aquella imagen era solamente una fraccion diminuta de la verdadera forma del Pendulo, pues este era la fuerza que controlaba todo el Tiempo, en todos los innumerables planos y dimensiones del universo. Pero el Salon de Marmol era y habia sido siempre, para los que sabian emplearla, una puerta para llegar al aspecto del Pendulo que abarcaba la dimension del Castillo. Y aqui, en este oscuro momento, el destino de Tarod estaba inextricablemente ligado al titanico artefacto que marcaba los movimientos del Tiempo en su propio mundo.
Si podia hacerlo, si podia parar el Tiempo, entonces el dia y la noche no significarian nada, cesaria todo movimiento, y todas las almas vivas dejarian de existir hasta que el Tiempo reemprendiese su marcha. Todas las almas vivas... Tarod sonrio debilmente. Como ahora no tenia alma, solo el viviria en el Castillo, y podria realizar la busqueda a que se habia obligado.. , aunque ahora no alcanzaba a saber su verdadera naturaleza. Pero no importaba: cuando tuviese de nuevo la piedra en su poder, su voluntad prevaleceria.
Concentro toda su atencion en un prisma brillante que habia en el centro del Pendulo del Tiempo. Poco a poco, con dolorosa lentitud, el gran disco se fue acercando, parecio dilatarse hasta que sus proporciones llenaron el aire y se apoderaron de la mente de Tarod. El sabia lo que vendria ahora, y se preparo para recibir el choque inicial. Cuando este se produjo, en el momento en que el Pendulo y el se fundieron y convirtieron en uno, el dolor que le invadio fue mucho, muchisimo mas fuerte de lo que habia esperado. Tuvo que luchar desesperadamente para no gritar, y el Pendulo siguio arrastrandole, con un balanceo cada vez mas fuerte. No podria aguantar mucho mas tiempo; la fuerza del Pendulo le dominaria y, cuando el no pudiese controlarla, le despedazaria y destruiria.
Tarod penso en la Llama Blanca, a la que ahora debia estar llamando Keridil de su otro mundo para que se manifestase. Contuvo el aliento al balancearse con el Pendulo del Tiempo, e hizo acopio de sus ultimas fuerzas para unirlas en un solo rayo de energia pura. El momento tenia que ser exacto...
Un grito que ninguna garganta humana habria podido lanzar resono a traves de la dimension y, de pronto, violentamente, Tarod se detuvo.
Fue como si hubiese sido lanzado al epicentro de un gigantesco terremoto. Las sacudidas se sucedieron, estruendosas y terribles; la oscuridad se retorcio y se deshizo en un millon de fragmentos, al detenerse chirriando el Pendulo del Tiempo.
Al pararse el disco macizo en la mitad de una oscilacion, una tremenda explosion lanzo a Tarod hacia atras. Una luz insoportable se encendio en su cabeza y entonces, su cuerpo choco contra una dura superficie fisica, y perdio el conocimiento.
Cuando volvio en si estaba tendido boca abajo sobre una piedra, y tenia la boca y la nariz llenas de polvo. Tosia y la cabeza le daba vueltas. Trato de levantarse y cayo hacia atras lanzando un gemido al sentir un dolor terrible en el brazo izquierdo. La fuerza que le habia lanzado y devuelto al mundo material habia hecho que chocase contra el suelo, y el hueso del brazo estaba fracturado. Por un instante, sintio ganas de reir: al parecer, se habia cerrado el circulo y, por segunda vez en su vida, habia llegado al Castillo de la Peninsula de la Estrella como un forastero lesionado y perdido.
Pero esta vez la diferencia era grande. Tarod ordeno en silencio que se compusiera el hueso, y el dolor desaparecio inmediatamente. Doblo el hombro y la muneca y sonrio, cenudo. Con independencia de lo que hubiese podido lograr, la fuerza despertada por su perdida de humanidad no se habia reducido. Vivia y era libre. En cuanto a lo que veria cuando recobrase la fuerza fisica suficiente para levantarse y mirar a su alrededor, ni siquiera trato de imaginarselo. Lo unico que sabia era que habia frustrado los planes del Circulo, y este conocimiento le hizo suspirar de alivio.
Ansiaba dormir. A pesar de sus facultades curativas, su alma... , no, se corrigio, su mente... padecia por el esfuerzo titanico que le habia impuesto su empresa, y sin duda se habria quedado dormido donde estaba si hubiese apoyado simplemente la cabeza en un brazo. Pero esto tenia que esperar: ante todo tenia que saber el desenlace final de lo que habia hecho.
Se levanto, envarado. El Salon de Marmol estaba a oscuras, y esto le desconcerto. La niebla centelleante, con su peculiar luz intrinseca, se habia desvanecido, y los sentidos advirtieron a Tarod que no estaba rodeado de un vasto espacio, como habia esperado, sino de paredes que tal vez estaban solamente a pocos palmos de distancia...
Esto le produjo una subita impresion. No estaba en el Salon de Marmol, ?sino en la biblioteca del Castillo! Rapidamente, adapto los ojos verdes a la oscuridad y distinguio las vagas siluetas de los estantes que le rodeaban. Muchos de ellos se habian roto por la fuerza del terremoto, y todos los libros y manuscritos del Castillo yacian desparramados por el suelo.
Una quietud irreal imperaba en el sotano. Nada se movia. Tarod tuvo entonces un presentimiento, la certidumbre de que algo andaba mal y al crecer este temor dentro de el, se encamino a la puerta abierta que conducia al Salon de Marmol.
Esta vez no brillaba la cegadora luz de plata. La puerta del Salon de Marmol tenia un fulgor mate de estano, e incluso antes de llegar a ella, la intuicion advirtio a Tarod lo que iba a suceder. Alargo un brazo y, a tres pulgadas de la puerta, su mano fue detenida por una barrera invisible. Hizo un segundo intento, y un tercero, pero siempre con el mismo resultado. Y al fin comprendio lo que ocurria.
Las fuerzas que los inhumanos arquitectos del Castillo habian montado en el Salon de Marmol eran tan caprichosas y tortuosas como sus creadores. Si, el habia conseguido detener el Pendulo del Tiempo; y el Castillo y sus moradores estaban paralizados y retenidos en un limbo, y el habia ganado una especie de inmortalidad. Pero el Tiempo se habia desviado mas sutilmente de lo que habia imaginado Tarod; el momento del que dependia el Salon de Marmol no habia coincidido exactamente con aquel en que habia sido inmovilizado el propio Castillo, y esto hacia que el Salon quedase fuera de su alcance.
Y el alma-piedra estaba atrapada, junto con los Adeptos del Circulo, como una mosca en ambar, detras de aquella puerta...
Tarod sintio algo muy parecido a la desesperacion. Haber conseguido tanto y verse frustrado por un capricho del destino cuando todo parecia estar en sus manos, era una ironia cruel. Levanto la mano izquierda, mirando la torcida montura de plata del anillo que permanecia aun en su dedo indice. Sin la piedra, se hallaba en un callejon sin salida posible; necesitaba recobrarla si queria mantener alguna esperanza de destruirla al fin, y sin embargo, no podia poseerla sin traer de nuevo el tiempo y, con el, toda la colera del Circulo.
Poco a poco, se aparto de la puerta mate y volvio a la biblioteca. Durante un rato permanecio inmovil entre los libros desparramados, absorbiendo la muerta y silenciosa atmosfera. Ahora era alli el unico ser viviente.
Ahora. Tarod sonrio tristemente al darse cuenta de que aquella palabra ya no significaba nada. ?Que era de un mundo en el limbo? ?Que era de sus habitantes? No sentia compasion por Keridil y el Circulo, y muy poco rencor o resentimiento. El amargo gustillo de la traicion permanecia, pero ya no le inquietaba; era como si su corazon se hubiese helado dentro de el. Al renunciar a su humanidad, habia renunciado tambien a las emociones propias del ser humano, y penso, despreocupadamente, que parecia un precio muy pequeno.
Por fin salio Tarod de la biblioteca. Al llegar al patio, se detuvo para contemplar el cielo. Un tetrico resplandor rojo oscuro parecia cernirse mas alla de los negros muros del Castillo, dando relieve a las cuatro gigantescas torres y proyectando una radiacion irreal sobre todo lo que tocaba. Tarod sonrio ante esta prueba de la inmensidad de las fuezas que habian tenido que desencadenarse en esta dimension en el momento en que habia cesado el Tiempo. Mas alla del Castillo, mas alla del Laberinto y el puente, el mundo vivia y seguia respirando; pero el Castillo de la Peninsula de la Estrella ya no formaba parte de el. El Tiempo les habia separado; nadie podia entrar, y el no podia salir: estaba preso en la trampa que el mismo habia montado.
Se volvio y camino a lo largo de la columnata que conducia a la puerta principal del Castillo. El resplandor carmesi habia penetrado en el interior y relucia detras de las puertas abiertas como un lejano fuego infernal. Tarod subio la escalinata, pero se detuvo antes de entrar. Alli tenia que haber habido actividad, a pesar de la macabra ceremonia que se estaba celebrando. Criados cuidando de sus menesteres incluso en la oscuridad; una multitud en el comedor, agrupandose alrededor del hogar apagado para murmurar y especular y calmar sus temores. En algun lugar, Sashka habria estado durmiendo, o velando en espera del regreso de Keridil...
Un eco de su perdida humanidad hizo que Tarod se estremeciese al pensar en lo que podria ver si cruzaba el umbral de la puerta. ?Estatuas silenciosas, petrificadas en la flor de la vida? ?Fantasmas? Domino su inquietud y entro en el Castillo.
Alli no habia nadie. Pasillos en silencio, habitaciones vacias. Nada. El comedor le acogio, frio y sin vida y habitado solamente por sombras que acechaban en los rincones que la vaga radiacion roja no podia alcanzar.