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Donna Leon
Aqua alta
Comisario Guido Brunetti 05
Titulo original:
Traduccion del ingles: Ana Maria de la Fuente
Mozart,
1
Reinaba tranquilidad hogarena. Flavia Petrelli, diva reina de La Scala picaba cebolla en la caldeada cocina. Dispuestos ante si tenia varios tomates de pera, dos dientes de ajo cortados en finas laminas y dos rollizas berenjenas. Mientras trabajaba inclinada sobre el marmol, Flavia cantaba llenando la cocina de las aureas notas de su voz de soprano. De vez en cuando, retiraba con la muneca un oscuro mechon de cabello que, no bien quedaba recogido detras de la oreja, volvia a saltar sobre la mejilla.
En el otro extremo de la vasta habitacion que ocupaba la mayor parte del ultimo piso del
De vez en cuando, Flavia interrumpia el afinado duo para preguntar:
– ?Uf! ?Quien ha dicho que tengo un registro medio?
O:
– ?Se supone que es un si bemol lo que tocan los violines?
Y despues seguia cantando y picando. A su izquierda, en una gran sarten puesta sobre un fogon graduado al minimo, el aceite esperaba las hortalizas.
Alguien toco el timbre cuatro pisos mas abajo.
– Yo abrire -dijo Brett, dejando la partitura abierta boca abajo en el suelo y levantandose-. Seran los Testigos de Jehova. Siempre vienen el domingo.
Flavia asintio, se aparto el pelo de la cara con el dorso de la mano y volvio a repartir su atencion entre las cebollas y «Elvira», que seguia cantando en sus transportes delirantes.
Descalza en el grato calor del apartamento esta tarde de ultimos de enero, Brett cruzo sobre el suelo de madera y salio al recibidor, descolgo el interfono que estaba junto a la puerta y pregunto:
–
Una voz de hombre contesto en italiano:
– Venimos del museo. Traemos unos papeles del
Era extrano que el director del museo del
– Subalos, por favor. Ultimo piso. -Brett colgo el aparato y oprimio el pulsador que abria la puerta de la calle cuatro pisos mas abajo, luego se acerco a la puerta y grito a Flavia, entre el llanto de los violines-: Del museo. Traen papeles.
Flavia asintio, tomo una de las berenjenas, la corto por la mitad a lo largo y, sin perder el compas, se entrego de nuevo al serio proceso de enloquecer de amor.
Brett volvio a la puerta de la escalera, se agacho para doblar la punta de una alfombra y abrio la puerta. De abajo llegaba ruido de pisadas, y por el recodo de la escalera aparecieron dos hombres que se detuvieron en el rellano, antes de acometer el ultimo tramo.
– Solo dieciseis peldanos mas -dijo Brett sonriendo en senal de bienvenida, y entonces, sintiendo el aire glacial de la escalera, se cubrio un pie con el otro.
Ellos miraban la puerta abierta. El primero llevaba en la mano un gran sobre marron. Los hombres empezaron a subir el ultimo tramo y Brett volvio a sonreirles.
–
El que subia delante, que era bajo y rubio, sonrio a su vez. Su acompanante, mas alto y moreno, aspiro profundamente y lo siguio. Cuando el primer hombre llego ante la puerta, espero a que el otro se reuniera con el.
–
– Si -respondio ella, retrocediendo para dejarlos pasar.
Cortesmente, los dos hombres murmuraron
– Los papeles,
Ella inclino la cabeza y empezo a abrir la solapa del sobre, pegada con lacre rojo. El rubio se acerco, como para ayudarla a abrir el sobre, pero bruscamente se situo detras y la sujeto por los brazos inmovilizandola.
El sobre cayo sobre sus pies descalzos y fue a parar entre ella y el segundo hombre, que lo aparto con el