y el jurado lo miraba indignado mientras el juez Harrison decia algo sobre el perjurio. Estaba agotado, humillado, casi fuera de si y le falto muy poco para saltar a sus pies, dirigirse al jurado y confesar: «Quereis la verdad, yo os la dare. Vertiamos tanta mierda en esos barrancos que es un milagro que el pueblo no haya saltado por los aires. Vertiamos litros a diario, DeL, cartolyx, aklar, cancerigenos de grupo 1, vertiamos cientos de litros de vertidos toxicos directamente en el suelo. Los vertiamos con cubos, cubas, barriles y bidones. Los vertiamos de noche y a plena luz del dia. Si, por supuesto, almacenabamos parte en bidones verdes y sellados y pagabamos un dineral a una compania especializada para que se los llevara. Krane acataba la ley. Le besaba el culo a la Agencia de Proteccion del Medio Ambiente. Habeis visto todo el papeleo, todo esta en regla. Como si fuera legal. Mientras los de las camisas almidonadas de la oficina rellenaban formularios, nosotros estabamos en los pozos enterrando el veneno. Era mas facil y mas barato verterlos donde fuera. ?Y sabeis que? Esos gilipollas de la oficina sabian muy bien lo que nosotros estabamos haciendo ahi fuera». Llegado ese momento, senalaria a los ejecutivos de Krane con el dedo ya sus abogados. «?Ellos lo encubrieron todo! y os estan mintiendo. Todo el mundo miente.»
Buck lanzaba el mismo discurso en voz alta mientras conducia, aunque no todas las mananas. Le resultaba extranamente reconfortante pensar en lo que podria haber dicho en vez de en lo que hizo. Un pedazo de su alma y la mayor parte de su hombria se habian quedado en esa sala del tribunal. Descargarse en la intimidad de su enorme camion le resultaba terapeutico.
Sin embargo, conducir hasta Bowmore, no. No era de alli y nunca le habia gustado el pueblo. Cuando perdio el trabajo, no le quedo mas remedio que irse.
Cuando la carretera se unio con Main Street, doblo a la derecha y continuo cuatro manzanas. Habian bautizado el punto de distribucion con el nombre de «tanque municipal». Se encontraba justo debajo del antiguo deposito de agua, una reliquia abandonada y deteriorada, con unas paredes interiores de metal que el agua de la ciudad habia corroido. Un enorme deposito de aluminio era el que en esos momentos hacia las veces de deposito para el pueblo. Buck aparco el camion cisterna junto a una plataforma elevada, apago el motor, se metio el arma en el bolsillo, bajo del vehiculo y se dispuso a cumplir su cometido: descargar la cisterna en el deposito, una faena que le llevaba una media hora.
Los colegios, los comercios y las iglesias del pueblo se abastecian del agua del deposito. Aunque en Hattiesburg podia beberse agua sin problemas, en Bowmore todavia sentian un gran recelo. Las tuberias que la distribuian eran, casi todas ellas, las mismas por las que habia pasado el agua anterior.
Una hilera constante de vehiculos visitaba el deposito durante todo el dia. La gente llevaba todo tipo de tazas de plas
Los que podian permitirselo, contrataban el abastecimiento con suministradores privados. El agua era una batalla diaria en Bowmore.
Seguia siendo de noche mientras Buck esperaba a que se vaciara la cisterna. Se sento en la cabina del camion, con la calefaccion encendida, la puerta cerrada y la pistola a un lado. Habia dos familias en Pine Grove en las que pensaba todas las mananas mientras esperaba. Familias duras, con hombres que habian estado en el ejercito. Familias numerosas con tios y sobrinos. Ambas habian perdido un crio por culpa de la leucemia. Ambas habian interpuesto una demanda.
Y todos sabian muy bien que Buck era un mentiroso de tomo y lomo.
Ocho dias antes de Navidad, las partes enfrentadas se reunieron por ultima vez en la sala del tribunal del juez Harrison. La vista estaba destinada a atar los cabos sueltos y, sobre todo, a discutir las peticiones posteriores al juicio.
Jared Kurtin parecia en forma y bronceado despues de haberse pasado dos semanas jugando al golf en Mexico. Saludo a Wes calurosamente e incluso consiguio sonreirle a Mary Grace, que le dio la espalda y se puso a charlar con Jeannette, que seguia pareciendo demacrada y acongojada, aunque al menos no lloraba.
El ejercito de subordinados de Kurtin revolvia papeles a cientos de dolares la hora, mientras Frank Sully, el asesor local, los observaba con suficiencia. Todo era de cara a la galeria. Harrison no iba a conceder a Krane Chemical ninguna atenuacion de la condena, y todos los sabian.
Habia mas gente observando. Huffy ocupaba su lugar habitual, curioso como siempre y todavia preocupado por el prestamo y su futuro. Tambien habian acudido periodistas, incluso un artista de sala, el mismo que habia cubierto el juicio y esbozado unos rostros que nadie era capaz de reconocer. Varios abogados de demandantes se habian presentado para observar y controlar el progreso del caso. Sonaban con un acuerdo que les permitiera hacerse ricos, saltandose por alto el proceso brutal que los Payton habian tenido que
El juez Harrison llamo al orden y fue al grano.
– Es un placer volver a verles -dijo, con sequedad-. Se han presentado un total de catorce peticiones, doce por parte de la defensa y dos por parte de la acusacion, y vamos a despacharlas todas antes del mediodia. - Fulmino a J ared Kurtin con la mirada, como si lo desafiara a murmurar el mas minimo comentario superfluo. Continuo-: He leido las peticiones y los escritos, asi que, por favor, no me digan nada de lo que ya hayan dejado constancia por escrito. Senor Kurtin, proceda.
La primera peticion solicitaba la repeticion del juicio. Kurtin repaso rapidamente las razones por las que consideraba que su cliente habia salido perjudicado, empezando por un par de miembros del jurado que queria rechazar. El juez Harrison lo desestimo. El equipo de Kurtin habia recopilado un total de veintidos errores que consideraban de gravedad suficiente para hacerlos constar en acta, pero Harrison no fue de la misma opinion. Despues de oir la argumentacion de los abogados durante una hora, el juez se pronuncio en contra de la peticion de un nuevo juicio.
A Jared Kurtin le hubiera sorprendido cualquier otra disposicion. Las peticiones no eran mas que tramites de rigor; habian perdido la batalla, pero no la guerra.
Continuaron presentando las siguientes peticiones.
– Denegadas -sentencio el juez Harrison al cabo de unos minutos de una poco inspirada argumentacion.
Cuando los abogados terminaron de hablar, y mientras recogian los papeles y cerraban los maletines, Jared Kurtin se dirigio al tribunal.
– Senoria, ha sido un placer -dijo-. Estoy seguro de que volveremos a repetir lo mismo de aqui a unos tres anos. -Se levanta la sesion -contesto su senoria, con aspereza, y golpeo el martillo con fuerza.
Dos dias despues de Navidad, oscurecia cuando Jeannette Baker salio de su caravana y atraveso Pine Grave a pie en direccion a la iglesia y al cementerio de la parte de atras, en una tarde fria y ventosa. Beso la pequena lapida de la tumba de Chad y luego se sento y se apoyo en la de su marido, Pete. Habia muerto un dia como ese, cinco anos atras.
En cinco anos habia aprendido a pensar, sobre todo, en los buenos recuerdos, aunque no conseguia desprenderse de los malos. Pete, todo un hombreton, pesaba menos de cincuenta y cinco kilos y era incapaz de comer, y finalmente incluso de beber agua, por culpa de los tumores que le bloqueaban la garganta y el esofago. Pete, con treinta anos, tan demacrado y palido como un moribundo que le doblara la edad. Pete, el hombre duro, llorando a causa del dolor insoportable y suplicandole mas morfina. Pete, el hablador, el que se sabia tantas historias y las contaba tan bien, incapaz de emitir mas que un gemido lastimero. Pete, implorandole que le ayudara a poner fin a aquel infierno.
Los ultimos dias de Chad habian sido relativamente tranquilos. Los de Pete habian sido una agonia. Jeannette habia visto demasiado.
Se acabaron los malos recuerdos. Habia ido alli para hablar de la vida que habian compartido, de su noviazgo, de su primer piso en Hattiesburg, del nacimiento de Chad, de los planes que tenian para aumentar la familia y comprar una casa mas espaciosa, y de todos los suenos con los que habian reidos juntos. El pequeno Chad con su cana y una impresionante ristra de pescados del estanque de su tio. El pequeno Chad con su primer uniforme de beisbol y el entrenador Pete a su lado. Navidad y Accion de Gracias, unas vacaciones en Disney World cuando ambos ya estaban enfermos y muriendose.
Se quedo hasta mucho despues de anochecer, como siempre. Denny Ott la observaba desde la ventana de la cocina de la casa del parroco. En esos dias, el pequeno cementerio que cuidaba con tanto mimo estaba recibiendo muchas mas visitas de las habituales.
