(madre de Santa Teresa de Avila, primera mitad del siglo XVI)
Yo fui la segunda esposa de mi marido, el mercader Alonso de Cepeda, hombre de caridad. Me case a los catorce anos. Mi esposo era viudo con tres hijos cuando planto en mi su semilla de hombre. «Para siempre», decia, «para la eternidad…» Entre un embarazo y otro, estuve enferma sin cesar. Di a luz nueve hijos sanos, fui madre de una santa que andaba loca por los libros de caballerias, jugando con su hermano Rodrigo a descubrir el Santo Grial en la cocina. Mi alfabeto espiritual fue servir a mi esposo poniendo mis entranas al servicio de su deseo. A los treinta y tres anos me llego la hora de ver al Senor cara a cara, y deje a mis hijos lo que mi corazon dio de si como herencia: la resignacion de mi carne viva, el mapa de mi piel exhausta. Ningun hombre puede ser mejor conquistado
que dandole lo que le place.
El Menagier de Paris
Ya se que no soy mujer, pedazo de idiota, tampoco lo deseo. Soy la Madre Locura: un varon vestido con las faldas de la abuela. Pero mas hombre que tu. Hare chanza de ti, el comerciante de sedas lastimero, pelele de tu esposa, gorrioncillo anidado en su regazo de matrona. Eres nuestra verguenza. Dejas que tu mujer te pegue, esa arpia con pestanas de espinas te sacude mientras lloriqueas tu dolor igual que un crio resfriado. ?Donde estan tus arrestos de hombre? ?Por que tiemblas delante de su ceno fruncido? Su seno es el altar donde comulgan tus temores de eunuco. Su desprecio: la miga y la corteza del pan miserable de tu costumbre. Te condeno a pasear a lomos de este burro por ser un tonto despreciable. Si eres hombre, y dejas que tu esposa gobierne tu casa, saldras a la calle a pastar, rey de la cencerrada, pues los mansos como tu jamas heredaran el cielo del hogar. (630 a. d. C.)
Cuando naci, Homero ya todo lo habia dicho. Naci para la lira y el verso igual que otros nacen para el mar o la guerra.