profesional y en el se explicaban las nociones basicas de los alegatos contra Krane Chemical, una compania de la que se habia «demostrado en el juicio» que habia contaminado el agua de boca de Bowmore y el condado de Cary. Quien quisiera mas informacion, podia ponerse en contacto con el bufete de abogados Bintz amp; Bintz de Filadelfia, Pensilvania. Todas las preguntas del cuestionario eran sobre informacion general y cuestiones medicas salvo las dos ultimas: 1) ? Quien le remitio a este despacho? y 2) ? Conoce a alguien mas que pudiera ser una posible victima de Krane Chemical? Si es asi, por favor, anote los nombres y los telefonos. Wes estaba rellenando el formulario cuando un medico aparecio en la sala de espera, salido de alguna de las habitaciones del fondo, y llamo al siguiente paciente. Llevaba una bata blanca de medico, con estetoscopio incluido colgado al cuello. Era indio o paquistani y no podia tener mas de treinta anos.
Al cabo de unos minutos, Wes se disculpo y se fue.
– No hay de que preocuparse -le dijo Wes a Denny-.
Se haran con unos cientos de casos, la mayoria de ellos sin importancia, y luego presentaran una demanda conjunta en el tribunal federal. Con suerte, llegaran a un acuerdo de aqui a unos anos por unos cuantos miles de dolares para cada uno. Los abogados se llevaran una buena tajada, pero es muy posible que Krane no quiera llegar a un acuerdo y, si eso ocurre, sus clientes se quedaran con dos palmos de narices y Clyde Hardin se vera obligado a volver a redactar escrituras.
– ?Cuantos de tus feligreses ya los han contratado? -pregunto Mary Grace.
– No lo se. No me lo cuentan todo.
– No importa -aseguro Wes-. Sinceramente, tenemos suficientes casos similares como para mantenernos ocupados bastante tiempo.
– ? Me ha parecido ver un par de espias en el funeral? -pregunto Mary Grace.
– Si, uno era un abogado llamado Crandell, de Jackson.
Lleva pululando por aqui desde el juicio. De hecho, se ha pasado a saludar. Es un timador.
– He oido hablar de el-dijo Wes-. ?Le ha echado el guante a algun caso?
– De esta iglesia, no.
Siguieron hablando de los abogados y luego tuvieron su conversacion habitual sobre Jeannette y las nuevas presiones a las que estaba viendose sometida. Ott estaba dedicandole mucho tiempo y tenia la esperanza de que estuviera escuchandolo.
Dieron la reunion por finalizada al cabo de una hora. Los Payton volvieron en coche a Hattiesburg. Otro cliente bajo tierra, otro caso de lesiones que acababa convirtiendose en una demanda por fallecimiento.
El papeleo preliminar llego al tribunal supremo del estado de Mississippi la primera semana de enero. Los relatores judiciales acabaron la transcripcion del juicio, dieciseis mil doscientas paginas, y enviaron copias al secretario y a los abogados. Se adjuntaba una orden judicial por la que se concedia noventa dias a Krane Chemical, el apelante, para presentar su escrito. Sesenta dias despues, los Payton presentarian su refutacion.
En Atlanta, Jared Kurtin paso el caso a la unidad de apelacion del bufete, los «cerebritos», como los llamaban, brillantes especialistas en derecho que apenas sabian manejarse en sociedad y que era mejor tener escondidos en la biblioteca. Ya habia dos socios, cuatro asociados y cuatro pasantes trabajando a jornada completa en la apelacion, cuando llego la voluminosa transcripcion y por primera vez pudieron echarle un ojo a todo lo que se habia dicho en el juicio. La diseccionarian y encontrarian miles de razones para revocar la resolucion.
En un departamento bastante mas pequeno de Hattiesburg, dejaron caer la transcripcion en la mesa de contrachapado del Ruedo. Mary Grace y Sherman la miraron boquiabiertos, como si les diera reparo tocarla. En una ocasion, Mary Grace habia llevado un caso que habia durado diez dias. La transcripcion del proceso tenia mil doscientas paginas y la habia leido tantas veces que se ponia enferma con solo verla. y ahora aquello.
Si alguna ventaja tenian era la de haber estado en la sala del tribunal durante todo el juicio, por lo que se sabian de memoria casi todo el contenido. De hecho, Mary Grace aparecia en mas paginas que cualquier otro.
Sin embargo, habria que leersela varias veces, y no podian permitirse el lujo de retrasar el momento. Los abogados de Krane atacarian a sangre y fuego el pleito y la sentencia. Los abogados de Jeannette Baker tendrian que medirse con ellos razonamiento por razonamiento, palabra por palabra.
En los atropellados dias que siguieron a la sentencia, el plan habia sido que Mary Grace se concentrara en los casos de Bowmore mientras Wes se encargaba de los demas para generar ingresos. La publicidad habia sido impagable y los telefonos no paraban de sonar. De repente, todos los chalados del sudeste necesitaban a los Payton. Abogados atrapados en causas perdidas los llamaban pidiendoles ayuda; familiares que habian perdido a sus seres queridos por culpa del cancer veian en el fallo un atisbo de esperanza, y la habitual caterva de acusados por via penal, esposas en proceso de divorcio, mujeres maltratadas, negocios en quiebra, gente que fingia haber sufrido caidas y trabajadores despedidos llamaban, o incluso pasaban a visitarlos, en busca de uno de esos famosos abogados. Muy pocos podian pagar unos honorarios dignos.
Sin embargo, los casos legitimos de danos personales eran muy escasos. El «Gran Caso», el caso perfecto, donde la responsabilidad fuera clara y el demandado estuviera forrado, el caso sobre el que solian descansar los suenos de la jubilacion, todavia no habia encontrado el camino hasta el bufete de los Payton. Habia algunos casos de accidentes de coche e indemnizacion de trabajadores, pero nada por lo que valiera la pena ir a juicio.
Wes trabajaba denodadamente por cerrar cuantos le fuera posible, y con cierto exito. Al menos ahora estaban al dia con el alquiler, como minimo con el del despacho. Habian liquidado todas las facturas atrasadas. Huffy y el banco continuaban nerviosos, pero no se atrevian a seguir presionandolos. No se habia hecho ningun pago, ni del capital ni de los intereses.
11
Se decidieron por un hombre llamado Ron Fisk, un abogado desconocido fuera de su pequena ciudad de Brookhaven, Mississippi, a una hora al sur de J ackson, a dos al oeste de Hattiesburg y a ochenta kilometros al norte de la frontera con el estado de Louisiana. Lo eligieron de entre una pila de curriculos similares, aunque ninguno de los candidatos tomados en
No habia razon para que nadie hubiera oido jamas el nombre de Ron Fisk fuera de Brookhaven yeso era justamente lo que lo convertia en el candidato ideal. Escogieron a Fisk porque era lo bastante mayor como para tener la justa experiencia acumulada en el campo que ellos necesitaban que tuviera, pero lo bastante joven para no haber abandonado sus ambiciones.
Tenia treinta y nueve anos, uno de los socios de menor antiguedad de un bufete compuesto por cinco hombres y especializado en la defensa de casos relacionados con accidentes de trafico, incendios intencionados, accidentes de trabajo y un millon de otras demandas de responsabilidad civil rutinarias. Los clientes de la firma eran companias aseguradoras que pagaban por horas, lo que permitia a los cinco socios ganar un buen sueldo, aunque no astronomico. Como socio de menor antiguedad, Fisk habia ganado noventa y dos mil dolares el ano anterior. Una nimiedad para Wall Street, pero no estaba nada mal para una pequena ciudad de Mississippi.
Un juez del tribunal supremo estatal ganaba unos ciento diez mil dolares.
La mujer de Fisk, Doreen, ganaba cuarenta y un mil dolares como ayudante de direccion de un psiquiatrico privado. Todo estaba hipotecado: la casa, los dos coches e incluso parte del mobiliario, pero los Pisk contaban con una magnifica clasificacion crediticia. Hacian vacaciones una vez al ano con los ninos, en Florida, donde tenian alquilado en condominio un apartamento en una torre de pisos por mil a la semana. No habia fondos fiduciarios y no parecia que pudieran heredar nada de importancia de sus padres.
Los Fisk eran la honradez personificada. No habia trapos sucios que pudieran salir a la luz en medio del fragor
