latir de prisa hasta el punto de cortarle la respiracion... y de repente ya no tuvo tiempo de pensar, Constan iniciaba ya el compas con el pie, uno, dos, y arpa y flauta se unieron a la alegre Donada del primer baile.

Los dedos de Indigo volaban sobre las cuerdas del arpa, y giraba vertiginosa con una nueva oleada de energia mientras Esti saltaba y daba vueltas al compas de la musica. ?Esto era Bruhome: eran la Fiesta de Otono, y la Compania Comica Brabazon ocupaba el escenario, para ofrecer la mejor representacion de su vida! Y en cualquier momento aparecerian los demas actores, y la musica alcanzaria todo su alegre volumen; «?escuchala!», se insto a si misma, «?haz que suceda, utiliza tu voluntad para que suceda!»

De repente se escucho el sonido de una segunda flauta que se entretejia en una alegre armonia con los sones de la flauta de Fran. El rostro de Indigo se ilumino con una sonrisa triunfal cuando a la flauta se unieron los debiles sones de un violin, un organillo, el tamborileo de una pandereta. ?Si! Se acercaba, empezaba, ganaba energia e impulso. Volvio a abrir los ojos y vio que Esti tenia ahora una pandereta en cada mano, y que sus sucios pantalones y camisa se habian transformado en un traje bordado, la falda revoloteando alrededor de sus muslos mientras bailaba. Constan daba palmas, al tiempo que enumeraba las figuras de la danza como si un publico invisible se uniera a ella; e Indigo imagino la plaza vacia llena de rostros alzados, de gente que gritaba, que cantaba, mientras otros se balanceaban por entre la multitud tejiendo una figura en forma de ocho. Por un instante la plaza iluminada parecio tambalearse y parpadear, y le parecio ver... No, la vio: a la

multitud, a los asistentes al espectaculo como fantasmas en un espejo distorsionante.

De repente Esti lanzo un grito de extasis y bajo del escenario, saltando por encima de la hilera de candilejas para ir a posarse gracilmente sobre el suelo de la plaza. Empezo a girar sobre si misma como un espiritu travieso recorriendo la plaza y de repente extendio las manos como para ofrecerselas a un companero imaginario. Y de improviso un hombre enmascarado, vestido con hojas y con un elevado tocado de astas aparecio bailando con ella; sus brazos se entrelazaron mientras saltaban y marcaban el paso.

Los ojos de Fran se abrieron de par en par y grito a Constan una palabra que Indigo no conocia pero que sono a algo parecido a «?Kirnoen!». Nuevas figuras se materializaban ahora alrededor de la pareja; Indigo vislumbro diminutas siluetas de apariencia humana con cabeza de zorro; una hermosa mujer con los ojos y las alas de un halcon; otro hombre astado de rostro moreno...

Constan se volvio y atajo la musica al tiempo que empezaba a batir palmas con un ritmo diferente.

—?Cambio de melodia! —rugio—. ?Los Cazadores y la Cosecha... AHORA!

Las agudas notas de la flauta cambiaron de tono bruscamente, para luego lanzarse a una melodia nueva y mas ligera, Indigo lo siguio con rapidez al reconocer la cancion, arrancando del arpa un sonido parecido al de un caballo al galope; y unos segundos despues los instrumentos fantasmas —el violin, el organillo, el tambor— anadieron su enfatico apoyo. La figura astada tomo a Esti por la cintura y la alzo en el aire bien alta, y de pronto la plaza parecio llenarse de figuras que bailaban: hombres y mujeres enmascarados, pequenos perros que saltaban llenos de vigor, y un millar de criaturas cuyos cuerpos eran en parte humanos y en parte animales. De todas aquellas gargantas surgio un grito, una mezcla de grito humano y ladridos, chillidos y ganidos de animales, y Fran, con el rostro arrebolado por la excitacion, grito una y otra vez, como un grito guerrero:

?Kirnoen! ?Kirnoen!

Y de pronto Indigo recordo. Kirnoen era el nombre que la gente del sudoeste daba a los cazadores salvajes, a los sobrenaturales servidores de la Madre Tierra que cabalgaban bajo el rojo globo de la Luna de la Cosecha para purificar la tierra tras los ultimos dias de espigueo y prepararla para el sueno invernal. Tambien ellos poseian tales personajes miticos en las Islas Meridionales, aunque estos cabalgaban bajo otro nombre; y se los festejaba en las magnificas fiestas de las monterias con la llegada de las primeras heladas y los fuertes vientos que soplaban del sur...

Un grito temblo en su lengua con la exigencia de ser pronunciado. Su mente se lleno de imagenes: de Carn Caille, su perdido hogar; de la tundra, y de los grandes bosques, y de los curvados cuernos de caza que lanzaban su letania al sol que llameaba en el horizonte como si se tratara del palpitante corazon vivificador de la Diosa. Oia el ladrido de los perros de caza, el resoplar y tronar de los caballos que se abrian paso por entre los helechos como naves que hendieran el mar, el chasquido de los arcos, los gritos alegres de los cazadores... y el grito surgio de sus labios, un grito de liberacion y triunfo. El arpa cayo de sus manos, su discordante nota de protesta ahogada por la respuesta de la saltarina y revoloteante concurrencia, e Indigo percibio la llegada del cambio, se sintio crecer, sus cabellos cayeron en forma de cascada como un torrente desbordado, sus toscos ropajes desaparecieron y quedo ataviada de hojas y de luz y de los calidos y ondulantes colores de la tierra. Sus ojos se volvieron dorados, y el grito siguio y siguio, surgiendo como un torrente de su garganta al tiempo que nuevas figuras brotaban de la resplandeciente oscuridad de la plaza para unirse a la alocada danza. Enormes caballos alazanes y pardos se alzaban sobre sus cuartos traseros y efectuaban cabriolas; delgados galgos grises entonaban un coro melodioso con sus ladridos, y la alegre y chillona risa de los cazadores de las Islas Meridionales, tostados por la accion del sol y los vientos marinos, repicaba como campanas para resonar en las vacias casas y sacudir toda la plaza.

—?Indigo! ?Indigo!

Alguien la llamaba, y aunque reconocia aquella voz que procedia de otra epoca, de otro mundo, el rostro aturdido de Constan y el rojo halo de sus cabellos no significaban nada para ella cuando volvio sus ojos dorados hacia el. Sintio como el poder contenido en su interior se alzaba de nuevo, y Constan retrocedio como empujado por un vendaval. Una parte de su mente intento ir hacia el, pero otra parte, mucho mas poderosa, estaba mas alla de tales consideraciones; fuera incluso de su control. No sabia lo que Constan habia visto; todo lo que sabia era que en su interior crecia una gloriosa energia que aumentaba a medida que aumentaba la musica y los bailarines danzaban y saltaban por la plaza. Deprisa y mas deprisa aun... y subitamente la alegre algarabia se vio reforzada por aullidos, silbidos, gritos y rugidos, mientras que de los callejones y calles laterales, de las puertas y de las ventanas surgia a borbotones una nueva horda de celebrantes, Indigo sintio como su corazon se henchia de orgullo al reconocer a las ilusiones que ellos habian creado, a las criaturas que habian expulsado a los lobos fantasma. Osos gigantescos, pardos como los bosques o blancos como las desiertas llanuras polares; buhos enormes; quimeras, incluso los Ahuyentadores estaban alli, girando sobre si mismos como derviches y proclamando a traves de chillidos su maniaca alegria. Su vision parecia penetrar un espectro situado mas alla de los limites humanos, y en medio de la enloquecida lanza vio a Esti, acompanada ahora por una sombra gigante que se transformaba con sorprendente rapidez de hombre en caballo, en gato, en espiritu, en mastin. Una aureola con los colores del arco iris parecia rodear a la muchacha; una estrella terrenal con vida fisica entre las ilusiones; reia, la cabeza echada hacia atras, y de sus manos levantadas surgian haces de luz que atravesaban la plaza para estallar como cohetes de artificio entre las antorchas.

Y entonces, en medio de toda aquella multitud que saltaba y se movia, Indigo diviso otra estrella, otro resplandor de vida. Se movia, se abria paso en direccion al escenario, aunque de forma irregular, como si se debatiera entre el temor y el deseo. Una loca esperanza irracional se apodero de ella; fuera lo que fuese, no se trataba de una ilusion. Estaba vivo: su intensificada vision podia percibir como latia la vida en su interior; sus intensificados sentidos percibian el palpitar de su corazon, el torbellino de su mente... y de pronto lo supo, supo sin el menor asomo de duda quien venia hacia ella.

Se volvio y una rafaga de viento barrio el escenario, agitando su manto de hojas, azotando sus cabellos. Constan... pero se habia unido al baile, arrastrado como una rama por un torrente. Fran... pero solo estaba su caramillo abandonado sobre las tablas del suelo. Estaba sola. Cuando volvio otra vez la cabeza, la palpitante luz se habia detenido al pie del escenario, y en el interior del espectro centelleante que revelaba un cuerpo de carne y hueso estaba Grimya.

Unos ojos dementes se clavaron en los de ella. Grimya no la conocia; sin embargo la loba reconocia a la criatura de ojos dorados en que se habia convertido Indigo, y su odio se vio distorsionado por una sensacion de miedo y por otra emocion, que aun no estaba definida pero que pugnaba por salir a la superficie. La loba separo los labios para mostrar los babeantes colmillos y, sin previo aviso, salto al escenario.

Estaban a menos de un metro de distancia, cara a cara, sin que ninguna se moviera, Indigo percibio la roja oleada de la mente de Grimya explorandola. Aquella mente odiaba. Estaba llena de voracidad. Ansiaba comer, y tambien vengar la desaparicion de su manada. Y, no obstante, mas alla de esa mirada enloquecida, mas alla de aquella mente deformada, algo se esforzaba por hacerse oir; algo que gritaba lleno de dolor y pena: ?curame!

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