de gallina al tiempo que el aire se volvia frio como el hielo. Con una voz que mostraba toda la desapacible y mortifera furia de una tormenta artica, el demonio dijo:

—Ah, Indigo. Ahora si que me has hecho enojar.

La plataforma empezo a temblar. Fran perdio el equilibrio y cayo, mientras que Esti se aferraba al telon con tanta fuerza que casi hizo que le cayera encima, y Grimya, aturdida todavia por la sorpresa, retrocedia lloriqueando a un rincon. Pero Indigo sintio como las tablas se arqueaban bajo sus pies, escucho el crujido de protesta de la madera, y sonrio:

—No, demonio. No puedes destruir lo que hemos creado. Lo que hemos creado es real, y careces de poder para controlar la realidad.

—La realidad quiza no —rio con suavidad el ser—. Pero si la ilusion. Y me parece que aun tienes una leccion que aprender.

La plataforma dejo de temblar. Por un instante se produjo un silencio total; y entonces un sonido que iba mas alla del sonido atrono la plaza. El cielo color estano se volvio negro como la pez, y de la negrura surgieron constelaciones que empezaron a brillar friamente sobre la escena. El terrible ruido murio, y empezo a soplar el viento, un vendaval glacial que gemia sobre los tejados de las casas y arrojaba rafagas de nieve al rostro de Indigo. Y de pronto, surgida de la noche polar, la joven escucho la primera pisada titanica de algo que se acercaba.

Un terror engendrado por siglos de leyenda hundio sus aceradas garras en el estomago de Indigo. El Innominado avanzaba hacia ellos desde las gigantescas montanas de hielo y arrastraba ante el las poderosas galernas invernales; la muchacha sintio que temblaba a medida que el panico se apoderaba de ella; y sus ojos se vieron atraidos hacia las alturas, hacia el negro cielo, donde entre las constelaciones sabia que veria las dos estrellas gemelas que no eran estrellas sino los lejanos y relucientes ojos del precursor sin forma que

anunciaba la caida del cielo...

«?Ilusion!» El grito estallo en su mente como una llamarada, y algo se abalanzo contra ella y la arrojo al suelo. Se golpeo contra la dura realidad del escenario, gritando mientras las atronadoras pisadas del Innominado resonaban en sus oidos.

«?Ilusion, Indigo! ?Ilusion!» Los dientes de Grimya se habian cerrado sobre el hombro de su camisa y la loba se retorcio en un esfuerzo por conseguir ponerla en pie. Indigo rodo por el suelo, quedo tendida sobre el y empezo a proferir un grito incontenible mientras las espectrales pisadas sonaban una y otra vez, cada vez mas cerca...

—?A... yudadme!

Grimya se volvio, soltando a Indigo al tiempo que ladraba su desesperado llamamiento a los aturdidos Brabazon. Esti estaba paralizada, demasiado confundida para moverse; pero Fran si reacciono. Retomo su flauta, una cascada de notas —cualquier cosa, cualquier melodia, no importaba— trino sobre el escenario y corto el terrible ruido producido por la llegada del Innominado. La musica actuo sobre Esti como un bofeton: se tambaleo hacia atras, y sus ojos recobraron la conciencia al tiempo que comprendia lo que Fran intentaba.

—?Papa! —grito a Constan, quien permanecia acurrucado contra el borde de la plataforma con Cari bien sujeta entre sus brazos—. ?Papa, toca! ?Toca..., Fran no puede conseguirlo solo! —Extendio los brazos en un intento por arrebatarle a Cari y subirla al escenario—. ?Ayudanos!

Cari cayo sobre las tablas del escenario, mientras Constan trepaba detras de ella. Grimya habia conseguido sentar a Indigo, y esta sacudia la cabeza mareada. Musica... Fran tocaba, obligaba al Innominado a retroceder, y el Innominado no era mas que un mito, un fantasma, una ilusion; pero la nieve todavia azotaba sus mejillas, y el viento aullaba como un millar de almas condenadas...

—?Cari, baila conmigo! —chillo Esti a su hermana por encima del gemido de la galerna, y la zarandeo como si se tratara de una muneca de trapo. La cabeza de Cari rodo sobre sus hombros; la joven lanzo una boqueada y se aferro a los brazos de Esti—. ?Baila! —grito Esti de nuevo—. ?Estamos en Bruhome! ?Las fiestas, Cari, las Fiestas de Otono! ?Baila conmigo!

Fran, al escuchar su frenetica exhortacion, empezo a tocar una alegre danza llamada Las Alegres Doncellas, en la que tradicionalmente Cari y Esti siempre sacaban a bailar al publico. El pie del joven golpeo el suelo con fuerza para marcar el ritmo, y los vidriosos ojos de Cari parpadearon.

—?Ohhh... !

?Baila!—aullo Esti, y tiro con fuerza de los brazos de su hermana, la hizo girar y la obligo a saltar para mantener el equilibrio.

De pronto el cuerpo de Cari, si no su mente, parecio comprender, y a los pocos instantes ella y Esti reproducian los diferentes pasos de la danza. Constan, que hasta entonces habia estado demasiado asombrado para hacer otra cosa que no fuera contemplar la escena boquiabierto, sacudio la cabeza con energia y se llevo ambas manos a la cabeza como si luchara por suprimir el aullido del viento y el ruido de las pisadas del Innominado. El demonio se reia de el, se reia... ?no podia permitir que se rieran de el! ?No se burlaria de el! E Indigo precisaba su ayuda, ?Indigo habia salvado a Cari, y ahora lo necesitaba!

Flexiono las anchas manos, y sin que ejerciera un control consciente sobre sus dedos estos se doblaron en un gesto familiar ante sus ojos. Madera y resina; y el arco en su mano, y las cuerdas vibrando bajo sus dedos...

Constan lanzo un alarido de sorprendida alegria mientras el violin, su propio violin, estropeado y rayado y precioso para el, se materializaba en sus manos, y escucho como su voz se elevaba para mezclarse con la flauta de Fran.

—?Mas fuerte! —rugio a Fran, arrastrado por su exito—. Vamos, muchacho, ?donde tienes los pulmones? ?Mas fuerte y mas rapido! ?Bailad, muchachas... ! ?Bailad hasta convertir a ese engendro en polvo!

La luz hizo su aparicion de pronto al encenderse de nuevo las dos antorchas mas cercanas al escenario, galvanizadas por el esfuerzo conjunto de Fran y Esti, y su brillante iluminacion cayo sobre el rostro de Indigo. El fuego lucho contra el hielo por un instante, y entonces la nieve, la ilusion, se desvanecio, y la conciencia regreso con una violenta sacudida. El Innominado... Pero no, se habia marchado, jamas habia existido...

«?Indigo, levantate! ?Levantate! ?Hemos de ayudar a, Constan!»

Grimya saltaba a su alrededor describiendo un circulo, las orejas pegadas a la cabeza y mostrando los dientes, excitada. Medio deslumbrada por la luz de las antorchas, Indigo intento apuntalarse, se incorporo, se tambaleo...

La musica. Constan y Fran. Sus dedos volaban sobre sus instrumentos mientras Esti y Cari giraban como derviches presas de demencial energia. Y el demonio...

El demonio se habia convertido en un negro torbellino, una elevada columna de furia que se alzaba ante el escenario. Durante una milesima de segundo Indigo clavo sus ojos en el, y entonces, sin advertencia previa, su vision se deslizo a otra dimension, a otro espectro, y vio en el interior de aquel ser; a traves del humo y de la sombra su mirada penetro hasta su mismo centro. No habia nada alli. Nada excepto un vacio, un vortice, un espacio vacio sin vida y sin significado.

—?MALDITO SEAS! —Su voz aullo por encima de la salvaje danza y del ruido de los pies de los Brabazon—. ?NO EXISTES!

Grimya lanzo un ganido y retrocedio cuando, como un arbol que estallara en llamas, la figura de Indigo se ilumino con los cegadores colores del arco iris. Una cabellera plateada cayo sobre sus hombros, unos ojos dorados aparecieron en su rostro, y se convirtio en la criatura-demonio y en la representacion de la diosa y en una virgen y en una madre y en una vieja bruja, y tambien en la representacion del ser humano imperfecto y en constante superacion.

El demonio lanzo un alarido, y veinte esqueleticos reptiles de gigantescas proporciones aparecieron por encima de los tejados de las casas de la plaza de Bruhome, y saltaban y aullaban y agitaban las alas membranosas mientras resbalaban por las tejas. Los ardientes ojos de Indigo se volvieron hacia ellos, y los reptiles se desvanecieron en medio de una llamarada. Mientras sus llameantes pedazos caian sobre los adoquines y se disolvian, las chimeneas de cinco casas empezaron a humear...

El demonio volvio a gritar. En un callejon, se agito una enorme sombra. El Caminante Pardo surgio de entre la oscuridad, ululando y agitando su gran garrote, con un centenar de Ahuyentadores que chirriaban y farfullaban alrededor de su unico y monstruoso pie.

—?NO! —exclamo Indigo; y alli donde habia estado el Caminante Pardo, se encendieron las luces en cuatro ventanas superiores, y un fantasmal fragmento de alegres risas resono desde una lejana taberna en el mismo

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