senal. Cuando el portavoz tendio el sobre a la secretaria, la esposa del pastor lo miro apenada, aunque en realidad habia tenido la misma expresion afligida desde el inicio de los alegatos.
Mary Grace capto la senal, yeso que ni siquiera la buscaba. Mientras pasaba otro panuelo a Jeannette Baker, que en esos momentos practicamente sollozaba, Mary Grace lanzo una mirada furtiva a la jurado numero seis, la que tenia mas cerca, la doctora Leona Rocha, una profesora universitaria de ingles jubilada. Desde detras de sus gafas de lectura con montura roja, la doctora Rocha le dedico el guino mas fugaz, alegre y sensacional que Mary Grace habia recibido nunca.
– ?Han alcanzado un veredicto? -pregunto el juez Harrison.
– Si, senoria -contesto el portavoz.
– ? Es unanime?
– No, senor, no lo es.
– ? Al menos nueve de ustedes coinciden en el veredicto?
– Si, senor. Los votos son diez contra dos.
– Pues no hay mas que hablar.
Mary Grace se apresuro a anotar lo del guino, pero con la ira del momento ni siquiera ella podria leer su propia letra. «Intenta aparentar serenidad», no dejaba de repetirse.
El juez Harrison recibio el sobre de manos de la secretaria, extrajo una hoja de papel de su interior y empezo a repasar el fallo. La frente se le lleno de profundas arrugas y entrecerro los ojos mientras se pellizcaba el puente de la nariz.
– Parece que todo esta correcto -anuncio al cabo de una eternidad.
Ni un solo parpadeo, sonrisa o mirada sorprendida, nada que pudiera indicar lo que habia escrito en la hoja de papel.
Miro a su relator, asintio con la cabeza y se aclaro la garganta disfrutando del momento. Las arrugas alrededor de sus
– Cuestion numero uno -leyo el juez Harrison lentamente, en voz alta-: «?Consideran que, segun se desprende de las pruebas, Krane Chemical Corporation contamino las aguas subterraneas objeto de esta causa?». -Al cabo de una pausa efectista que no duro mas de cinco segundos, continuo-: La respuesta es ‹‹Si».
Una parte de la sala recupero la respiracion mientras que la otra empezo a ponerse azul.
– Cuestion numero dos: «? Consideran que, segun se desprende de las pruebas, dicha contaminacion fue la causa directa del fallecimiento o fallecimientos de a) Chad Baker o b) Pete Baker?». Respuesta: «Si, de ambas».
Mary Grace se las ingenio para sacar varios panuelos de una caja y pasarlos con la mano mientras no dejaba de escribir con la derecha. Wes dirigio una mirada furtiva al jurado numero cuatro, que resulto que estaba mirandolo con una sonrisa divertida que parecia decir: «Ahora viene lo bueno».
– Cuestion numero tres: «En cuanto a Chad Baker, ? con que cantidad indemnizan a Jeannette Baker por el fallecimiento de su hijo?». Respuesta: «Quinientos mil dolares».
Los ninos muertos no valen mucho, ya que no tienen ingresos, pero la impresionante indemnizacion por Chad hizo sonar las alarmas pues daba una rapida idea de lo que podia venir a continuacion. Wes miro fijamente el reloj que habia encima del juez y dio gracias a Dios por haberlos sacado de la quiebra.
– Cuestion numero cuatro: «En cuanto a Pete Baker, ?con que cantidad indemnizan a su viuda, Jeannette Baker, por la injusta muerte de su esposo?». Respuesta: «Dos millones y medio de dolares».
El equipo financiero de la primera fila detras de Jared Kurtin se removio inquieto. Krane podia hacer frente a un contratiempo de tres millones de dolares sin problemas, pero era el efecto domino lo que de repente los aterrorizo. En cuanto al senor Kurtin, seguia sin inmutarse.
Todavia no.
Jeannette Baker empezo a escurrirse de la silla. Sus abogados la asieron a tiempo para devolverla al asiento, le pasaron el brazo sobre sus fragiles hombros y le hablaron en voz baja y suave. Sollozaba, fuera de control.
La lista contenia seis cuestiones que los abogados habian negociado no sin esfuerzo, y si el jurado respondia afirmativamente a cinco de ellas, todo el mundo enloqueceria. El juez Harrison llego al quinto punto, lo leyo para si con atencion, se aclaro la garganta y estudio la respuesta. En ese momento revelo su vena mezquina con una sonrisa. Levanto la vista unos centimetros por encima de la hoja de papel que sostenia y de las gafas de lectura baratas que se aguantaban en su nariz, y miro fijamente a Wes Payton. Esbozaba una sonrisa tensa, de complicidad, aunque llena de enorme satisfaccion.
– Cuestion numero cinco: «?Consideran que, segun se desprende de las pruebas, el comportamiento de Krane Chemical Corporation fue intencionado o lo suficientemente negligente como para justificar la imposicion de danos punitivos?». Respuesta: «Si».
Mary Grace dejo de escribir y miro a su marido por encima de los cabeceos de su cliente, que tambien tenia los ojos clavados en ella. Habian ganado, y solo eso ya era estimulante de por si, una inyeccion de euforia casi indescriptible. Pero ? que tipo de victoria habian obtenido? En esas milesimas de segundo cruciales, ambos supieron que seria aplastante.
– Cuestion numero seis: «?Que cantidad destinan a la indemnizacion por danos punitivos?». Respuesta: «Treinta y ocho millones de dolares».
Se oyeron respiraciones entrecortadas, toses y silbidos a medida que la onda expansiva recorria toda la sala. Jared Kurtin y los suyos estaban ocupados escribiendolo todo, intentando permanecer impavidos ante aquella bomba. Los mandamases de Krane de la primera fila estaban intentando recuperarse y respirar con normalidad. La mayoria dirigia miradas iracundas al jurado, a quienes tambien destinaban pensamientos poco agradables relacionados con los pueblerinos, la estupidez en esos lugares atrasados y demas.
El senor y la senora Payton devolvieron su atencion a su cliente, que estaba abrumada por el rotundo peso del fallo y trataba de mantenerse en la silla como podia. Wes susurro palabras tranquilizadoras a Jeannette mientras no dejaba de repetirse las cifras que acababa de oir. No sabia como, pero habia conseguido mantenerse serio y reprimir una sonrisa bobalicona.
Huffy, el asesor financiero, dejo de comerse las unas. En menos de treinta segundos habia pasado de ser un director bancario caido en desgracia y en la bancarrota a una estrella emergente destinada a recibir un salario y un despacho mayores. Incluso se sentia mas inteligente. Ay, menuda maravillosa entrada en la sala de juntas del banco que prepararia para primera hora de la manana del dia siguiente. El juez procedia con las formalidades y los agradecimientos al jurado, pero eso a Huffy ya no le interesaba. Habia oido todo lo que le interesaba oir.
El jurado se puso en pie y salio de la sala mientras Uncle Joe sujetaba la puerta y asentia con la cabeza con aprobacion.
Mas tarde le contaria a su mujer que el ya habia predicho ese veredicto, aunque ella no lo recordaba. Uncle Joe aseguraba que no habia fallado una sola sentencia en las numerosas decadas que llevaba trabajando de alguacil. Cuando el jurado hubo salido, Jared Kurtin se levanto y, con perfecta compostura, recito de un tiron las solicitudes habituales posteriores a un juicio, que el juez Harrison recibio con gran magnanimidad una vez terminado el derramamiento de sangre. Mary Grace seguia sin reaccionar. A Mary Grace le daba igual. Tenia lo que queria.
Wes pensaba en los cuarenta y un millones de dolares mientras luchaba contra sus emociones. El bufete sobreviviria, asi como su matrimonio, la reputacion de ambos y todo lo demas.
Cuando finalmente el juez Harrison anuncio: «Se levanta la sesion», los asistentes salieron en tropel de la sala con el telefono movil en la mano.
El senor Trudeau seguia de pie junto al ventanal contemplando las ultimas luces del atardecer mas alla de New Jersey. En el otro extremo del amplio despacho, Stu, su ayudante, contesto la llamada y se aventuro un par de pasos al frente antes de reunir el valor para hablar.
– Senor, han llamado de Hattiesburg. Tres millones en danos y perjuicios, treinta y ocho en punitivos.
Desde su posicion, distinguio un ligero vencimiento de los hombros, un mudo suspiro de frustracion y luego una retahila de obscenidades murmuradas.
El senor Trudeau se volvio lentamente y fulmino con la mirada a su ayudante como si deseara matar al