dejar de examinar las esposas. ?Donde estaria el truco?

– Senorita Swan.

Ryan solto las esposas, las cuales cayeron sobre la mesa ruidosamente. Al darse la vuelta, vio a Pierce de pie justo frente a ella. No entendia que hacia alli. No podia haber bajado las escaleras. Tendria que haberlo oido, haberlo visto por lo menos. Era evidente que tenia que haber una segunda entrada a aquel despacho. De pronto se pregunto cuanto tiempo habria estado alli de pie observandola. Pierce seguia mirandola cuando la gata se le acerco y empezo a restregarse alrededor de sus tobillos.

– Senor Atkins -acerto a responder Ryan con suficiente serenidad.

– Espero que haya pasado buena noche -Pierce se acerco a la mesa hasta hallarse junto a Ryan-. ?Ha podido dormir a pesar de la tormenta?

– Si.

Para haber estado corriendo siete kilometros, parecia de lo mas fresco y descansado. Ryan recordo los musculos de sus brazos. Era obvio que no le faltaban ni fuerza ni energias. Sus ojos la miraban fijamente a la cara. No habia, rastro de la pasion contenida que Ryan habia advertido en el la noche anterior.

De repente, Pierce le sonrio y apunto hacia la mesa.

– ?Que es lo que ve?

– Algunas de sus herramientas de trabajo -contesto ella tras mirar la superficie de la mesa de nuevo.

– Usted siempre con los pies en el suelo, senorita Swan.

– Entiendo que no tiene nada de malo -replico ella irritada-. ?Que deberia ver?

Parecio complacido con la respuesta y sirvio un poco de vino en una copa.

– La imaginacion, senorita Swan, es un regalo increible, ?no cree?

– Si, por supuesto -Ryan observo las manos de Pierce atentamente-. Hasta cierto punto.

– Hasta cierto punto -repitio el justo antes de soltar una pequena risotada. Luego le enseno los cilindros vacios y metio uno dentro del otro-. ?Acaso se pueden poner limites a la imaginacion?, ?no le parece interesante que el poder de la mente supere a las leyes de la naturaza? -anadio al tiempo que colocaba los cilindros sobre la botella de vino. Despues se giro hacia Ryan.

Esta seguia mirandole las manos, con el ceno fruncido en ese momento.

– Pero solo en teoria -dijo ella mientras Pierce sacaba un cilindro y lo ponia sobre la copa de vino. Levanto despues el otro cilindro y le enseno que la botella de vino seguia debajo-. En la practica no.

– No -Ryan continuo con los ojos clavados en sus manos. Pierce no podria enganarla observandolo tan de cerca.

– ?Donde esta la copa, senorita Swan?

– Ahi -Ryan apunto hacia el segundo cilindro.

– ?Seguro? Pierce levanto el tubo. Y aparecio la botella. Ryan emitio un sonido de frustracion mientras dirigia la mirada al otro tubo. Pierce lo levanto, dejando al descubierto la copa de vino-. Parece que a los cilindros les resulta mas viable la teoria -comento antes de colocarlos de nuevo en su sitio.

– Muy astuto -murmuro ella, enojada por haber estado pegada a Pierce y no haber sido capaz de ver el truco.

– ?Quiere un poco de vino, senorita Swan?

– No…

Y, al tiempo que hablaba, Pierce volvio a levantar uno de los cilindros. Alli, donde un instante antes habia estado la botella, aparecio la copa. Muy a su pesar, Ryan no pudo evitar reir entusiasmada.

– Es usted buenisimo, senor Atkins.

– Gracias -respondio el con sobriedad.

Ryan lo miro a la cara. Los ojos de Pierce parecian relajados y pensativos al mismo tiempo. Intrigada, se animo a probar suerte:

– Supongo que no me explicara como lo ha hecho.

– No.

– Lo imaginaba -Ryan agarro las esposas. El maletin, apoyado sobre el escenario contra una de las patas del escenario, habia quedado relegado al olvido por el momento-. ?Forman parte de su espectaculo tambien? Parecen de verdad.

– Son de verdad -contesto Pierce. La sonrisa habia vuelto a sus labios, satisfecho por haberla oido reir. Sabia que siempre que pensara en ella podria recordar el sonido de su risa.

– No tiene llave -senalo Ryan.

– No la necesito.

Ella se paso las esposas de una mano a otra mientras estudiaba a Pierce.

– Esta muy seguro de si mismo.

– Si -dijo el. El tono divertido con que pronuncio la palabra le hizo preguntarse que giro habrian tomado los pensamientos de Pierce. Este estiro los brazos y le ofrecio las munecas-. Adelante, pongamelas -la invito.

Ryan vacilo solo un segundo. Queria ver como lo hacia… ahi, delante de sus propias narices.

– Si no consigue quitarselas, nos sentaremos a hablar sobre el contrato -dijo mientras le colocaba las munecas. Levanto la cabeza para mirarlo con los ojos chispeantes-. No llamaremos al cerrajero hasta que haya firmado.

– No creo que vayamos a necesitarlo

Pierce levanto las esposas, abiertas ya, colgando de sus munecas.

– ?Pero…, como…? -Ryan no daba credito a lo que acababa de presenciar. Sacudio la cabeza, incapaz de articular palabra. Habia sido demasiado facil. Se habia liberado de las esposas demasiado rapido. Las agarro de nuevo. Pierce advirtio como cambiaba su expresion, pasando del asombro a la duda. Era justo lo que esperaba se ella-. Estan trucadas. Se las han hecho especialmente para usted. Tienen que tener un boton o algo -murmuro Ryan mientras les daba vueltas inspeccionandolas a fondo.

– ?Por que no prueba a quitarselas usted? -sugirio y le cerro las esposas alrededor de las munecas antes de que pudiera negarse. Pierce espero a ver si se enfadaba, pero Ryan se echo a reir,

– La verdad es que me lo he ganado -dijo mirandolo sonriente. Luego se concentro en las esposas. Forcejeo con ellas, empujo con las munecas hacia afuera desde distintos angulos, pero las esposas siguieron firmes-. No le veo el truco… Si hay algun boton, tendria que dislocarse la muneca para pulsarlo… Esta bien, usted gana.. Son de verdad. ?Puede quitarmelas? -se rindio despues de varios intentos mas.

– Puede -murmuro Pierce mientras tomaba las munecas de Ryan en sus manos.

– Una respuesta tranquilizadora -replico ella con ironia. Pero ambos sintieron que el pulso se les aceleraba cuando Pierce le paso el pulgar sobre una de las munecas. Siguio mirandola con la misma intensidad de la noche anterior. Ryan se aclaro la voz, pero no pudo evitar que le saliera ronca-. Creo… creo que es mejor que… No -dijo cuando los dedos de Pierce se deslizaron por la vena de la muneca, aunque no estaba segura de que estaba intentando rechazar.

En silencio, Pierce le levanto las manos y le hizo pasar los brazos por encima de la cabeza de el, de modo que Ryan quedase pegada a su cuerpo.

No permitiria que volviese a suceder. Esa vez protestaria.

– No -Ryan trato de liberarse, en vano, pues la boca de Pierce ya estaba sobre la suya.

En esa ocasion su boca no fue tan paciente ni sus manos tan lentas. Pierce le sujeto las caderas mientras la instaba con la lengua a separar los labios. Ryan trato de vencer aquella sensacion de impotencia; impotencia que tenia mas que ver con sus propias necesidades que con las esposas que la tenian maniatada. Su cuerpo respondia plenamente a las atenciones de Pierce. Presionados por los de el, sus labios se abrieron hambrientos. Los de el eran firmes y frios, mientras que los de ella eran suaves y se estaban calentando por segundos. Lo oyo murmurar algo mientras se la acercaba mas todavia. Un conjuro, penso mareada. La estaba hechizando, no quedaba otra explicacion.

Pero fue un gemido de placer, no una protesta, lo que escapo de su boca cuando las manos de Pierce resbalaron por los lados de sus pechos. Lenta y agonicamente, fue trazando circulos concentricos cada vez mas pequenos, hasta que introdujo las manos entre los cuerpos de ambos para pellizcarle los pezones con los pulgares. Ryan se apreto contra el y le mordio el labio inferior pidiendole mas. Pierce hundio las manos en su cabello y le echo la cabeza hacia atras para poder apoderarse por completo de los labios de Ryan.

Quiza el mismo era magico. Su boca, desde luego, lo era. Nadie le habia hecho sentir ese anhelo y ardor tan

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