motel, habia llamado a Shady Acres para tener noticias sobre la Sra. Fenner y el Sr. Marinetti. A pesar de cuanto habia necesitado escapar de esa vida, aun se preocupaba por la gente que hasta hacia tres semanas habia sido como de la familia y necesitaba saber que se encontraban perfectamente. Tambien habia llamado a su madre, pero Fran Show estaba a punto de salir para su clase de aerobic y no habia tenido tiempo para hablar.

Gracie aparco el coche en la calle, oculto de la casa por unos arbustos pero con una buena vista del camino de acceso. La repentina amabilidad de Bobby Tom la noche anterior la habia hecho desconfiar y no le iba a dar ni la mas minima oportunidad de enganarla.

Se habia pasado la mayor parte de la noche alternando entre suenos perturbadoramente eroticos y desvelos nerviosos. Esa manana mientras se daba una ducha, se habia echado a si misma una severa reprimenda. No servia de nada decirse que Bobby Tom no era el hombre mas apuesto, sexy y excitante que habia visto en su vida, porque lo era. Eso hacia todavia mas importante que recordara que esos ojos azules, ese encanto perezoso y esa implacable afabilidad era una peligrosa combinacion que ocultaba un ego monstruoso y una mente aguda. Tenia que andar con mucho tiento.

Sus pensamientos se interrumpieron al ver un rojo y antiguo Thunderbird descapotable saliendo por el camino de acceso. Habiendo anticipado exactamente ese tipo de traicion, encendio el motor, apreto el acelerador, y adelanto su coche para cerrar la salida. Despues apago el motor y cogiendo el bolso, salio.

Las llaves de contacto tintineaban en el bolsillo de su ultimo atentado a la moda: un vestido color mostaza con una amplia cintura con el que habia esperado parecer eficaz y profesional pero que solo la hacia parecer mayor y desalinada. Los tacones de las botas vaqueras de Bobby Tom resonaron sobre el asfalto cuando se acerco a ella, cojeando por el camino. Nerviosamente, ella estudio su ropa. La camisa de seda, con palmeras purpuras, estaba metida dentro de unos vaqueros perfectamente descoloridos e impecablemente deshilachados que moldeaban sus caderas estrechas y sus piernas esbeltas de corredor de una manera que hizo imposible que apartara los ojos de unas partes que era mejor que no mirara.

Se preparo a recibirlo mientras el echaba para atras su stetson gris perla.

– Buenas, senorita Gracie.

– Buenos dias -dijo ella energicamente-. No esperaba verte tan pronto despues de la juerga de anoche. - Pasaron varios segundos mientras la contemplaba. Aunque sus ojos estaban medio cerrados, detecto una intensidad bajo esa indolencia que la hizo mostrarse cautelosa.

– Se suponia que vendrias a las once -dijo el.

– Si, llego temprano.

– Ya veo, agradeceria mucho que sacaras tu coche de la salida del camino de acceso. -Su voz era arrastrada y lenta y se contradecia con la debil tension de las comisuras de sus labios.

– Lo siento, pero no puedo. Estoy aqui para escoltarte a Telarosa.

– No es mi intencion ser maleducado, carino, pero lo cierto es que no necesito guardaespaldas.

– No soy guardaespaldas. Soy tu escolta.

– Seas lo que seas, me gustaria que movieras el coche.

– Lo entiendo, pero si no te tengo en Telarosa el lunes por la manana, tengo la certeza de que me despediran, asi que tengo que mantenerme firme en mi postura.

El apoyo una mano sobre la cadera.

– Comprendo tu punto de vista, asi que te dare mil dolares si coges ese coche y te vas. -Gracie clavo los ojos en el-. Que sean mil quinientos por las molestias.

Ella siempre habia pensado que la gente asumia, simplemente mirandola, que era una persona honorable y la idea que de que el pudiera creer que ella era capaz de aceptar un soborno la ofendio mucho mas que ser confundida con una stripper.

– No acepto ningun tipo de soborno -dijo ella lentamente.

El solto un largo suspiro de pesar.

– Pues es realmente una lastima porque, cojas mi dinero o no, me temo que no voy a estar en ese avion contigo esta tarde.

– ?Quieres decir que vas a cancelar tu contrato?

– No. Simplemente, estoy diciendo que ire a Telarosa por mis medios.

Ella no se lo creyo.

– Firmaste ese contrato libremente. No solo tienes obligacion legal de cumplirlo a rajatabla, sino que ademas tienes obligacion moral.

– Senorita Gracie, estas sonando como una maestra de catequesis.

Cerro los ojos.

El solto una carcajada y nego con la cabeza.

– Es cierto. La guardaespaldas de Bobby Tom Denton es una jodida maestra de catequesis.

– Te he dicho que no soy tu guardaespaldas. Soy simplemente tu escolta.

– Pues mucho me temo que entonces vas a tener que buscar otra persona a la que escoltar, porque yo he decidido conducir hasta Telarosa y tengo claro que una senoritinga como tu no iria a gusto en un T-Bird con un conductor como yo. -El se dirigio hacia el coche de alquiler y se apoyo en la ventanilla del copiloto mirando dentro para buscar las llaves-. Me averguenza decirte que no tengo la mejor reputacion cuando se trata de mujeres, senorita Gracie.

Ella corrio tras el, haciendo un enorme esfuerzo para no clavar los ojos en esos vaqueros cenidos y descoloridos que marcaban su trasero cuando el se inclino hacia delante.

– No tienes tiempo de ir en coche hasta Telarosa. Willow nos espera alli por la tarde.

El se enderezo y sonrio.

– Pues asegurate de darle mis mas afectuosos saludos cuando la veas. Y ahora, ?mueves el coche?

– Ten por seguro que no.

El inclino la cabeza, la meneo con pesar, y luego, con un rapido movimiento cogio la correa del bolso de Gracie y la deslizo fuera de su brazo.

– ?No tienes derecho a hacer eso, devuelvemelo! -Ella se abalanzo sobre el para recuperarlo.

– Sere muy feliz de hacerlo. Tan pronto encuentre las llaves de tu coche. -El sonrio agradablemente mientras alejaba el bolso de su alcance y lo registraba rapidamente.

Ella ciertamente no iba a ponerse a pelear con el, asi que uso su voz mas severa.

– Sr. Denton, devuelveme mi bolso inmediatamente. Y por supuesto que estaras en Telarosa el lunes. Firmaste un contrato en el que…

– Perdona que te interrumpa, senorita Gracie, se estas haciendo tu trabajo, pero ando muy escaso de tiempo. -Le devolvio el bolso sin haber encontrado lo que buscaba y se volvio para regresar hacia la casa.

Otra vez, Gracie salio corriendo tras el.

– Sr. Denton. Bobby Tom…

– ?Bruno, puedes venir un momento?

Bruno salio del garaje, con un harapo mugriento en la mano.

– ?Necesitas algo, B.T.?

– Si. -Se volvio hacia Gracie-. Perdona, senorita Snow.

Sin mas advertencia que esa, puso las manos bajo sus brazos y comenzo a registrarla de arriba abajo.

– ?No me toques! -Ella se retorcio intentando escaparse, pero Bobby Tom Denton no se habia convertido en el mejor receptor de la NFL sin saber mantener los objetos inmoviles y no se pudo mover cuando el comenzo a palmear sus costados.

– Podemos hacerlo facil o dificil. -Las palmas de sus manos se pasearon sobre sus pechos.

Ella contuvo la respiracion, demasiado estupefacta para moverse.

– ?Sr. Denton!

Las comisuras de sus ojos se arrugaron.

– A proposito, tienes muy buen gusto en ropa interior. No te lo dije ayer de noche. -Siguio hacia su cintura.

Las mejillas le ardieron de verguenza.

– ?Detente ahora mismo!

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