Evan habia entrado en la tienda el dia de la inauguracion con la idea de comprarse un capuchino para llevarse a la oficina. Antes de que pudiera pedirlo, Lacey le habia preguntado con una sonrisa si deseaba probar la especialidad del dia: Un Lento Viaje Hasta El Placer. Eso habia sucedido hacia ocho meses y, sin embargo, todavia recordaba como se habia estremecido al oir su voz y al ver el brillo picaro de su mirada. Incluso despues de todo ese tiempo, el recuerdo le provocaba que deseara aflojarse el nudo de la corbata. No recordaba haberse puesto tan nervioso con ninguna otra mujer.
Y no le extranaba. Lacey y el tenia personalidades completamente diferentes. Si Constant Cravings no hubiera sido una de las tiendas que mas ingresos generaba en el complejo del edificio Fairfax, Evan habria cancelado su contrato de arrendamiento meses atras. Ella siempre lo ponia a prueba tratando de ver hasta donde podia llegar. ?Por que no podia seguir las reglas como el resto de los arrendatarios?
Sin duda era una de esas personas que creian que las reglas estaban hechas para saltarselas, y no comprendia que Fairfax trataba de dar un tipo de imagen que no encajaba con el sugerente diseno de su escaparate. No, ella siempre se burlaba de el cuando se lo recordaba. Insistia en que el diseno de su escaparate hacia que las ventas de sus productos aumentaran, y que era evidente que el sexo vendia.
Evan no podia discutir acerca de su exito, pero mantenia que las reglas se habian hecho para algo. Por desgracia, en el contrato de arrendamiento de la tienda, la clausula que hablaba sobre la decoracion del establecimiento era bastante generica como para poder tomar algun tipo de medida. Hasta el momento, nadie se habia quejado, pero el sospechaba que seria cuestion de tiempo, sobre todo porque ella continuaba explotando el tema de la sensualidad cada vez que cambiaba el escaparate.
En ese momento, ella se volvio y sus miradas se encontraron. El se quedo paralizado. Aunque no podia ver el color de sus ojos en la distancia, le recordaban al color del caramelo. Un iris con manchitas doradas y rodeado por un anillo negro que se parecia al chocolate derretido. Cada vez que el la miraba a los ojos, sentia un inexplicable deseo de comer algo dulce.
Evan trato de mirar hacia otro lado pero, como siempre, parecia que sus ojos se negaran a obedecer a su cerebro. En lugar de apartar la mirada, la miro de arriba abajo. Su ropa no tenia nada de provocativa, pero el no pudo evitar apretar los dientes. Cada vez que la veia, imaginaba sus labios moviendose para formar la frase: «?Le apeteceria probar Un Lento Viaje Hasta El Placer?». Se movio para aliviar la tension que notaba en la entrepierna y fruncio el ceno con irritacion. ?Como podia ser que su cuerpo reaccionara de esa manera ante una mujer que ni siquiera conocia?
Ella inclino la cabeza y esbozo una sonrisa a modo de saludo, pero antes de que el pudiera responder, alzo la barbilla con un gesto de decision y se volvio para dirigirse hacia la mesa de la adivina. El trato de apartar la vista de ella, pero no lo consiguio y permanecio observando su manera de caminar. Quiza fuera una quebrantadura de reglas, pero no podia negar que su forma de andar era sensual y que incitaba al pecado.
Tras aclararse la garganta, Evan consiguio mirar a otro lado y poso la vista sobre el escaparate de su tienda. Al ver la provocativa decoracion, apreto los dientes. Una pareja de maniquies aparecia en una cocina. La puerta del horno estaba abierta y el maniqui femenino, que lucia un vestido corto de color rojo, sujetaba una bandeja de galletas. En la otra mano, sostenia una galleta con cobertura de color rosa y forma de corazon. Tenia los labios pintados y semiabiertos, los ojos entornados, y le estaba ofreciendo la galleta al maniqui masculino que estaba detras de ella.
El maniqui masculino iba vestido con un batin de raso negro y unos boxers a juego con corazones de color rosa. Tenia las manos apoyadas en las caderas del maniqui femenino y la cabeza apoyada en el hombro de ella. En la ventana, se podia leer: Pruebame… Y despues trata de marcharte.
La imagen de Lacey, ataviada con ese vestido rojo tan sexy y ofreciendole una galleta, invadio su cabeza, provocandole que una intensa sensacion de calor recorriera su cuerpo.
– ?Estas pensando en visitar a la adivina, Evan?
Evan pestaneo para borrar la imagen de su cabeza y se volvio para encontrarse con Paul West, un abogado que habia sido su mejor amigo desde la universidad y que la semana anterior habia trasladado su oficina al edificio Fairfax.
– ?Como?
– La adivina. Por el numero de personas que he visto pasar por su mesa, diria que es el exito de la fiesta. ?Vas a ir a que te lea las cartas?
– ?Yo? -pregunto Evan, arqueando las cejas-. No lo diras en serio…
– Si, hablaba en serio. Que es lo que tu haces siempre. Deberias relajarte un poco. Esto es una fiesta, ?recuerdas?
– Por supuesto que lo recuerdo -?como podia haberlo olvidado? La fiesta habia sido su idea, y la empresa para la que trabajaba, GreenSpace Property Management, era quien corria con los gastos. Sin duda, era un dinero bien invertido, puesto que la fiesta estaba siendo un exito. Entre la variedad de tiendas y cafes, todo el mundo encontraba su sitio. Y Evan se sentia orgulloso de que todos los locales estuvieran alquilados. Su objetivo era conseguir que las oficinas, que estaban alquiladas en un ochenta por cien, llegaran a alquilarse en un cien por cien para final de ano.
Paul le dio un golpecito en las costillas y miro hacia el otro lado del jardin:
– Parece que a Lacey Perkins le estan leyendo el futuro.
Evan miro hacia donde estaba la adivina y vio que Lacey estaba sentada de espaldas a ellos.
– ?La conoces? -pregunto con tono de sorpresa.
– Claro que si. ?Crees que no voy a conocer a la propietaria del cafe que esta mas cerca de mi oficina? La conoci la semana pasada, en mi primer dia aqui. Me preparo el mejor cafe que he tomado nunca. Es muy simpatica.
– ?Simpatica? -Evan nego con la cabeza-. Esa no es la palabra que yo emplearia para describirla.
– Hmm. Quiza tengas razon. Es mejor algo como «extremadamente caliente».
Evan miro a su amigo y vio que tenia toda la atencion centrada en Lacey. De pronto, algo parecido a un sentimiento de celos lo invadio por dentro.
– ?Caliente? ?Tu crees?
– ?Bromeas? -Paul lo miro con incredulidad-. Eres el gerente de este sitio. ?No te has fijado en ella?
– Por supuesto.
– ?Y no te parece que esa mujer podria conseguir que el oceano Pacifico se pusiera en llamas?
La pregunta pillo a Evan desprevenido.
– Cualquier atractivo que tenga se contrarresta con el hecho de que ella, sus insinuantes escaparates y sus productos me suponen un quebradero de cabeza.
– Si, pues esos productos de los que hablas son deliciosos. Ayer probe un pastel que se llamaba Labios de Azucar y… ?Guau! Las cosas que esa mujer puede hacer en la cocina podrian hacer llorar a un hombre -sonrio-. Espero que la galleta de la semana proxima se llame algo asi como Sexo Salvaje En El Asiento Trasero. Me encantaria disfrutar de algo asi… con ella.
Evan noto un nudo en el estomago y apreto los dientes. Paul lo miro, levanto las manos y dijo:
– Lo siento. No me habia dado cuenta de que estaba pisando en tu terreno.
– ?De que estas hablando?
– De como me has fulminado con la mirada. No me habias mencionado que sintieras algo por ella.
– Por supuesto que no, porque no es cierto -dijo Evan.
– Aja. Entonces, ?por que no has sido capaz de dejar de mirarla? No te lo echo en cara… Lacey merece que la miren.
– Si la estaba mirando era solo porque trataba de averiguar que va a hacer despues. Siempre se salta las normas.
– Ah. Entonces, te reta.
– No, me molesta.
– No es el tipo de mujer que suele gustarte.
Evan nego con la cabeza y miro hacia el cielo.
– No me gusta. De hecho, me gustaria que se marchara de Fairfax cuando se le termine el alquiler. Sin embargo, esta hablando de ampliar la tienda. Quiere que la avise si alguno de los locales que tiene a los lados se pone en alquiler.
Paul lo observo un instante y sonrio.
