geriatricos y bancos. Recaudamos mucho dinero y contratamos a la gente sobre el terreno para que dirija campanas agresivas.

– ?Han trabajado en Mississippi?

– Todavia no. -Barry pulso otro boton y volvio a aparecer Estados Unidos. Los estados de color verde fueron oscureciendose poco a poco hasta volverse negros-o Los estados mas oscuros son aquellos en los que hemos trabajado. Como puede ver, se extienden de costa a costa. Estamos presentes en los treinta y nueve.

Carl probo el cafe y asintio, como si quisiera que Barry siguiera hablando.

– Tenemos cerca de cincuenta empleados aqui, todo el edificio es nuestro, y almacenamos gran cantidad de datos. La informacion es poder, y lo sabemos todo. Revisamos las apelaciones de los estados verdes, conocemos a los jueces de los tribunales de apelacion, su historial personal y profesional, familias, divorcios, quiebras, hasta el ultimo detalle escabroso. Revisamos las decisiones, lo que nos permite predecir el resultado de casi todas las causas que se encuentran en estos momentos en los tribunales de apelacion. Seguimos las asambleas legislativas y estamos al tanto de las leyes que pudieran afectar al derecho civil. Tambien controlamos los procesos civiles importantes.

– ?Que me dice del de Hattiesburg?

– Ah, si. No nos sorprende el veredicto.

– Entonces, ?por que, en cambio, si sorprendio a mis abogados?

– Sus abogados eran buenos, pero no los mejores. Ademas, la demandante llevaba todas las de ganar. He estudiado muchos casos de vertidos toxicos y Bowmore es uno de los peores.

– ?Quiere decir que volveremos a perder?

– Eso creo. Las aguas van a salirse de madre.

Carl miro el oceano y bebio un poco mas de cafe.

– ?Que pasa con la apelacion?

– Depende de quien este en el tribunal supremo del estado de Mississippi. Ahora mismo, hay muchas posibilidades de que el veredicto sea ratificado en una votacion por cinco a cuatro. El estado se ha demostrado notoriamente complaciente con los demandantes durante estas dos ultimas decadas y, como ya sabra, se ha forjado una bien ganada reputacion de ser terreno abonado para los pleitos. Asbesto, tabaco, fentormina, todo tipo de procesos judiciales. A los abogados dedicados a los casos de responsabilidad civil les encanta ese lugar.

– ?Y perdere por un solo voto?

– Mas o menos. El tribunal no siempre es predecible, pero, si, por lo general suelen votar cinco a cuatro.

– Entonces, ?lo unico que necesitamos es un juez de nuestra parte?

– Si.

Carl dejo la taza en la mesa y se levanto de un salto. Se quito la chaqueta, la dejo colgada en el respaldo de una silla y luego se acerco a los ventanales para mirar el oceano. Un carguero se alejaba a lo lejos, lentamente, y lo siguio con la mirada unos minutos. Barry fue dando sorbitos a su cafe.

– ?Tiene algun juez en mente? -pregunto Carl, al fin. Barry volvio a pulsar uno de los botones del mando a distancia. La pantalla se apago y desaparecio en el techo. Se estiro como si le doliera la espalda.

– Tal vez primero deberiamos hablar de negocios -dijo.

Carl asintio y volvio a sentarse.

– Adelante.

– Nuestra propuesta es mas o menos la siguiente: usted nos contrata, el dinero se envia a las cuentas correspondientes y luego le hago entrega de un plan para reestructurar el tribunal supremo del estado de Mississippi.

– ?Cuanto?

– Estariamos hablando de dos tipos de pago. Primero, un millon en concepto de anticipo. Todo adecuadamente documentado. Usted se convertira oficialmente en nuestro cliente y nosotros le proporcionaremos servicios de asesoramiento en el area de relaciones gubernamentales, un termino bastante vago que lo cubre practicamente todo. El segundo pago es de siete millones de dolares y se realiza en un paraiso fiscal. Parte de ese dinero se utilizara para financiar la campana, pero nos lo quedamos casi todo. El primer pago es el unico que constara en los libros.

Carl asentia, sabia muy bien de lo que estaba hablando.

– Por ocho millones me compro mi propio magistrado del tribunal supremo estatal.

– Ese es el plan.

– Ese juez, ? cuanto gana al ano?

– Ciento diez mil.

– Ciento diez mil dolares -repitio Carl.

– Todo es relativo. Su alcalde de Nueva York se gasto setenta y cinco millones para salir elegido para un cargo con cuyo sueldo apenas paga una diminuta fraccion de esa cantidad. Todo es politica.

– Politica -dijo Carl, como si fuera a escupir. Suspiro hondo y se arrellano en su sillon-. Supongo que es mas barato que una sentencia.

– Mucho mas, y habra mas veredictos. Ocho millones es una ganga.

– Hace que parezca muy facil.

– No lo es. Se trata de campanas durisimas, pero sabemos como ganarlas.

– Quiero saber en que se emplea mi dinero. Quiero saber lo fundamental.

Barry se levanto y se sirvio mas cafe de un termo plateado.

A continuacion, se acerco a los magnificos ventanales y se quedo mirando el mar. Carl echo un vistazo a su reloj de pulsera. Tenia un partido de golf a las doce y media en el club de campo de Palm Beach, aunque tampoco le preocupaba demasiado. Era un golfista social que solo jugaba porque era lo que se esperaba de el.

Rinehart apuro su taza y regreso al sillon.

– Senor Trudeau, lo cierto es que en realidad no desea saber en que se emplea su dinero. Lo que quiere es ganar. Lo que quiere es una cara amiga en el tribunal supremo estatal para que, cuando se falle el caso Baker contra Krane Chemical dentro de dieciocho meses, este seguro del resultado. Eso es lo que quiere yeso es lo que tendra.

– Por ocho millones, eso espero, desde luego.

Tiraste dieciocho kilos en una birria de escultura hace tres noches, penso Barry, aunque no se atrevio a decirlo en voz alta. Tienes tres jets privados que te cuestan cuarenta millones cada uno. La «restauracion» de los Hamptons te va a costar un minimo de diez millones. Yesos son solo algunos de tus caprichos. Aqui estamos hablando de negocios, no de caprichitos. El dossier que Barry tenia sobre Carl era mucho mas grueso que el de Carl sobre Barry. Aunque, para ser justos, el senor Rinehart intentaba por todos los medios no llamar la atencion mientras que el senor Trudeau se desvivia por atraerla.

Habia llegado el momento de cerrar el trato, asi que Barry continuo presionandolo, aunque con suavidad.

– Mississippi celebrara las elecciones judiciales de aqui a un ano, en noviembre. Tenemos mucho tiempo, pero no debemos malgastarlo. El momento elegido es inmejorable, podemos considerarnos afortunados. Mientras nosotros nos damos de tortas durante la campana del ano que viene, el caso avanza, lento pero seguro, a lo largo del proceso de apelacion. Nuestro nuevo hombre tomara posesion del cargo al cabo de un ano contando desde enero y, unos cuatro meses despues, llegara a sus manos el caso Baker contra Krane Chemical.

Por primera vez, Carl vio al vendedor de coches aunque no le importo lo mas minimo. La politica era un negocio sucio y los ganadores no siempre eran los mas honrados precisamente. Habia que ser un poco maton para sobrevivir.

– Mi nombre no puede verse comprometido -dijo, muy serio.

Barry sabia que acababa de embolsarse otra bonita suma.

– Eso es imposible -dijo, con una sonrisa forzada-. Tenemos cortafuegos por todas partes. Si alguno de los nuestros se sale del guion o comete un error, hacemos que sea otro quien pague los platos. Troy-Hogan jamas se ha visto ni remotamente comprometida. y si no pueden cogernos a nosotros, ya puede estar seguro de que es imposible que den con usted.

– Nada de papeleo.

– Solo para el pago inicial. Despues de todo, somos una empresa legitima de consultoria y relaciones

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