—?Si conocieras a Esti, se te habria ocurrido! ?Yo lo hubiera sabido, maldita sea! ?Es mi hermana, para mi resulta tan transparente como el agua, y hubiera podido predecir exactamente lo que haria! ?Por que no me lo dijiste?

Indigo meneo la cabeza con desesperacion.

—Debiera haberlo hecho. Ahora me doy cuenta. Pero no queria hacer nada que pudiera despertar las sospechas de Esti, o dejar que el demonio se diera cuenta de lo que sucedia. — Sonaba poco convincente, lo sabia; pero era la verdad.

—Ya veo —repuso Fran con frialdad—. No pensaste que podias confiar en que yo guardaria el secreto, ?verdad? —Dos furiosas manchas rojas aparecieron en sus mejillas, y su voz se volvio apasionada bruscamente—. Piensas que soy una criatura. Tu, con toda tu sabiduria y superioridad, crees que siempre sabes lo que es mejor! ?Bien, muy bien! ?Pues espero que te conforte saber que toda tu sabiduria y toda tu superioridad puede ser que hayan acabado con mi hermana!

—Fran...

?No! —Fran se dio la vuelta y empezo a recoger su bolsa—. Al diablo contigo, Indigo. ?No pienso seguir escuchando! ?Me voy en busca de Esti, y la voy a rescatar de las garras de esa monstruosidad... y tu puedes hacer lo que te plazca!

Se cargo la bolsa a la espalda y se habria alejado si Indigo no le hubiera gritado:

—?Fran! ?Ni siquiera sabemos que direccion tomo!

Fran vacilo, luego se volvio para mirarla. Por un instante ella penso que el joven podria estar demasiado furioso para comprender lo que ella habia dicho, pero al cabo de un momento Fran lanzo un furioso juramento, y arrojo la bolsa al suelo al tiempo que su rabia se esfumaba de repente.

—?Oh, Madre Todopoderosa... ! —Se llevo una mano al rostro en un gesto de desesperacion.

—No quiero pelearme contigo, Fran —dijo Indigo con suavidad; se sentia como si pisara hielo quebradizo, pero tenia que intentar reparar su desavenencia, si le era posible—. Y estoy dispuesta a admitir que estaba equivocada, muy equivocada. No puedo cambiar mi error, pero quiero repararlo. —Se interrumpio. Fran permanecia inmovil, su rostro era una mascara impenetrable, pero al menos la escuchaba—. Si queremos tener alguna esperanza de encontrar a Esti hemos de hacer lo que sugeriste antes: buscar pistas, y elaborar un plan. Es nuestra unica posibilidad.

Se produjo un silencio durante un rato. Luego, muy despacio, Fran asintio con la cabeza.

—Muy bien. En eso al menos, tienes razon. —Levanto la vista y le devolvio la mirada con un residuo de resentido veneno aun en sus ojos—. Pero esta vez se hara segun diga yo. —Se golpeo el pecho con un dedo—. Yo.

Indigo se dijo que el muchacho no podria hacerlo peor de como lo habia hecho ella, de modo que le respondio llena de contricion:

—Si. Como tu digas.

La pista, cuando la encontraron, resultaba tan evidente que ninguno de los dos creyo ni por un momento que se tratara de un accidente. A diez metros de donde habian dormido vieron un destello de insolito color sobre la hierba y descubrieron un brazalete hecho de pequenas cuentas de cristal barato sobre el negro suelo.

—El brazalete de la suerte de Esti. —Fran lo miro sorprendido—. Y ni siquiera se ha roto. Debe de haberlo dejado caer deliberadamente. Queria que supieramos en que direccion se iba... o lo que sea que la controle queria que asi fuera.

—Bien, eso, o lo dejaron para enganarnos.

El muchacho la miro de soslayo. La atmosfera entre ambos no era comoda aun y el menor atisbo de critica —aunque fuera imaginado— le hacia saltar. Apreto el puno y aplasto el brazalete.

—No me importa. Hemos perdido demasiado tiempo ya, y tanto si esto es un engano como si no, voy a seguirlo. —Hizo una pausa—. ?Vienes?

Indigo no discutio. El brazalete podia llevarlos a seguir una pista autentica o falsa; pero

no tenian otra eleccion que confiar en el.

—El terreno asciende un poco —dijo a Fran indicando hacia adelante—, parece seguir asi por un kilometro o dos. Desde la cima de la elevacion podremos obtener una mejor panoramica del terreno.

—De acuerdo. Entonces pongamonos en marcha, y rapido.

Establecieron un regimen alternado de caminar y correr, avanzando unos cincuenta pasos cada vez, mientras se turnaban para llevar la tercera bolsa que Esti habia abandonado. Este ritmo les permitia mantener un buen paso al tiempo que conservaban energias y cuando por fin llegaron a la cima de la lejana elevacion ambos jadeaban solo muy superficialmente.

El panorama resulto decepcionante, sin embargo. Aunque el curioso brillo plateado del cielo les permitia un buen campo visual hasta una gran distancia en todas direcciones, no habia nada que ver excepto el desierto e interminable paramo que se extendia, al parecer, hasta el infinito.

Fran maldijo en voz baja al extinguirse la esperanza que habia alimentado.

—Tiene que haber algo —mascullo—. No puede seguir asi eternamente. No puede.

—No creo que lo haga.

Indigo entrecerro los ojos en un esfuerzo por escudrinar las partes mas alejadas del terreno. Volvia a pensar en la teoria, olvidada a la luz de acontecimientos mas urgentes, de que la fuerza de voluntad podria ser capaz de controlar el equilibrio entre ilusion y realidad en este mundo. ?Podria ser posible que, bajo la mascara de este paramo interminable e inmutable, les aguardaran los autenticos contornos de la dimension del demonio y todo lo que esta contenia, si eran capaces de reunir la fuerza de voluntad suficiente para verla?

Suspiro y desecho la idea. Aunque esto fuera verdad, ni ella ni Fran sabian como abrir la puerta; y sin ese conocimiento la especulacion resultaba inutil. Solo una indicacion, penso. Solo una senal. Sin duda, como habia dicho Fran, debia de haber algo.

Desalentada tanto por su propio ensueno como por la aridez del paisaje, se inclino para recoger la bolsa de Esti, lista para seguir adelante. Pero mientras se la colgaba al hombro, Fran le sujeto de repente el brazo, al tiempo que miraba a lo lejos.

—Algo se mueve. —Senalo con el dedo, y su voz se elevo_ excitada—. Alli, a lo lejos, ?mira!

Indigo se volvio. En la distancia, claramente destacada contra el plomizo telon de fondo, vio una forma palida y borrosa. La distancia le daba un aspecto parpadeante y fantasmal, pero no habia la menor duda de que se movia, aunque despacio y de forma erratica, en medio de la penumbra.

Indigo se escucho contener la respiracion con fuerza al tiempo que Fran volvia a hablar.

—?Humana? —El joven la miraba con ojos enfebrecidos.

—Es imposible estar seguro desde aqui —le respondio, mordiendose el labio—. Pero... eso creo.

—Y avanza en la misma direccion que nosotros. Es Esti... ?tiene que serlo! —Le cogio la otra bolsa de la mano, y se la paso sobre el hombro junto con la suya propia, y empezo a andar—. ?Vamos!

Echaron a correr dando traspies. El terreno era mas accidentado en este lado de la elevacion, lleno de declives y matas que facilmente podian provocar una torcedura de tobillo; y las pesadas bolsas dificultaban su equilibrio y convertian en irregular su avance, Indigo temia que Esti pudiera verlos perseguirla; pocas posibilidades tendrian de alcanzarla, ya que no llevaba ninguna carga, si decidia eludirlos. Pero al parecer no habia advertido su presencia, ya que siguio andando sin variar el ritmo.

Ganaron terreno con rapidez a su presa, y estaban ya a poca distancia de ella cuando ambos se dieron cuenta con gran contrariedad por su parte de que, aunque la figura que tenian delante era humana, y la de una mujer, desde luego no se trataba de Esti.

—?Madre de Toda la Vida! —Fran se detuvo sin aliento y su voz se quebro

desilusionada—. ?Es uno de los caminantes dormidos!

La mujer llevaba puesto tan solo un camison de lana, y su larga cabellera, que por una ironica coincidencia tenia casi el mismo color que la de Esti, le colgaba por la espalda en una soja trenza medio deshecha. Ahora que estaban mas cerca, Indigo y Eran pudieron ver que la mujer no controlaba en absoluto su avance por el paramo; ciega a agujeros y protuberancias, andaba tambaleante siguiendo una inmutable linea recta como un animal indefenso inconsciente a todo lo que no fuera la llamada del instinto. Y con una sensacion de horror que les surgio de la boca del estomago, observaron que sus brazos desnudos estaban tan delgados como si se les hubiera extraido la carne y la sangre, dejando solo los huesos pelados bajo la demacrada capa de piel.

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