Volvio a proferir un debil grunido y apoyo el hocico sobre las extendidas patas delanteras.
Indigo consiguio dormir por fin, aunque fue un sueno ligero e inquieto, hasta que el estruendo de la campana que anunciaba el cambio de turno la desperto con un sobresalto. Mientras abandonaba la hamaca con ojos empanados aun por el sueno, tuvo por un insensato momento la sensacion de que la cubierta inferior estaba en llamas, ya que el dormitorio era un caos de haces de luz y de sombras, y figuras imprecisas se movian a su alrededor en aparente confusion. Pero a medida que su vision se aclaraba comprendio que los bamboleantes haces de luz los creaba el farol que se balanceaba violentamente en su gancho, y que las figuras que saltaban no eran mas que el resto de la tripulacion, despierta ya y amontonandose en direccion al pasillo y a la escalera de camara situada algo mas alla. La cubierta oscilaba bajo sus pies como un borracho mientras el
La mayoria de los marineros despertados estaban ya fuera del camarote y corriendo en direccion a la cubierta superior; un rezagado, un scorvio menudo y arrugado que no hablaba la lengua de Indigo, se detuvo en la puerta para volver la cabeza hacia ella, hacer una mueca y realizar una pantomima de un violento ataque de vomitos antes de desaparecer en pos de los otros. Indigo busco a
—Quedate aqui, carino —dijo—. No hay nada que puedas hacer para ayudar en nuestra guardia, y estaras mas comoda bajo cubierta.
La loba agacho la cabeza, aliviada. Segun su propia opinion no era mala marinera pero jamas le habian gustado los temporales.
Indigo le dedico una sonrisa tranquilizadora y corrio hacia la escalera.
Al llegar al exterior se dio cuenta de que comenzaba a oscurecer; era una lobrega oscuridad prematura que el banco de nubes que ahora cubria todo el cielo hacia aun mas amenazadora. El viento no era todavia mas que rafagas violentas y aun no habia empezado a llover, pero el mar ya daba sobre la tripulacion del
Esta vez Indigo estaba tan agotada que se quedo profundamente dormida sin apenas tiempo de dedicar un segundo a sus propios problemas. Ni sono ni movio un musculo... hasta que, varias horas antes de que le tocara el turno de la guardia del amanecer, tres hombres empapados, despeinados y con la mirada extraviada se precipitaron en el interior del camarote.
—?Despertad! —Incluso por entre una neblina de semiinconsciencia Indigo reconocio el estentoreo rugido de Vinar mientras era arrancada del sueno y devuelta a la realidad—. Moved el esqueleto, todos...,
La potente voz del scorvio denotaba autentica alarma, y los dormidos hombres y mujeres de la tripulacion se despertaron e incorporaron de un salto. El camarote se balanceaba violentamente; en el mismo instante en que los sorprendidos ojos se abrian y las piernas se movian instintivamente para obedecer la orden, un tremendo bandazo los lanzo a todos de costado y varios cayeron de las hamacas y se estrellaron contra el suelo en un revoltillo de brazos y piernas. La voz de Vinar se abrio paso entre la confusion como una espada de doble filo.
—?Ha estallado la tempestad, y es mucho peor de lo que nadie esperaba! El timon se ha roto; no podemos mantener el rumbo, ?y estamos siendo arrastrados hacia el cabo Amberland! ?En pie, zopencos, arriba...! ?TODO EL MUNDO A cubierta!
CAPITULO 2
No era mas que un pequeno puesto de vigia de entre muchos alineados a lo largo de las costas del territorio continental de las Islas Meridionales, pero los centinelas que se ocupaban de los faros situados en lo alto de los farallones del cabo Amberland sabian por larga y amarga experiencia que eran ellos, mas que cualquiera de los otros, los que tenian mas probabilidades de ser llamados a sus puestos durante las violentas tempestades de primavera u otono.
Los hombres de guardia no habian dejado de escudrinar el cielo atentamente desde el amanecer del dia anterior, y en cuanto el velo de la noche empezo a deslizarse por el firmamento desde el este, y el viento comenzo a soplar y el mar a rugir y gemir, los hombres de la torre de vigia salieron al exterior, encorvados para poder resistir los embates del viento del noroeste, a encender las hogueras que advertirian del peligro a cualquier barco que se