegiria esta casa -dijo Myron.

Cerro la puerta. Se fueron en silencio. Myron miro la verja, hasta que se fue haciendo pequena y, finalmente, como Aimee Biel, desaparecia.

17

Dominick Rochester, el padre de Katie, estaba sentado a la cabecera de la mesa del comedor, sus tres hijos tambien estaban alli, su esposa, Joan, en la cocina, lo cual dejaba dos sillas vacias, la de ella y la de Katie. Dominick mastico la carne y miro la silla, como si la conminara a hacerla aparecer.

Joan salio de la cocina. Llevaba una bandeja de ternera asada. El senalo su plato casi vacio, pero ella ya le estaba sirviendo. La esposa de Dominick Rochester era ama de casa. No era una mujer trabajadora. Dominick no lo habria tolerado.

Gruno un gracias. Joan volvio a su asiento. Los chicos masticaban en silencio. Joan se aliso la falda y cogio el tenedor. Dominick la observo. Habia sido tan hermosa. Ahora tenia los ojos vidriosos y sumisos. Iba permanentemente encorvada. Bebia demasiado durante el dia, aunque creia que el no lo sabia. No importaba. Seguia siendo la madre de sus hijos y no se pasaba de la raya. Asi que lo dejaba estar.

Sono el telefono. Joan Rochester se puso en pie de un salto, pero Dominick le hizo una senal con la mano para que se sentara. Se seco la cara como si fuera un parabrisas y se levanto de la silla. Dominick era un hombre grueso. No gordo. Grueso. Grueso de cuello, hombros, torso, brazos y muslos.

Odiaba su apellido: Rochester. Su padre se lo habia cambiado porque sonaba muy etnico. Pero su viejo era debil, un fracasado. Dominick penso en volver a recuperarlo, pero eso tambien seria senal de debilidad. Como si le preocupara demasiado lo que pensaran los demas. En el mundo de Dominick, nunca se mostraba debilidad. Habian pisoteado a su padre. Le obligaron a cerrar su barberia, se habian burlado de el. Su padre creia estar por encima de todo eso. Dominick no lo creia.

O cortas cabezas o te cortan la tuya. No haces preguntas ni razonas con ellos, al menos al principio. Al principio cortas cabezas. Cortas cabezas y te dejas pelotear hasta que te respetan. Despues razonas con ellos. Les muestras lo dispuesto que estas a tener exito. Les das a entender que no te da miedo la sangre, ni siquiera la tuya. Vas a ganar y sonries a traves de la sangre. Lo cual llama su atencion.

Volvio a sonar el telefono. Miro el identificador de llamadas. El numero estaba bloqueado, pero la mayoria de los que llamaban a su casa no queria que los demas se enteraran de sus asuntos. Todavia masticaba cuando levanto el receptor.

Al otro lado de la linea oyo:

– Tengo algo para ti.

Era su contacto en la oficina del fiscal del condado. Se trago la carne.

– Adelante.

– Ha desaparecido otra chica.

Eso capto su atencion.

– Tambien es de Livingston. La misma edad, la misma clase social.

– ?Nombre?

– Aimee Biel.

El nombre no le decia nada, pero tampoco conocia muy bien a las amigas de Katie. Puso la mano sobre el receptor.

– ?A alguno le suena una chica que se llama Aimee Biel?

Nadie dijo nada.

– Eh, he hecho una pregunta. Es de la edad de Katie.

Los chicos negaron con la cabeza, Joan no se movio. La miro a los ojos. Ella nego con la cabeza lentamente.

– Hay mas -dijo el contacto.

– ?Como que?

– Han encontrado una relacion con tu hija.

– ?Que relacion?

– No lo se. He escuchado conversaciones. Pero creo que tiene que ver con el sitio donde desaparecieron. ?Conoces a un tipo llamado Myron Bolitar?

– ?La antigua estrella del baloncesto?

– Si.

Rochester le habia visto varias veces. Tambien sabia que Bolitar habia tenido algunos tropiezos con alguno de los peores colegas de Rochester.

– ?Que pasa?

– Esta involucrado.

– ?Como?

– Recogio a la chica en el centro de Manhattan. Esa fue la ultima vez que la vieron. Utilizo el mismo cajero que Katie.

Sintio un vuelco en el corazon.

– ?El… que?

El contacto de Dominick le explico que el tal Bolitar habia llevado a Aimee Biel a Jersey, que el empleado de la estacion de servicio les habia visto discutir y que habia desaparecido.

– ?Ha hablado la policia con el?

– Si.

– ?Que ha dicho?

– No creo que mucho. Tenia abogado.

– Tenia… -Dominick sintio que se le encendia la sangre-. Maldito cabron. ?Le han arrestado?

– No.

– ?Por que no?

– No tenian suficiente.

– ?O sea que le han dejado marchar?

– Si.

Dominick Rochester no dijo nada. Se quedo en silencio. Su familia lo noto. Todos se quedaron muy quietos, temerosos de moverse. Cuando finalmente hablo, su voz era tan calmada que la familia contuvo el aliento.

– ?Algo mas?

– Por ahora eso es todo.

– Sigue buscando.

Dominick colgo el telefono. Se volvio hacia la mesa. Toda la familia le observaba.

– Dom… -dijo Joan.

– No era nada.

No sentia la necesidad de explicarse. Eso no les incumbia. Era trabajo suyo encargarse de esas cosas. El padre era el soldado, el que mantenia la vigilancia sobre la familia para que estuviera protegida.

Fue al garaje. Una vez dentro, cerro los ojos e intento calmar su rabia. No lo logro.

Katie…

Miro el bate de beisbol de metal. Recordaba haber leido algo sobre la lesion de Bolitar. Si creia que eso dolia, si creia que una simple lesion de rodilla era dolor…

Hizo algunas llamadas, investigaciones. En el pasado, Bolitar se habia metido en lios con los hermanos Ache, que dirigian Nueva York. Se suponia que era un tipo duro, bueno con los punos, y frecuentaba a un psicopata llamado Windsor No-se-que.

Coger a Bolitar no seria facil.

Pero tampoco seria tan dificil si Dominick conseguia al mejor.

Su movil era de usar y tirar, de los que se compran en metalico con nombre falso y se tiran al cabo de

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