retorciendose las manos mientras de sus ojos caian lagrimas de anoranza.

Como una inundacion que devolviera la vida a una tierra marchita, la embriagadora celebracion del despertar de Alegre Labor se propago desde la plaza del mercado. Un grupo de ninos fantasmas que gritaban alborozados, con tia Osiku a la cabeza, asaltaron los sacrosantos bastiones de la Casa del Comite, y por todas las habitaciones del edificio resono el grito «?Coge la pelota, coge la pelota!» antes de que un tropel de ancianos, secretarios y domesticos salieran bailando por entre las grandes puertas para unirse al festejo. En el otro extremo de la plaza alguien habia arrancado una contraventana de madera y la golpeaba con un palo al ritmo de la cancion, que era ahora coreada al cielo por una multitud de gargantas; otros, entendiendo la idea y fascinados por ella, agarraron lo primero que hallaron que hiciera ruido, y la improvisada banda aporreo con entusiasmo sus instrumentos al ritmo de la desenfrenada danza. La gente agarraba punados de serpentinas y las arrojaba a cualquiera que tuviera cerca; se inicio un juego de tirar de la cuerda con una improvisada cuerda hecha a base de serpentinas trenzadas con celeridad, en el que los participantes reian sin parar mientras caian unos sobre otros en sus esfuerzos por ganar. Por todas partes habia ruido, color e hilaridad y un autentico celo por vivir. Y Grimya disfruto de un momento de total alborozo cuando, mientras saltaba y jugaba, mordisqueando las brillantes cintas que revoloteaban por el aire, descubrio de repente a Thia entre la multitud.

Thia trabajaba ahora en la Oficina de Tasas para Extranjeros y dormia en el pequeno cubiculo que tenia alli cuando Nas Kishikul habia llegado. Con su agudo sentido del olfato para percibir los problemas, se habia unido al grupo que salio en pos de Hollend, y nada mas llegar a la plaza se encontro de frente con toda aquella desenfrenada algarabia. En estos momentos estaba pegada a la pared de una casa en una esquina de la calle, totalmente aterrorizada. No podia negar lo que los sentidos le decian, por mucho que lo intentase, y se aferraba con desesperacion a la creencia de que habia caido enferma con unas fiebres que la habian trastornado. Esto no sucedia en realidad. No sucedia. Y, cuando la perra gris que en una ocasion le habia hablado en la lengua de los humanos (pero desde luego no lo habia hecho, no lo habia hecho; tambien eso formaba parte del delirio de la fiebre) se acerco a ella corriendo seguida de una criatura espectral, y la criatura grito «?Coge la pelota, Thia! ?Coge la pelota!», Thia no cogio la pelota sino que en lugar de ello se puso a gritar con toda la fuerza de sus pulmones y huyo del lugar como una liebre acosada.

Su huida estaba condenada al fracaso. A un ladrido de advertencia de Grimya, la nina fantasma —que era, claro esta, el propio doble de Thia— salto sobre el lomo de la loba y, montandola como si fuera un caballo, salio en su persecucion. Un grupo de chicos y chicas lo encontro divertido y se unieron a ellas, y entre todos atraparon a Thia en la puerta de la Casa del Comite. La agarraron, la engalanaron de serpentinas y luego, al grito coreado de «?uno!» y «?dos!» y «?tres!», la levantaron entre todos y la lanzaron pateando y gritando por los aires. Thia se vio lanzada y recogida cinco veces, y cuando el juego termino sus capturadores le cubrieron las mejillas de besos antes de que la nina fantasma que se habia deslizado entre ellos introdujera la esfera magica en las impotentes manos de Thia con una

sonrisa triunfal, para despues desaparecer.

Lejos de alli, en el otro lado de la plaza, Indigo no habia presenciado la transformacion de Thia y ni siquiera vio a la adolescente cuando esta se alejo tambaleante y aturdida en medio de sus nuevos amigos, Indigo tenia otras preocupaciones: el corro se habia convertido en tres corros concentricos a medida que mas y mas gente se unia a el, y en aquellos momentos casi todos los participantes habian dejado de ser figuras fantasmales para convertirse en los habitantes de Alegre Labor. El numero de ninos se habia ido reduciendo rapidamente con cada esfera que encontraba su blanco, y la cancioncilla era cada vez mas rapida y vehemente —Esta alegre danza con nosotros bailad—, y voces, ritmos y golpear de pies se fundian en un glorioso canto general. Tan abstraida estaba Indigo, tan fascinada por aquel espiritu festivo, que no observo el cambio que se operaba en el centro de la plaza, y al principio no oyo la voz que le gritaba apremiante tanto en voz alta como mentalmente.

—?Anghara! ?Anghara, hermana!

Por fin, de golpe, percibio la llamada. Alguien la llamaba por su nombre; no Indigo sino por su autentico nombre. Anghara, que casi nadie conocia. Perdio el paso, desconcertada, y al mirar por encima del hombro vio a Nemesis que se abria paso por entre la multitud hacia ella. Los ojos del ser tenian una mirada extraviada, y una mano delgada senalo en direccion a la bomba donde todavia se encontraba el carromato, Indigo escucho entonces en su mente el atribulado mensaje.

«?Anghara! ?Elportal!»

Se detuvo en seco, y se vio lanzada fuera del circulo cuando sus companeros de baile, incapaces de detener su propio impulso y reacios a hacerlo, le soltaron las manos y siguieron girando sin ella. Nada mas recuperar el equilibrio Indigo miro en direccion a la bomba.

El reluciente arco, el portal al otro mundo, se desvanecia. En aquellos instantes ya no mostraba mas que una sombra de su antiguo brillo, y las verdes colinas del otro lado habian perdido su color y adquirido una tonalidad grisacea, Indigo contemplo la abertura, sin comprender de momento. Entonces la mano de Nemesis llego hasta ella y, agarrandola por el brazo, la hizo girar para clavar los ojos en su rostro con desesperacion.

—Anghara, ?que hay de Fenran? ?Que hay de Fenran?

—Oh, no... —La comprension empezo a penetrar en su cerebro, y con ella el horror. El seguia alli, en el mundo fantasma, y el mundo fantasma se desvanecia...

—??Dulce Madre, no, NO!!

Rostros sobresaltados se volvieron bruscamente cuando Indigo se lanzo en direccion al arco. Ella y Nemesis llegaron junto a el a la vez; sus manos lo atravesaron, seguidas de los brazos y cabezas, y de repente Indigo sintio como una fuerza enorme la repelia, la rechazaba, mientras el portal se desvanecia casi por completo.

—?DIOSA QUERIDA, AYUDAME!

Aullo las palabras con todas sus fuerzas y, con la mano de Nemesis sujeta en la suya, se lanzo al frente. Sintio como si mil toneladas de roca solida la aplastaran, le arrebataran el aire de los pulmones, le trituraran carne y huesos... y con un alarido penetro a traves de la abertura entre dimensiones que ya desaparecia y rodo sobre la hierba del otro mundo.

Hierba gris. Lo descubrio cuando se incorporo temblorosa sobre las rodillas, e interiormente se quedo como paralizada. La hierba era gris; el color se habia ido. Alzo la mirada, y ante ella no vio otra cosa que gris, extendiendose hasta el horizonte: colinas grises, emborronadas bajo un cielo tambien gris; los grises arboles de bosques fantasmales, borrosos y apenas distinguibles. Este mundo, el refugio de los ninos que ellos ahora ya no necesitaban, se moria.

Una voz a su izquierda dijo: «Hermana... ». Nemesis empezaba a levantarse, despacio y algo vacilante, e Indigo sintio una turbulenta sacudida de alivio al comprobar que el ser, su gemela, ella misma, habia conseguido cruzar el portal con ella. Pero en cuanto al portal...

Ya no estaba. Ya no habia ni reluciente arco, ni reflejo, ni la menor senal que indicara el punto donde momentos antes habia estado la puerta entre este mundo y Alegre Labor.

Indigo y Nemesis contemplaron el lugar en silencio. Ninguna sabia si esta u otra puerta se abriria —o podria abrirse— otra vez para permitirles regresar a Alegre Labor, Indigo se dio cuenta entonces de que al otro lado de la barrera estaba Grimya; ?habia visto la loba lo que habian hecho y lo que habia sido de ellas? Si asi era estaria como loca, frenetica y a la vez sin poder hacer nada, pues ni siquiera sus poderes telepaticos eran capaces de franquear el muro que separaba las dimensiones. Pero en ese momento ni aun esto contaba para Indigo. Solo una cosa importaba, y cuando volvio a mirar a Nemesis supo que ambas eran finalmente y por completo una sola.

La criatura de ojos plateados senalo una debil y lejana neblina que, en alguna ocasion, podria haber sido un bosque.

—Por ahi, hermana. —Una mirada que decia mas que cualquier palabra abraso momentaneamente a Indigo —. ?Y reza a la Madre todopoderosa para que no lleguemos demasiado tarde!

Con los dedos entrelazados y apretados con fuerza, como fantasmas en un mundo de recuerdos vacios, pero a la vez con un proposito compartido que ardia en ambas como el fuego de un horno, empezaron a correr.

Gris, todo era gris; hierba, colinas, arboles y cielo: todo tenia la misma tonalidad palida que deprimia y en ocasiones enganaba la vista. La calida y acogedora luz del otro mundo se habia apagado hasta convertirse en un sombrio ambiente nublado, y resultaba dificil calcular las distancias, Indigo y Nemesis creian llevar horas corriendo sin detenerse, y no habian realizado ningun progreso digno de consideracion. A Indigo le parecio que una mancha borrosa entre dos colinas apenas distinguibles que tenian delante podia ser el bosque donde se encontraba la torre

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