– Lo siento. Lo hice lo mejor que pude, pero…

– Cuentan los hechos, no las excusas. Es lo unico que vale en este negocio. El que hayas tardado tanto en traer a nuestra estrella ha resultado sumamente costoso.

Gracie reprimio todas las explicaciones que pugnaban por salir de sus labios y dijo, simplemente:

– Me doy cuenta de eso.

– Se que el puede resultar muy dificil, pero te contrate porque creia que sabias manejar a ese tipo de gente. - Por primera vez, su voz fue menos afilada y miro a Gracie con un rastro de simpatia-. Soy parcialmente culpable. Sabia que carecias de experiencia y te contrate de todas maneras. Lo siento, Gracie, pero tengo que despedirte.

El color desaparecio del rostro de Gracie.

– ?Despedirme? -murmuro-. No.

– Me caes bien, Gracie, y sabe Dios que fuiste mi salvacion cuando papa se estaba muriendo en Shany Acre y yo estaba tan ocupada. Pero no llegue donde estoy siendo sentimental. Tenemos un presupuesto muy ajustado y no hay sitio para gente que no funciona. Te contratamos para que hicieras algo y no pudiste hacerlo. -Su voz fue muriendo segun se ponia en pie-. Lo siento. Si pasas por la oficina que tenemos en el hotel puedes recoger tu cheque.

Y sin mas, Willow se dio media vuelta.

El sol caia a plomo sobre la cabeza de Gracie. Quiso girar la cabeza y dejar que la quemara para no tener que afrontar lo que mas temia. La habian despedido.

A lo lejos, Bobby Tom salio de uno de los remolques seguido por una joven con una cinta de medir alrededor de su cuello. Ella se rio de algo que el dijo, y le respondio con una sonrisa tan intima que casi sintio como la chica se enamoraba de el. Quiso gritarle, advertirla de que esa sonrisa suya se la mostraba hasta a los del peaje de la autopista.

Cansada miro un Lexus plateado que acababa de llegar. El conductor apenas habia parado el vehiculo cuando la puerta se abrio repentinamente y una mujer rubia y elegantemente vestida salio de un salto. Otra vez la sonrisa de rompecorazones de Bobby Tom surco su cara. Corrio hacia la mujer y la envolvio en sus brazos.

Con ganas de atacarlo, Gracie se dio media vuelta. A ciegas tropezo con una marana de cables, sin prestar atencion a donde iba, solo sabia que queria estar sola. Al otro lado de los camiones del equipo, vio un cobertizo al lado de un coche oxidado. Deslizandose detras de la desvencijada estructura, se acerco a una sombra y se apoyo contra la aspera madera.

Con la cabeza enterrada entre las manos, sintio como todos sus suenos se desvanecian y la embargo la desesperacion. ?Por que habia intentado lo que no podia ser? ?Cuando aprenderia a aceptar sus limitaciones? Era una mujer fea en un pueblo pequeno, no una salvaje aventurera a la conquista del mundo. Sintio como si un puno gigante estrujara su pecho, pero no se podia permitir llorar. Si comenzaba, nunca podria detenerse. El resto de su vida se extendia ante ella como algunas de esas carreteras interminables por las que habia viajado. Cuantas esperanzas para acabar asi.

No supo cuanto tiempo habia estado alli antes de que el graznido de un megafono atravesara su sufrimiento. Su traje abrigaba demasiado para una calurosa tarde de julio y la blusa se le pegaba a la piel. Levantandose, miro el reloj sin verdadero interes y vio que habia pasado alrededor de una hora. Tenia que ir hasta Telarosa para recoger el cheque de su salario. No tenia ningun motivo para quedarse alli mas tiempo, ni siquiera por la maleta que tenia en el maletero de Bobby Tom. Ya arreglaria que la recogiera alguien de la oficina.

Recordo haber visto una senal de trafico indicando que Telarosa estaba solo a seis kilometros al oeste. Ciertamente podria caminar hasta alli y ahorrarse la indignidad de pedirle a alguien de Windmill que la llevara. Puede que la hubieran despedido, se dijo a si misma, pero no acabarian con lo que le quedaba de orgullo. Enderezando los hombros, comenzo a caminar hacia la carretera y se puso en marcha por el polvoriento camino.

Apenas habian pasado quince minutos cuando se dio cuenta de que habia menospreciado seriamente sus fuerzas. La tension de los ultimos dias, las noches sin dormir, la preocupacion, las comidas de las que solo habia picoteado un poco la habian dejado exhausta y sus zapatillas negras no estaban disenadas para caminar ni la distancia mas corta. Paso una camioneta y levanto el brazo para protegerse del polvo. Menos de seis kilometros se dijo a si misma. No estaba tan lejos.

El sol se estaba poniendo y el cielo mostraba un color rojizo. Los matorrales al lado del camino se veian resecos y quebradizos. Se quito la chaqueta del traje y la puso sobre el brazo. Estirandose, veia tramos del rio, pero estaba demasiado lejos para aliviar el calor. Tropezo, pero rapidamente recupero el equilibrio. Cuando levanto la vista, espero que las aves que volaban por encima en circulos no fuera buitres.

Obligandose a ignorar la sed y la ampolla que se le habia formado en el talon, intento decidir que hacer. Su cuenta bancaria era penosamente exigua. Aunque su madre la habia animado a quedarse con la mayor parte del dinero de la venta del asilo, Gracie se habia negado porque queria asegurarse que su madre tenia dinero de sobra para el resto de su vida. Ni siquiera ahora lamentaba no haberse quedado con algo mas. Pero tendria que regresar a New Grundy inmediatamente.

Se le torcio el tobillo en la irregular calzada, pero siguio andando. Sentia como si llevara algodon en la garganta y estaba banada en sudor. Oyo un coche llegando por detras y automaticamente levanto el brazo para proteger sus ojos del polvo.

El coche, un Lexus plateado, se paro a su lado y la ventanilla del copiloto se bajo.

– ?Quiere que la lleve?

Gracie reconocio al conductor, era la rubia que habia visto abrazada a Bobby Tom algunas horas antes. Era mayor de lo que habia pensado, algo mas de cuarenta anos. Parecia rica y sofisticada, del tipo que bebia agua de vichy entre los partidos de tenis del club de campo y dormia con un receptor cuando su marido estaba de viaje. Gracie no queria tener que tratar con otra de las mujeres Bobby Tom, pero estaba demasiado acalorada y cansada para negarse.

– Gracias. -Cuando abrio la puerta y se acomodo en el fresco interior gris, se vio envuelta por el aroma de un perfume caro y la musica ritmica de Vivaldi.

A excepcion de una alianza, las manos de la mujer estaban libres de joyas, pero unos enormes diamantes del tamano de guisantes brillaban intensamente en los lobulos de sus orejas. Llevaba el suave pelo peinado a lo paje, el estilo preferido de las ricas y un cinturon dorado cinchaba holgadamente un traje de chaqueta blanco. Era delgada y hermosa y las debiles arruguitas de los ojos unicamente la hacian parecer mas sofisticada. Gracie nunca se habia sentido mas desalinada.

La mujer oprimio el boton del volante para elevar la ventanilla.

– ?Va a Telarosa, Senorita…?

– Snow. Si, voy. Pero por favor, llameme Gracie.

– De acuerdo. -Su sonrisa era acogedora, pero Gracie sintio cierta reserva. La correa de su reloj de oro brillo bajo la luz del sol cuando bajo el volumen de la radio.

Sabia que la mujer debia sentir curiosidad de por que estaba andando por la carretera y se reafirmo en la creencia de que no tenia por que darle explicaciones. Por otra parte, su infelicidad personal no era excusa para comportarse con descortesia.

– Gracias por recogerme. Estaba mas lejos de lo que habia pensado.

– ?Donde quieres que te deje? -Su acento era claramente sureno, pero no era mas que un deje. Si no hubiera presenciado personalmente como su rescatadora se abalanzaba sobre Bobby Tom, Gracie hubiera creido que esa mujer representaba la clase y la educacion.

– Voy al Hotel Cattleman, si no la pilla demasiado lejos.

– Por supuesto que no. Asumo que trabajas en la compania de la pelicula.

– Trabajaba. -Trago saliva, pero no pudo contener las palabras-. Me acaban de despedir.

Pasaron unos largos segundos.

– Lo siento.

Gracie no queria su compasion, asi que hablo con brio.

– Y yo. Habia esperado que resultara de otra manera.

– ?Te gustaria hablar sobre ello?

Su rescatadora logro sonar compasiva y respetuosa, y Gracie sintio como respondia a su amabilidad. Ya que tenia mucha necesidad de desahogarse, decidio que, siempre que no revelase demasiado, seria un alivio hablar con

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