En seguida recibio la respuesta, meditada y rotunda.
Tarod sonrio. Levanto la mano izquierda e hizo un ademan.
Aparecio lentamente, tomando su forma y su sustancia de la roca viva que le rodeaba. Parecia un hombre, pero corcovado y deforme; un vigoroso enano de ojos de basalto, en cuya garganta resplandecio un brillo de cristal cuando abrio la fea pero graciosa boca en una sonrisa.
Tenia la mitad de la estatura de Tarod, pero una fuerza y un aplomo que el sabia que serian dificiles de combatir. Y tampoco queria luchar con el Guardian de la Tierra. Habia maneras mejores... y antiguas lealtades.
Dijo suavemente:
El enano de piedra fruncio el ceno tratando de recordar y, por un instante, los ojos parpadearon vacilantes.
Los ojos verdes de Tarod resplandecieron y su forma astral cambio sutilmente, y el enano abrio mucho los ojos al reconocerle de pronto. El peculiar y achaparrado personaje hinco torpemente una rodilla en el suelo y murmuro:
Tarod se echo a reir, en voz baja pero suficiente para despertar mil ecos en las paredes de roca que le rodeaban.
Aquel ser levanto la fea cabeza y le miro con una expresion que parecia de afecto.
Otra sonrisa se pinto en las rudas y melladas facciones.
Tarod respiro profundamente. La silueta del enano oscilo, y tuvo la sensacion de que su propio cuerpo se estaba convirtiendo en piedra.
Huesos de granito, carne de basalto, piel de cristal..., la esencia del plano-tierra le llenaba y le fortalecia, mientras la forma del achaparrado Guardian se disolvia en la nada.
Habia pasado la primera barrera y... poco a poco, se acerco al profundo pozo y a su verde y tembloroso resplandor. Su radiacion le bano como una lluvia fresca, y se entrego a ella, dejando que su conciencia se hundiese en aquellas tranquilas y brillantes profundidades...
Se movia con facilidad y gracia, como un pez, en un mundo compuesto solamente de agua. Formas extranas y elementales danzaban en los limites de su campo visual, y un alegre murmullo llenaba su mente, dando a sus pensamientos una serenidad que no habia conocido hasta entonces. Absorbio este sentimiento, dejando que impregnase su ser y extrayendo de el mas fuerza, mientras se dirigia con aplomo hacia el tercero de los siete planos astrales.
Y entonces, subitamente, se encontro en el aire. Un aire que gemia y chillaba a su alrededor, soplando y girando con vibrante vida propia. Una fuerte sensacion de vertigo invadio a Tarod, y colores palidos y fantasmagoricos, surcados de vetas mas oscuras, bailaron ante sus ojos. Pero siguio adelante, dejandose llevar por el furioso vendaval, retorciendose y girando con las corrientes de aire, hasta que...
Le abraso el calor. La arena ardia bajo sus pies y el cielo era un incendio carmesi desde un horizonte a otro, mas espectacular que cualquier puesta de sol. Igual habria podido estar en el corazon del Sol. Una bola de fuego resplandecio sobre su cabeza, con un esplendor fugaz, y surgieron del suelo llamas que parecian arboles exoticos, a pocas pulgadas de el y que se extinguieron al agotarse su breve pero violenta energia. Tarod centro su mente y absorbio algo de aquella violenta energia; ahora habia alcanzado el cuarto plano y el esfuerzo se hacia sentir, a pesar de la fuerza que habia tomado de los tres planos que acababa de cruzar. E inquietando su conciencia estaba el conocimiento de que muy lejos, en otra dimension mas material, el rito de la muerte del Circulo proseguia hacia su espantoso final. Si Keridil evocaba la Llama Blanca antes de que el pudiese alcanzar su meta, su mente seria devuelta al reino de los mortales y el moriria, entre horribles tormentos, sin haber realizado su tarea.
Un surtidor de fuego al rojo vivo broto a solamente un paso delante de el, elevandose hacia el cielo y rugiendo como un alto horno. La forma astral de Tarod temblo al lanzarse hacia el, y entonces ardio el fuego en sus venas, de tal manera que se convirtio en una llama viva que se elevo mas y mas, y hacia afuera, hasta que estallo en un reino de ilusion.
Sonaron risas en las gibosas rocas negras, sobre las que resplandecia enganosamente una aureola de plata. El suelo se movia debajo de Tarod, y en el aire se formaban caras que temblaban y se desvanecian antes de que pudiese identificarlas. Pero, a pesar de la intangibili-dad de este plano, que era, o al menos asi lo creia el Circulo de Adeptos, el mas alto alcanzable por cualquier mago humano, Tarod sabia que se estaba acercando a su objetivo. Un pulso debil y regular latia en la estructura del mundo y, aunque venia de muy lejos, era una senal segura de que su instinto le guiaba bien.
Haciendo un gran esfuerzo, rechazo las seductoras ilusiones y fantasias que le invitaban a dar media vuelta y quedarse alli, e impulso a su mente hacia el sexto y penultimo plano. Hasta entonces, nunca se habia atrevido a perseguir una meta tan alta; pero las barreras que podian haber existido para un simple mortal se derrumbaron a su alrededor, y se encontro en un lugar donde una unica voz, gigantesca, emitia una nota interminable. Rabia, locura y un regocijo infernal se mezclaban en aquella ensordecedora cacofonia, y Tarod retrocedio ante aquella agresion, a punto de perder el control bajo la amenaza de aquel estruendo que le empujaba al abismo de la locura. Trato desesperadamente de dominar sus sentidos, sabiendo que no podria resistir a aquella voz y que debia dejarla entrar, dejar que le atravesara...
Con la pequena parte de su mente que todavia se aferraba a la realidad terrena, sintio que estaba a punto de desintegrarse bajo la violencia estridente de aquella voz; pero en el momento en que parecio que iba a ser vencido por ella, apelo a su voluntad en un ultimo y desafiador impulso...
El universo estallo en un silencio total.
Tarod tuvo la impresion de haber vuelto al plano fisico, de haber recobrado su cuerpo humano. Cada movimiento muscular le producia un dolor lacerante y se sentia magullado hasta los huesos, como si se hubiese arrastrado moribundo despues de una batalla de locura. Pero habia conseguido abrirse paso hasta el septimo y mas alto plano. Solamente una barrera se alzaba ahora en su camino, y era la que tenia ante el.
Era un muro de absoluta oscuridad, sin limites en ninguna direccion. Mas alla le esperaba la prueba mas grande y terrible, y Tarod hizo acopio de todas las fuerzas que le quedaban para enfrentarse a ella. Necesitaba solamente pronunciar una palabra para que la negra pared se derrumbase y le dejase pasar... , pero la mera idea de esta palabra le llenaba de repulsion. Su lenguaje habia sido creado cuando apenas se habia formado la trama del universo y era tan diferente del habla humana que casi le resultaba insoportable. Incluso ahora, al formarse en su mente, sintio deseos de volverse y echar a correr...
Tarod jadeo y cerro furiosamente los punos. Abrio los labios y pronuncio la palabra, aferrandose a los ultimos jirones de su voluntad, obligandose a escuchar y absorber las monstruosas silabas que llenaban su ser.
La pared se lanzo sobre el, y Tarod quedo suspendido en el centro mismo de la oscuridad.
Lo habia logrado. Habia cruzado la barrera y alcanzado el extrano espacio multidimensional que se extendia mas alla de los siete planos: su meta final.
Inconscientemente, los musculos contraidos de su cuerpo astral se relajaron, y Tarod empezo a balancearse. El ritmo era absolutamente perfecto. Y Tarod, al moverse, sintio que empezaba el cambio. El sordo latido que se habia dejado oir en los limites de su conciencia se fue acercando hasta convertirse en una enorme palpitacion, de la que eran eco las pulsaciones de la sangre en sus venas. Sintio corrientes que pasaban junto a el y a traves de el. El propio tiempo bailaba y se retorcia y alabeaba... y al fin, envuelta en una espesa oscuridad, se le aparecio una forma monstruosa.
Era un Pendulo muy grande que se movia en la sombra, oscilando en un arco largo que pasaba a traves de miles de cambiantes dimensiones que seguian indefectiblemente el ritmo de su balanceo. Tarod sintio un profundo asombro al hallarse en presencia de un poder cuya verdadera naturaleza le resultaba incomprensible. Sabia que