«Grimya... »

Indigo proyecto el nombre de la loba con toda la energia que pudo reunir; con todo su amor, con todo su instinto protector. Inesperadamente las tablas del escenario se desvanecieron; era hierba lo que habia bajo sus pies desnudos, y un arbol se alzaba a su espalda, sus hojas brillando como oro derretido a la luz de las antorchas. La loba empezo a temblar, y un grunido murio antes de surgir de su garganta.

Grimya.

Esta vez lo pronuncio en voz alta, y con la dulce autoridad que nace de la completa confianza en uno mismo. La voz que surgio de sus labios no era la suya, pero la conocia bien. Poseia el poder; ahora lo sabia. Ella era el poder. El poder para tomar el control. El poder de curar.

—Ah, mi pequena hermana de los bosques. —Clavo una rodilla en tierra, y una mano bronceada, su propia mano y a la vez no la suya, se extendio en direccion a la temblorosa loba—. Reconoceme, mi querida amiga, y ven a mi. Se curada. Se tu misma otra vez.

Grimya gimio. Cuando el ser que era Indigo extendio la mano, mostro los dientes de nuevo e intento morder aquellos dedos extendidos; pero se detuvo. Sus estremecimientos se redoblaron, y por un momento la angustiada mente cuerda de Grimya la contemplo con desesperacion desde los enloquecidos ojos lobunos.

«Por... por favor... » El debil grito mental lucho por llegar hasta ella franqueando un enorme abismo. «Por... favor, ayudame... »

La bronceada mano rozo la cabeza del animal, y un impresionante escalofrio sacudio a la loba del hocico a la cola, Indigo sintio algo de un violento color rojo que palpitaba con fuerza, y un negro nucleo bajo el rojo; algo vampirico, maligno. Se sintio llena de repulsion y desprecio, y por un instante le parecio que contemplaba desde las alturas un cuadro de si misma y de Grimya, como si lo contemplara con otros ojos, desde otra mente. Un ramalazo de luz cegadora resplandecio en su interior; sus dedos se crisparon una vez, y Grimya aullo como una posesa mientras el negro nucleo, el maligno fragmento de la influencia del demonio se desintegraba. Mientras se hacia anicos, la escena alrededor de Indigo parecio retorcerse y desmoronarse sobre si misma. Colores imposibles estallaron ante sus ojos; el mundo se astillo en diminutos fragmentos, se reformo...

Y se encontro arrodillada sobre las tablas desnudas, sollozando y abrazada a Grimya con todas sus fuerzas, mientas la loba le lamia el rostro, entre ganidos...

Se sobresalto de repente, al darse cuenta de que los asustados gemidos de Grimya, eran lo unico que se escuchaba en medio de un silencio total. Rapidamente, con el corazon latiendole con fuerza, Indigo alzo la vista.

La plaza estaba vacia. Las antorchas ardian aun sobre los elevados postes pero los bailarines habian desaparecido. No habia musica, ni gritos, ni exclamaciones, ni parloteos: solo las figuras solitarias de Constan, Esti y Fran, de pie y desvalidas sobre los adoquines, que miraban a su alrededor con perplejidad.

Indigo se puso en pie muy despacio. Grimya se apreto contra su pierna, todavia demasiado conmocionada para hablar o proyectar siquiera cualquier mensaje mental. ?Que habia sucedido? ?No habrian hecho Esti y Fran desaparecer sus ilusiones? O...

La idea se borro de su mente cuando, procedentes de la oscuridad de la calle que conducia al rio, llegaron unos pasos resonantes y acompasados.

—?Constan! —la voz de Indigo restallo por la plaza mientras su premonicion se transformaba rapidamente en certeza—. ?Trae a los otros! ?Regresad al escenario... deprisa!

Los tres Brabazon la oyeron y regresaron corriendo. Fran subio de un salto y luego se volvio para ayudar a Constan, mientras Indigo tiraba apresuradamente de Esti para ayudarla a pasar por encima de las candilejas.

—?Que sucede? —Esti estaba sin aliento y sofocada—. ?Todo se desvanecio de pronto! Y... —Se detuvo y sus ojos se abrieron de par en par al descubrir la presencia de Grimya—. Indigo... —exclamo asustada.

—No pasa nada. —Indigo dirigio una rapida mirada a la loba—. Ahora no hay tiempo para explicartelo, Esti, pero Grimya ya no es un peligro.

Era evidente que Esti no habia presenciado lo sucedido sobre el escenario; pero cuando Constan trepo al escenario, los ojos de Fran se cruzaron con los de Indigo por un breve instante, y la muchacha supo de inmediato que el si habia presenciado la escena. La mirada que le dedico era de enojo, pero el enojo estaba tenido de incertidumbre y de un cierto temor.

Constan, no obstante, no parecio darse cuenta del momentaneo intercambio de silenciosas miradas. Se irguio con cierta dificultad, y se volvio para contemplar las negras fauces de la calle.

—Si eso es lo que creo que puede ser... —empezo sombrio.

Indigo padecia aun los efectos de su experiencia con Grimya, sus sentidos parecian distorsionados y su mente lenta y confusa. Tuvo que hacer un esfuerzo para serenarse.

—Sospecho que lo es —dijo abriendose paso por entre la confusion que la embargaba—.

Y llega antes de lo que esperaba.

Esti atraveso el escenario en silencio —evitando con cuidado a Grimya— para tomar la mano de Fran. Constan les dedico a todos una mirada feroz.

—Muy bien, pues. Ha llegado el momento de que se inicie la segunda parte del espectaculo.

—Aun no.

Indigo clavo los ojos en la bocacalle. Las pisadas sonaban mas fuertes ahora, aunque eran mas lentas. Y podia percibir la presencia de unos ojos, una sensacion casi tangible, que los contemplaban desde la oscuridad.

Una sombra surgio de la entrada de la calle. Se acerco al primero de los postes que sostenian las antorchas, y al pasar junto a el, la antorcha perdio intensidad y se apago.

Paso junto a la segunda luz; tambien esta se extinguio. Esti dejo escapar un debil y nervioso sonido, y Grimya lloriqueo.

A la luz de las restantes antorchas Indigo pudo ver ahora que la sombra poseia forma humana, pero sin sustancia ni rasgos definidos. Se trataba de una silueta, desprovista de detalle. Pero podia sentir de todas formas la cruel intensidad de su mirada.

Una tercera antorcha se estremecio y se apago, luego una cuarta. El demonio se acerco al escenario, y las diminutas candilejas empezaron a perder intensidad.

—?No! —exclamo Indigo con fiereza. Vio como Fran y Esti cerraban los ojos, concentrados en reunir su fuerza de voluntad; y la hilera de luces aumento de intensidad otra vez. El demonio se detuvo.

Entonces la debil y abismal voz que recordaba tan bien de la sala putrefacta dijo, con dulce y compasivo desden:

—Os aplaudo a todos, y os agradezco la diversion. Pero ?oh, sois tan estupidos!

CAPITULO 21

—Somos estupidos, ?no? —La voz de Constan estallo en medio del mortal silencio que se habia apoderado de la escena. Su rostro se sonrojaba cada vez mas, y una vena palpitaba en su cuello con reprimida colera—. ?Ya lo veremos, aborto del averno! ?Ya veremos quien es el estupido!

—?Papa! —Esti le tiro de la manga, horrorizada por su total falta de precaucion—. ?No lo provoques!

Constan se desasio de ella y avanzo con grandes zancadas hasta la parte delantera del escenario, sus ojos se clavaron en la sombra al tiempo que se ponia en jarras con los punos apretados.

?Devuelveme a mi hija! —rugio—. ?O, de lo contrario, por todas las abundantes cosechas que nos concede la Madre, te juro que desperdigare tus restos sobre estos adoquines para que sirvan de alimento a tus repugnantes seguidores!

Una suave risa surgio de la boca invisible de la sombra.

—Constancia Brabazon, eres de verdad un gran comediante —dijo el ser—. Me proporcionaras un buen alimento cuando te devore. Mucho mejor que las debiles almas de Bruhome. Mucho mejor que sus cosechas, sus

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