– Lo siento -dijo Joan Rochester.
Myron asintio.
– Lo he intentado.
– Lo se.
Ella se puso de pie.
– ?Se lo va a decir a Dom?
– No -dijo Myron.
– Gracias.
El asintio otra vez. Ella se alejo. Myron se puso en pie y se fue en direccion contraria. Saco su movil y apreto el uno de marcacion rapida. Contesto Win.
– ?Era Katie Rochester?
Ya se esperaba algo asi, que Katie no quisiera colaborar. Estaba preparado. Win entraba en accion en Manhattan, dispuesto a hacer el seguimiento. De hecho era mejor asi. Ella iria directamente a su escondite. Win la seguiria y lo descubriria.
– ?Y ahora?
Eso no era bueno.
– ?Vas detras de ellos?
– Voy para alla.
40
Joan Rochester tomo un trago de la petaca que guardaba bajo el asiento del coche.
Estaba entrando en el jardin. Podia haber esperado a entrar en la casa pero no lo hizo. Estaba aturdida, hacia tanto tiempo que vivia aturdida que no recordaba si alguna vez habia tenido la cabeza realmente despejada. No importaba. Uno se acostumbra. Te acostumbras tanto al aturdimiento que se convierte en lo normal, y seria la cabeza despejada lo que la desconcertaria.
Se quedo en el coche y miro hacia la casa. La miro como si la viera por primera vez. Alli era donde vivia. Sonaba muy simple, pero era asi. Era alli donde transcurria su vida. No era especial. Parecia impersonal. Ella vivia alli. Ella habia ayudado a elegirla. Y ahora que la miraba, se preguntaba por que.
Joan cerro los ojos e intento imaginar algo diferente. ?Como habia llegado aqui? Era consciente de que no habia sucedido de repente. El cambio nunca es espectacular. Eran pequenos cambios, tan graduales como imperceptibles para el ojo humano. Asi le habia sucedido a Joan Delnuto Rochester, la chica mas guapa de Bloomfield High.
Te enamoras de un hombre porque es todo lo que no era tu padre. Es fuerte y determinado y eso te gusta. Te hace volar. No te das cuenta de lo mucho que se esta imponiendo en tu vida, que empiezas a ser solo una extension de el, no una entidad separada o, como suenas, una entidad mas grande, dos que son uno por amor, como en una novela romantica. Cedes en cosa pequenas, despues en otras mas grandes, al final en todo. Tu risa empieza a escasear hasta desaparecer. Tu sonrisa se apaga hasta que es solo una imitacion de la alegria, algo que se aplica como una mascara.
Pero ?cuando habia doblado esa oscura esquina?
No lograba encontrar el punto en la linea temporal. Lo rememoro, pero no podia localizar un momento en que pudieran haber cambiado las cosas. Era inevitable, suponia, desde el dia que se conocieron. No hubo ningun momento en el que hubiera podido enfrentarse a el. No hubo batalla que hubiera podido librar que hubiera cambiado nada.
Si pudiera volver atras en el tiempo, ?se alejaria la primera vez que el le pidio salir? ?Diria que no? ?Cogeria otro novio, como aquel simpatico Mike Braun, que ahora vivia en Parsippany? La respuesta probablemente era que no. Sus hijos no habrian nacido. Los hijos, por supuesto, lo cambian todo. No puedes desear que nada hubiera pasado, porque esa seria la ultima traicion. ?Como podrias seguir viviendo contigo misma deseando que tus hijos no hubieran nacido?
Tomo otro trago.
La verdad era que Joan Rochester deseaba que su marido muriera. Sonaba con ello. Porque era su unica posibilidad de escapar. Ni pensar en esa tonteria de la mujer maltratada que se enfrenta a su hombre. Seria un suicidio. Nunca podria abandonarle. La encontraria, le pegaria y la encerraria. Haria quien sabe que a sus hijos. Se lo haria pagar.
Joan a veces fantaseaba sobre coger a sus hijos y buscar uno de esos refugios para mujeres maltratadas de la ciudad. Pero ?despues que? Sonaba con entregar pruebas al estado contra Dom -las tenia, sin duda- pero ni siquiera Proteccion de Testigos le serviria. El les encontraria. Seguro.
Era esa clase de hombre.
Bajo del coche. Caminaba con paso incierto, pero eso tambien se habia convertido en la norma. Se dirigio hacia la puerta principal. Metio la llave y entro. Se volvio para cerrar la puerta. Cuando se volvio de nuevo, Dominick estaba de pie frente a ella.
Joan Rochester se llevo la mano al corazon.
– Me has asustado.
El se acerco. Por un momento ella creyo que iba a besarla. Pero no era eso. Dominick doblo la rodilla. Su mano derecha se cerro en un puno. Se giro para lanzar el golpe utilizando la fuerza de las caderas. Le clavo los nudillos en el rinon.
Joan abrio la boca en un grito silencioso. Le fallaron las rodillas. Cayo al suelo. Dominick la agarro de los cabellos. La levanto y preparo el puno. Volvio a clavarlo en su espalda, esta vez con mas fuerza.
Ella se deslizo hacia el suelo como un saco de arena.
– Vas a decirme donde esta Katie -dijo Dominick.
Y volvio a golpearla.
Myron estaba en el coche, hablando por telefono con Wheat Manson, su antiguo companero de equipo en Duke, quien ahora trabajaba en la oficina de admisiones como ayudante del decano, cuando se dio cuenta de que le seguian otra vez.
Wheat Manson habia sido un veloz jugador ofensivo de las calles de Atlanta. Lo habia pasado bien en Durham, Carolina del Norte, y nunca habia vuelto a casa. Los dos viejos amigos intercambiaron algunas impresiones rapidas hasta que Myron fue al grano.
– Tengo que hacerte una pregunta un poco rara -dijo.
– No te me ofendas.
– ?Aimee Biel ha sido admitida gracias a mi?
Wheat gimio.
– Necesito saberlo.
– Mira, olvidalo un momento. Necesito que me mandes por fax dos expedientes. El de Aimee Biel. Y el de Roger Chang.
– Es otro estudiante del Livingston High.