—
—
La mente de Tarod se retorcio, protestando, y la voz sibilante e impersonal se extinguio, dejando solamente el recuerdo de sus apremiantes palabras. Solamente el recuerdo... No habia sido mas que un sueno doloroso, una ilusion enganosa. No significaba nada... Suspirando en silencio, dejo que su conciencia se hundiese de nuevo en el vacio.
—Por la Voluntad de Aeoris, ?el mal sera sujetado!
— ?Sujetado por la Voluntad de Aeoris!
—Por la Sangre de Aeoris, ?el mal sera azotado!
— ?Azotado por la Sangre de Aeoris!
—Por la Espada de Aeoris, ?el mal sera partido!
— ?Partido por la Espada de Aeoris!
—Por el Fuego de Aeoris, ?el mal sera destruido!
— ?Destruido por el Fuego de Aeoris!
El lento y terrible cantico resonaba en la profundidad insondable del Salon de Marmol, y la voz del Sumo Iniciado se elevaba en un estado de trance y era respondida por el contrapunto de los Adeptos.
Una luz palida y extrana resplandecia alrededor de Keridil, que sentia como aumentaba su poder como una marea creciente, mientras el canto inexorable proseguia, alimentado por la voluntad conjunta del Circulo que formaba ahora un anillo completo a su alrededor y en torno al macizo altar de madera negra. La sensacion era vertiginosa, casi terrorifica, y tuvo la impresion de que las innumerables sombras de sus predecesores estaban detras de el, infundiendole su antigua fuerza. Por muy grandes que hubiesen podido ser un dia los poderes de Tarod, un destello de divinidad parecia brillar ahora en Keridil a medida que cobraba impulso el rito tanto tiempo olvidado.
Tarod salio de la vasta negrura de la inconsciencia cuando resono en sus oidos la salmodia de los Adeptos. Un dolor agudo y pulsatil sacudia todo su cuerpo, adquiriendo su maxima intensidad en la mano izquierda; no podia moverse... Haciendo un esfuerzo, entreabrio los ojos pero volvio a cerrarlos a causa de un rayo cegador de luz blanca-azulada que parecia suspendido en el aire delante de el. Sintio la presencia de algo inhumano; algo que llenaba de fuerza el Salon, que le sujetaba sin esfuerzo sobre una superficie dura como el hierro.
El rayo de luz se movio, de pronto, al subir de tono el cantico, y entonces se dio cuenta Tarod de donde estaba. Yacia boca arriba sobre el altar, con la cabeza colgando hacia atras, y la luz era el brillante reflejo que centelleaba a lo largo de la enorme espada que sostenia Keridil Toin con ambas manos. Tarod sintio el vibrante calor que desprendia la hoja como un aliento infernal sobre la frente y vio la cara del Sumo Iniciado iluminada por su resplandor, cerrados los ojos, como una mascara de inspirada concentracion.
El rito habia empezado... y el era impotente para detenerlo. Las fuerzas conjuradas por el Circulo le tenian firmemente sujeto y ahora Keridil empezaba a cantar los misteriosos canticos de Exhortacion y Exorcismo que harian que los dioses condenasen a su victima. Esto se alcanzaria pronto... y cuando la ceremonia llegase a su frenetico punto culminante el Sumo Iniciado evocaria la Llama Blanca, el fuego puro y sobrenatural que, segun la leyenda, ardia eternamente en el corazon de Aeoris y era lo unico que podia destruir la esencia de un demonio del Caos.
Broto sudor de la piel de Tarod, como si su cuerpo sintiese ya el contacto de la Llama Blanca. No queria morir... y al darse cuenta de ello sintio al mismo tiempo como un martillazo. Afluyo a su mente toda la furia contenida en su interior y que las drogas de la Hermana
Erminet habian mantenido a raya. Antes de que le rompiesen la mano para quitarle el alma -piedra, nada le habia importado su propio destino. Pero ahora se habia apoderado de el una nueva sensacion... una necesidad furiosa, salvaje, de aferrarse a la vida, de desafiar y vencer al Circulo, eclipsando cualquier otro deseo. Y algo mas..., algo que solo gradualmente se manifestaba al despertar sus sentidos.
El Sumo Iniciado seguia cantando y los Adeptos casi vociferaban sus respuestas, alcanzados tambien por la increible sobrecarga de poder. Pero sus voces resbalaban sobre Tarod, sin conmoverle. Cuidadosamente, fijo toda su atencion en el dolor lacerante que llenaba su cuerpo. Y el dolor menguo... Entonces concentro una pequena parte de su voluntad en la mano izquierda...
El dolor desaparecio del todo, y cuando trato de doblar los dedos, supo que volvian a estar enteros, que el dano infligido por Keridil habia sido remediado como si nunca se hubiese producido. Y empezo a comprender.
Keridil habia tomado la piedra que contenia su alma, pero el Sumo Iniciado no habia contado con el efecto que esta accion podia surtir en su enemigo. Si a un mortal le quitaban el alma, era como una cascara vacia; pero Tarod no era enteramente mortal. Al perder la piedra, habia perdido sus lazos con el tremendo poder del Caos, pero tambien habia ganado algo que ni el ni el Circulo habian previsto. Todavia conservaba poder, y era un poder despojado de todos los tabues y restricciones impuestos por la humanidad, porque ya no era humano.
Creia que este poder era lo bastante grande para salvarle. El camino estaba plagado de peligros en comparacion con los cuales pareceria un juego de ninos el rito de la muerte del Circulo, pero ahora Tarod era incapaz de sentir miedo. Tambien era ajeno al dolor y a la conciencia: una frialdad total habia sustituido en su corazon los escollos de la emocion humana. Aunque habia luchado por dominar las fuerzas devastadoras que yacian en el fondo de su ser, sabia que podia apelar a ellas si queria, que estaban alli, latentes, esperando. Ahora las emplearia sin reparo, y si esto significaba liberar el poder del Caos que llevaba dentro, no le importaba. El Circulo deberia cargar con las consecuencias.
La enorme espada pendia sobre su cabeza, todavia con aquel vibrante resplandor que disipaba la temblorosa niebla del Salon de Marmol. La voz de Keridil se elevo, estridente, y los Adeptos medio gritaron y medio cantaron una funebre endecha como contrapunto. Poco a poco fue aumentando el brillo de la hoja, y Tarod sintio que unas fuerzas tremendas le arrastraban hacia abajo, tratando de poner su mente en poder del Circulo. El se resistio en silencio, pero, aunque se desvanecio aquella influencia, comprendio que el tiempo se estaba agotando rapidamente.
El tiempo. Era como si hubiese girado una llave en su memoria, abriendo un deposito de conocimiento tan antiguo que no habia advertido su existencia. Yandros, a su enigmatica manera, se habia referido a el, pero Tarod no lo habia comprendido del todo, hasta ahora...
Antiguamente, cuando reinaban los Ancianos, el Tiempo habia sido un juguete de los Senores del Caos. Las mentes inhumanas que habian guiado las manos que construyeron este Castillo lo habian elegido como centro de su manipulacion de las fuerzas temporales, y seguia conservando esta antigua calidad. El Circulo nunca habia sido capaz de descubrir sus misterios: Tarod, como Adepto del Circulo, habia sido tan ignorante como ellos. Pero ahora, el secreto le habia sido revelado...
El cantico era como un sonido solido que fuera golpeando sus sentidos a medida que el ritual se acercaba a su punto culminante. Tarod cerro los ojos, borrando la imagen de Keridil en estado de trance. Algo oscuro se cernio sobre el borde de su campo visual interior, y lo reconocio como emanado de debajo de donde el yacia, del circulo negro que marcaba el centro de las peculiares dimensiones del Salon de Marmol. Dejo que su mente lo siguiese, sintio que le llamaba... y, poco a poco, el mundo real se desvanecio, hasta que su conciencia pendio, sola e inmaculada, en la oscuridad. Sus ojos se empanaron debajo de los parpados cerrados, y un trance mucho mas profundo que el del Sumo Iniciado se apodero de el...
Una pared de roca vertical le cerro el camino. El negro basalto, resplandeciente por las pulidas facetas de cristales incrustados en su superficie, se elevaba hacia un ciclo sulfuroso, sin ofrecerle paso alguno. Tarod, haciendo un gran esfuerzo, recordo; despues levanto una mano y dijo una sola palabra.
Se oyo un fuerte estampido y la roca se abrio, y una intensa luz verde broto de la estrecha fisura. Tarod avanzo, sintiendo que la roca la envolvia, y vio dentro de la pena un pozo que se hundia en la nada. La verde radiacion procedia de aquel pozo, y se dirigio hacia el.
Se detuvo. La voz habia venido de ninguna parte, y la radiacion verde empezo a temblar como si una presencia invisible la agitase. La memoria desperto de nuevo, y Tarod formulo mentalmente una severa pregunta.