sabia que siempre lo habia mantenido bajo control en sus relaciones con los clientes. Decidio dejarlo pasar.

– Le he dicho que estare encantado de complacerlo.

– Que le has dicho… -Ryan se atraganto, carraspeo y probo de nuevo-. ?Has accedido?, ?por que?

– Queremos que trabaje para nosotros. Y el te quiere a ti.

Daba la impresion de que su padre no se habia enfurecido con el ultimatum de Pierce, penso Ryan, no poco confundida. ?Con que conjuro habria hechizado a su padre? Fuera el que fuera, se dijo irritada, ella no estaba bajo su influencia.

– ?Tengo voz en esto?

– No mientras trabajes para mi. Llevas un par de anos pidiendo una oportunidad como esta -le recordo Swan despues de echar un vistazo fugaz al contrato-. Pues bien, voy a darte esa oportunidad. Y te voy a estar vigilando de cerca. Espero que no la fastidies -anadio mirandola a los ojos.

– No voy a fastidiarla -repuso ella, apenas controlando un nuevo arrebato de furia-. Sera el mejor espectaculo que la empresa produzca en toda su maldita historia.

– Ocupate de que asi sea -advirtio Swan-. Y no te excedas con el presupuesto. Encargate de los cambios y mandale el contrato nuevo a su agente. Quiero su firma antes de que termine la semana.

– La tendras -Ryan recogio los papeles del contrato antes de dirigirse a la salida del despacho.

– Atkins me ha dicho que formareis un buen equipo -anadio Swan mientras ella abria ya la puerta-. Dice que salio en las cartas.

Ryan lanzo una mirada hostil por encima del hombro antes de marcharse, cerrando de un portazo.

Swan esbozo una pequena sonrisa. Era evidente que la chica habia salido a su madre, penso. Luego pulso un boton para hablar con su secretaria. Tenia otra cita.

Si algo detestaba Ryan era que la manipulasen. Cuando hubo dejado pasar el tiempo suficiente para serenarse, de vuelta ya en su despacho, comprendio la habilidad con que tanto Pierce como su padre la habian manejado. No la molestaba tanto por lo que a su padre tocaba, pues este habia tenido anos para aprender que el hecho de sugerirle que no seria capaz de llevar a cabo una operacion era la estrategia perfecta para asegurarse de que la llevase a cabo. Pero con Pierce era distinto. Ella no la conocia o, al menos, se suponia que no debia conocerla. Y, sin embargo, la habia manejado a su antojo, con suavidad; con discrecion, con esa maestria tipo “la mano es mas rapida que el ojo” con la que habia manejado los cilindros vacios. Habia conseguido lo que queria. Ryan redacto los nuevos contratos. Despues de imprimirlos, se quedo pensativa.

Tampoco tenia por que enfadarse. En realidad, deberia celebrarlo, se dijo. Despues de todo, ella tambien habia conseguido lo que queria. Ryan decidio mirar la cuestion desde un angulo nuevo. Producciones Swan amarraria a Pierce para tres programas especiales en horario de maxima audiencia, y ella tendria su oportunidad de dirigir una produccion.

Ryan Swan, productora. Sonrio. Si, le gustaba como sonaba. Lo repitio en voz baja y sintio un primer cosquilleo de emocion. Luego saco la agenda y empezo a calcular cuanto tiempo podria necesitar en atar un par de cabos sueltos antes de entregarse por completo a la produccion de los espectaculos de Pierce.

Llevaba una hora de papeleo cuando el telefono la interrumpio:

– Ryan Swan -respondio con energia, sujetando el auricular entre la oreja y el hombro mientras continuaba haciendo anotaciones.

– ?La he interrumpido, senorita Swan?

Nadie mas la llamaba “senorita Swan” de ese modo. Ryan interrumpio la redaccion, de la frase que estaba escribiendo y se olvido por completo de ella.

– En efecto, senor Atkins. ?Que puedo hacer por usted?

Pierce solto una risotada que no consiguio sino enojarla.

– ?Que le parece tan divertido?

– Tiene una voz preciosa cuando se pone tan profesional, senorita Swan -dijo el de buen humor-. He pensado que, a falta de concretar algun detalle, le gustaria tener las fechas en que tendra que acompanarme en Las Vegas.

– Todavia no hemos firmado el contrato, senor Atkins -replico ella con frialdad.

– La inauguracion es el dia quince -prosiguio el como si no la hubiese oido. Ryan fruncio el ceno, pero anoto la fecha. Casi podia verlo sentado en la biblioteca, acariciando a la gata en su regazo-. Pero los ensayos empiezan el doce. Me gustaria que tambien estuviera en ellos. Y cierro el veintiuno -finalizo.

– De acuerdo -Ryan penso fugazmente que el veintiuno era su cumpleanos-. Podemos empezar a disenar la produccion del especial la semana siguiente.

– Perfecto -Pierce hizo una pausa-. Me pregunto si puedo pedirle una cosa, senorita Swan.

– Pedirlo puede -respondio ella con prudencia.

Pierce sonrio y rasco las orejas de Circe.

– El dia once tengo un compromiso en Los Angeles. ?Puede venir conmigo?

– ?El once? -Ryan apreto el auricular con la oreja y paso las hojas del calendario que tenia encima de la mesa-. ?A que hora?

– A las dos de la tarde.

– Si, de acuerdo -dijo al tiempo que hacia una senal en el dia-. ?Donde nos encontramos?

– Yo la recojo… a la una y media.

– A la una y media. Senor Atkins… -Ryan dudo. Luego agarro la rosa de encima de la mesa-. Gracias por la flor.

– De nada, Ryan.

Despues de colgar, Pierce permanecio sentado unos segundos, sumido en sus pensamientos. Imagino a Ryan sujetando la flor en aquel preciso instante. ?Sabria que su piel era tan suave como los mismos petalos de la rosa? su cara, justo a la altura de la mandibula… todavia podia sentir vivamente su textura en la yema de los dedos. Los deslizo sobre el lomo de la gata.

– ?Que piensas de ella, Link?

El giganton siguio ordenando los volumenes de la biblioteca.

– Tiene una risa bonita -contesto sin darse la vuelta.

– Si, eso mismo pienso yo -Pierce recordaba perfectamente lo melodiosa que era. La risa de Ryan lo habia pillado desprevenido. Habia sido todo un contraste con la expresion seria que habia mostrado instantes antes. En realidad, lo sorprendian tanto su risa como lo apasionada que era. Pierce recordo la fogosidad con que su boca se habia derretido bajo la de el. Esa noche no habia sido capaz de trabajar ni un solo segundo. Se habia pasado horas pensando en ella, sabedor de que estaba en la cama, cubierta por un simple camison.

No le gustaba que nada lo distrajese o dificultase su concentracion, pero la habia hecho regresar. El instinto, se recordo. El siempre se habia fiado de su instinto.

– Dijo que le gustaba mi musica -comento Link sin dejar de ordenar la biblioteca.

Pierce levanto la vista, despertando de su ensimismamiento. Sabia lo susceptible que Link era cuando criticaban su musica.

– Es verdad. Le gusto. Le gusto mucho. Dijo que la melodia de la partitura que habia en el piano era preciosa.

Link asintio con la cabeza. Sabia que Pierce no le diria nada que no fuese mas que la pura verdad.

– Te gusta, ?verdad?

– Si -respondio Pierce con tono distraido mientras acariciaba a la gata-. Creo que me gusta, si.

– Y supongo que querras hacer esa cosa para la tele.

– Es un desafio -contesto Pierce.

Link se giro.

– ?Pierce?

– ?Si?

El mayordomo vacilo, temeroso de saber ya la respuesta.

– ?Vas a incluir alguna fuga en el espectaculo de Las Vegas?

– No -Pierce fruncio el ceno y Link se sintio inmensamente aliviado. Pierce recordo que habia estado trabajando en ese numero justo la noche que Ryan habia pasado en su casa-. No, todavia no he ensayado suficiente. Hare la proxima fuga en alguno de los especiales -anadio.

– No me parece buena idea -comento Link, cuyo alivio apenas habia durado unos segundos-. Pueden salir mal

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