– Veamos que pasa. ?Te importa echar la leche en este embudo? -le pregunto Pierce a Ryan al tiempo que le entregaba la leche. Luego le guino un ojo al publico-. Despacio, que no se caiga nada. Es leche magica, ?sabiais? La unica que bebemos los magos.

Pierce le agarro una mano y la guio, manteniendo la parte superior del embudo justo sobre los ojos de Ryan. Tenia la mano caliente. Y lo envolvia un aroma que Ryan no acertaba a concretar. Era un aroma campestre, del bosque. Pero no era pino, decidio, sino algo mas intenso, mas proximo a la tierra. Su respuesta al contacto fue tan inesperada como indeseada. Ryan trato de concentrarse en volcar el vaso por la apertura del embudo. El pico de abajo goteo un poco.

– ?Donde se compra leche magica? -quiso saber uno de los ninos.

– La leche magica no se compra. Tengo que levantarme muy temprano todos los dias y hacerle un conjuro a una vaca -contesto Pierce con seriedad. Entonces, cuando Ryan termino de verter la leche, el lo devolvio al maletin. Volvio a girarse hacia el embudo y fruncio el ceno-. Esta era mi leche, Ryan. Podias haberte tomado la tuya luego -dijo con un ligero tono de censura.

Antes de que ella pudiera abrir la boca para hablar, Pierce deshizo el embudo. Automaticamente, Ryan se retiro para que no le cayese la leche encima. Pero el embudo estaba vacio.

Los ninos gritaron entusiasmados al tiempo que ella lo miraba perpleja.

– Es una glotona -le dijo Pierce al publico-. Pero sigue siendo guapisima -anadio justo antes de inclinarse para besarle la mano.

– Yo misma eche la leche en el embudo -comento Ryan horas despues mientras recorrian el pasillo del hospital camino del ascensor-. Estaba goteando por abajo. Lo vi.

– Las cosas no son siempre lo que parecen -dijo el despues de invitarla a entrar en el ascensor-. Fascinante, ?verdad?

Ryan noto como empezaba a descender el ascensor. Permanecio unos segundos en silencio.

– Tu tampoco eres del todo lo que pareces, ?no?

– No, ?y quien si?

– Has hecho mas en una hora por esos ninos de lo que podrian haber hecho una decena de medicos -dijo Ryan y el bajo la mirada-. Y no creo que sea la primera vez que haces una cosa asi.

– No lo es.

– ?Por que?

– Los hospitales son un sitio espantoso cuando se es pequeno -se limito a responder. Era la unica respuesta que podia darle.

– Para estos ninos hoy no ha sido asi.

Pierce volvio a tomarle la mano cuando llegaron a la primera planta.

– No hay publico mas exigente que los ninos. Se lo toman todo al pie de la letra.

Ryan rio.

– Supongo que tienes razon. ?A que adulto se le habria ocurrido preguntarte donde compras leche magica? - Ryan lo miro-. Pero has reaccionado enseguida.

– Cuestion de experiencia. Los ninos te obligan a estar siempre atento. Los adultos se distraen mas facilmente -Ryan se encogio de hombros. Luego le sonrio-. Incluida tu. A pesar de que me estabas mirando con esos ojos tan verdes e intrigados.

Ryan miro hacia el aparcamiento cuando salieron del ascensor. Le resultaba casi imposible no fijarse en Pierce cuando este le hablaba.

– ?Por que me has pedido que venga contigo esta tarde? le pregunto.

– Queria que me hicieras compania.

– No se si lo entiendo -dijo ella mirandolo a la cara.

– ?Tienes que entenderlo todo? -repuso Pierce. A la luz del sol, el cabello de Ryan tenia el color del trigo. Pierce deslizo los dedos por el. Luego enmarco la cara de Ryan, posando las manos en sendas mejillas-. ?Siempre?

Ryan noto que el corazon le latia en la garganta.

– Si, creo…

Pero la boca de Pierce cayo sobre la de ella y Ryan no pudo seguir pensando. Fue tal como habia sido la primera vez. El beso, delicado, la desarmo por completo. Ryan sintio un pinchazo calido y tremulo por el cuerpo mientras Pierce le acariciaba las sienes. Luego noto un cosquilleo delicioso justo bajo el corazon. De repente, el mundo parecia haber desaparecido a su alrededor. No habia sombras ni magicos fantasmas siquiera. Lo unico que tenia solidez eran las manos y la boca de Pierce.

?Era el viento o los dedos de el lo que sentia sobre su piel?, ?le habia murmurado algo o habia sido ella misma? Pierce la separo. Los ojos de Ryan se habian nublado. Poco a poco, fueron despejandose y empezando a enfocar, como si estuviese despertando de un sueno. Pero Pierce no estaba preparado para que el sueno finalizase.

La atrajo de nuevo, volvio a apoderarse de sus labios y paladeo el sabor profundo y misterioso de su boca. Tuvo que contener el impulso de estrujarla contra su propio cuerpo, de devorar sus labios, calidos y dispuestos. Ryan era una mujer delicada. De modo que, aunque el deseo lo desgarraba, lucho por controlarlo. A veces, cuando estaba encerrado en una caja oscura y sin oxigeno, tenia que resistir la necesidad apremiante de escapar y salir corriendo. En ese momento, sentia los mismos sintomas de panico. ?Que le estaba haciendo aquella mujer? La pregunta cruzo su cerebro al tiempo que acercaba a Ryan un poco mas todavia. Lo unico que Pierce sabia era que la deseaba con una desesperacion inconcebible.

?Habria seda pegada a su cuerpo como la noche en que la habia sorprendido con el camison?, ?alguna prenda fina, ligeramente perfumada con su propia fragancia femenina? Queria hacerle el amor, ya fuese a la luz de las velas o en medio del campo, con el sol iluminandola. Santo cielo, jamas habia deseado tanto a una mujer.

– Ryan, quiero estar contigo -susurro el labio contra labio-. Necesito estar contigo. Vamos, Ryan, deja que te ame. No puedo esperar -anadio despues de inclinarle la cabeza para besarla desde otro angulo.

– Pierce -dijo ella con voz tremula. Notaba que se estaba hundiendo y peleaba por encontrar algun punto firme sobre el que mantenerse en pie. Se apoyo sobre el al tiempo que negaba con la cabeza-. No te conozco.

Pierce controlo un subito arrebato salvaje. Estuvo tentado de meterla en el coche y llevarsela a casa. Llevarsela a su cama. Pero logro mantener la compostura.

– Es verdad, no me conoces. Y la senorita Swan necesita conocer a un hombre antes de acostarse con el -dijo Pierce, tanto para Ryan como para si mismo. La aparto unos centimetros, la sujeto por los hombros y la miro a la cara. No le gustaba el ritmo desenfrenado al que le latia el corazon. La calma y el control eran cruciales para su trabajo y, por consiguiente, para el-. Cuando me conozcas, seremos amantes -anadio con voz mas serena.

– No -repuso Ryan, a la que no le disgustaba tanto la idea en si de hacer el amor con Pierce como el hecho de que este diese por sentado que acabarian haciendolo-. No seremos amantes a menos que yo quiera. Yo negocio contratos, nunca mi vida privada.

Pierce sonrio; mas satisfecho con aquella reaccion de enojo de lo que habria estado de haberse plegado Ryan a sus deseos. Desconfiaba de las cosas que llegaban con excesiva facilidad.

– Senorita Swan -murmuro mientras le agarraba un brazo-, la suerte ya esta echada. Lo hemos visto en las cartas.

Capitulo VI

Ryan llego sola a Las Vegas. Habia insistido en que asi fuera. Despues de lograr sosegarse y tras recuperar la capacidad de pensar con una mente practica, habia decidido que lo mas inteligente seria no tener demasiado contacto personal con Pierce. Cuando un hombre se las arreglaba para hacer que el mundo desapareciera a su alrededor con un beso, lo mejor era guardar la distancia. Ese era el objetivo que se habia marcado Ryan.

Durante la mayor parte de su vida, habia estado totalmente dominada por su padre. No se habia atrevido a hacer nada sin contar con su aprobacion. Podia ser que Bennett Swan no le hubiese dedicado mucho tiempo, pero siempre le habia dado su opinion. Y ella nunca habia actuado en contra de la opinion de su padre.

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