Ella hizo tiempo jugueteando con sus perlas. Otra vez el telefono comenzo a sonar y otra vez el lo ignoro.
– Soy asistente de produccion desde hace un tiempo.
– ?Exactamente cuanto tiempo?
Ella se rindio a lo inevitable, pero lo hizo con dignidad. Levantando visiblemente la barbilla, dijo-: Mas o menos un mes.
– Ya veo -el estaba claramente divertido.
– Soy muy competente. Estuve anteriormente en un trabajo similar, asi que tengo vasta experiencia en temas de gestion y tambien en relaciones interpersonales. -Y tambien en hacer figuras de barro, pintar cerdos ceramicos y tocar las “chicas de oro” al piano.
El silbo.
– Me dejas impresionado. ?Donde trabajabas?
– Yo… eh… en la Residencia de Ancianos Shady Acres.
– ?Un asilo? No es asi. ?Trabajaste alli mucho tiempo?
– Creci en Shady Acres.
– ?Creciste en un asilo? Que interesante. Habia oido casos de gente que se crio en una penitenciaria, porque su padre era guardia alli, pero no habia conocido a nadie que creciera en un asilo. ?Trabajaban alli tus padres?
– Era de mis padres. Mi padre murio hace diez anos y he ayudado a mi madre a dirigirlo desde entonces. Lo vendio recientemente y se mudo a Florida.
– ?Donde esta ese asilo?
– En Ohio.
– ?Cleveland? ?Columbus?
–
El sonrio.
– Creo que nunca he oido hablar de
A Grace le resulto dificil concentrarse en la cara que mostraba aquella sonrisa matadora, pero siguio adelante con resolucion.
– Willow Craig me ofrecio el trabajo porque necesitaba a alguien de confianza y se habia quedado muy impresionada con el trabajo que realizaba en Shady Acres. Su padre estuvo ingresado alli hasta que murio el mes pasado.
Cuando Willow, que dirigia Windmill Studios, le habia ofrecido un trabajo como asistente de produccion, Gracie apenas habia podido creer su buena suerte. Aunque era un empleo de bajo nivel y el sueldo era escaso, Gracie tenia intencion de probar que podia ascender rapidamente en su nueva ocupacion.
– ?Hay alguna razon, Sr. Den…, esto, Bobby Tom, para que no te hayas presentado?
– Oh, hay una buena razon. ?Quieres Jelly Bellys [4]? Creo que tengo un paquete en algun sitio del escritorio. -El empezo a tocar a tientas las asperas esquinas de granito-. Pero es dificil abrir estos cajones. Creo que necesitare un cincel para abrirlos.
Ella sonrio. Se dio cuenta de que otra vez el habia evitado contestar a su pregunta. Como estaba acostumbrada a comunicarse con personas cuyas mentes vagaban, lo intento de otra manera.
– La casa es bastante rara. ?Vives aqui desde hace mucho tiempo?
– Un par de anos. No me gusta demasiado, pero la arquitecto esta realmente orgullosa. Lo define como un tipo de Edad de Piedra urbana con influencia japonesa y tahitiana. Yo lo defino simplemente como feo. Aunque lo cierto es que a los de las revistas les suele gustar; la han fotografiado un monton de veces. -Abandono la busqueda de los Jerry Bells. Poso la mano sobre el portatil-. Algunas veces al llegar a casa me encuentro la calavera de una vaca al lado de la banera o una canoa en la sala de estar, ese tipo de cosas extranas que aparecen en las casas de las revistas aunque la gente normal nunca las tendria en sus casas.
– Debe ser dificil vivir en una casa que no te gusta.
– Tengo otras, asi que no me importa demasiado.
Ella se sorprendio. A la mayoria de la gente que ella conocia les llevaba toda una vida pagar una casa. Quiso preguntarle cuantas poseia, pero sabia que no era sensato distraerse con ese tema. El telefono comenzo a sonar otra vez, pero el le presto poca atencion.
– Esta es tu primera pelicula, ?no? ?Has querido desde siempre ser actor?
El la miro sin comprender.
– ?Actor? Oh, si…, desde hace mucho tiempo.
– Probablemente no eres consciente de que cada dia que te retrasas supone miles de dolares. Windmill es un estudio pequeno e independiente, y no puede permitirse ese tipo de gasto.
– Que lo descuenten de mi sueldo.
La idea no parecia molestarle, y ella lo miro con atencion. El jugueteaba con el raton que habia sobre una almohadilla gris de espuma al lado del portatil. Sus dedos eran largos y huesudos y tenia las unas pulcramente cortadas. La muneca firme y desnuda sobresalia por el puno de la bata.
– Como no tienes experiencia ante la camara, crei que podrias estar un poco nervioso sobre todo eso. Si te da miedo…
El se enderezo tras el escritorio y hablo, pero con una intensidad que ella no habia oido en su voz hasta ese momento.
– Bobby Tom Denton no tiene miedo de nada, carino. Recuerdalo.
– Todo el mundo tiene miedo a algo.
– No yo. Cuando te has pasado la mayor parte de tu vida frente a once hombres decididos firmemente a sacarte las tripas por la nariz, cosas como rodar peliculas no te impresionan demasiado.
– Ya veo. Bueno, ahora no eres futbolista.
– Oh, siempre sere futbolista, de una manera u otra. -Por un momento creyo detectar desolacion en sus ojos, casi rayando la desesperacion. Pero el habia hablado tan seguro que penso que lo habia imaginado. Rodeo el escritorio hacia ella.
– Sera mejor que llames a tu jefa y le digas que llegare uno de estos dias.
Bueno, finalmente la habia enojado, irguiendose sobre toda su estatura, de uno sesenta, le espeto-:
– Lo que le dire a mi jefa es que manana por la tarde, volaremos los dos a San Antonio y luego nos dirigiremos a Telarosa.
– ?Los dos?
– Si. -Sabia que tenia que mostrarse firme con el desde el principio o tomaria ventaja sobre ella-. De otra manera, te veras envuelto en un proceso legal muy desagradable.
El se froto la barbilla entre el pulgar y el indice.
– Supongo que tu ganas, carino ?A que hora es nuestro vuelo?
Ella lo miro con suspicacia.
– A las doce cuarenta y nueve.
– Vale.
– Te recogere a las once en punto. -Desconfiaba de su repentina capitulacion y sono mas como una pregunta que como una afirmacion.
– Sera mas sencillo que nos encontremos en el aeropuerto.
– Te recogere aqui.
– Eres muy amable.
Acto seguido, Bobby Tom la tomo por el codo y la condujo fuera del estudio.
El se comporto como el anfitrion perfecto, mostrandole un gong de un templo del siglo dieciseis y una escultura de madera petrificada, pero en menos de noventa segundos, ella estaba sola en la acera.
Las luces resplandecian en las ventanas y la musica se perdia en el aire perfumado de la noche. Cuando lo percibio, se entristecio. Esta era su primera fiesta salvaje y, a menos que se equivocara mucho, la acababan de poner de patitas en la calle.
Gracie estaba de regreso en casa de Bobby Tom Denton a las ocho de la manana siguiente. Antes de dejar el