– ?Que mal lo llevas! Y lo que es mas divertido es que no te has dado ni cuenta. He de decir que por un lado me alegro de que por fin muestres interes por una mujer que no es estirada, caprichosa y aburrida, como las que te gustan pero, maldita sea, ojala hubiera visto a Lacey primero. Es estupenda -amplio la sonrisa-. A lo mejor tiene una hermana.

– Te la dejo toda para ti -dijo Evan, molesto. Y preocupado porque habia tenido que esforzarse para pronunciar aquellas palabras.

– Si por un segundo creyera que lo dices en serio, iria a por ella.

– Y normalmente no me gustan las mujeres aburridas, caprichosas y estiradas -dijo Evan, con el ceno fruncido. «?O si?».

– Puede que ahora no, pero solo porque llevas la vida de un monje. ?Antes? Casi todas las mujeres con las que has salido en los dos ultimos anos han sido una copia de la anterior, y todas eras estiradas, caprichosas y aburridas.

– Lacey Perkins es una inquilina muy caprichosa.

– Eso no significa que sea una mujer caprichosa. Y desde luego, no parece una persona estirada, ni aburrida. Y solo como advertencia, creo que te costara trabajo hacerte con ella. Puesto que no sabia que te interesaba, he estado coqueteando con ella cada manana. Y aunque ha sido muy simpatica, es todo lo que ha sido. Desde luego, da la sensacion de que no quiere nada con nadie. Probablemente tenga novio.

Evan se sintio aliviado al oir que Lacey no habia aceptado ninguna de las indirectas que Paul le habia lanzado y, tambien, un poco molesto al pensar que pudiera tener un novio formal. ?Que diablos le importaba si coqueteaba con Paul? ?Y si tenia novio formal? No. De hecho, confiaba en que tuviera un novio y que estuvieran a punto de trasladarlo a otro Estado, para que se la llevara con el.

– Vamos a que te lean el futuro -dijo Paul-. A ver si tus cartas dicen algo sobre Lacey…

– Te aseguro que no.

– Bueno, pues a lo mejor la adivina puede decirte si vas a tener suerte con una mujer dentro de poco.

– ?Por que no vas tu, a ver si te puede decir si vas a tener suerte dentro de poco?

– Yo ya lo se -Paul puso una picara sonrisa-. Tengo una cita esta noche con una chica que se llama Melinda. La conoci ayer en el supermercado. Coincidimos comprando brocoli.

– A ti no te gusta el brocoli.

– Muy cierto. Pero me gustaba tanto la mujer que estaba comprandolo, asi que merecio la pena gastarme tres dolares en esa porqueria.

– Tengo la sensacion de que cada semana estas con una mujer diferente.

– Asi es. ?Y sabes por que? Porque salgo mucho. A lugares donde hay mujeres. Mujeres que quieren conocer hombres. Deberias probarlo alguna vez.

– Yo salgo con mujeres -aunque tenia que admitir que no mucho, y que las ultimas citas que habia tenido habian sido con mujeres atractivas fisicamente pero poco interesantes-. ?Y no te cansas de ir a discotecas? ?Ni de las primeras citas? ?De intentar encontrar a una mujer con la que se pueda hablar de verdad?

– ?Hablar? -Paul nego con la cabeza-. Parece que tengas noventa y dos anos, en lugar de treinta y dos. Se que ultimamente has estado entregado a tu trabajo, pero no imaginaba que la situacion estuviera tan mal. ?Cuando fue la ultima vez que te acostaste con alguien?

«Hace demasiado tiempo», penso Evan. Y aunque dos ultimas veces que lo habia hecho se habia sentido satisfecho fisicamente, habia terminado con un sentimiento de vacio interior. Algo que no terminaba de comprender y que, desde luego, no tenia intencion de explicarle a Paul.

– No voy a hablar de esto.

– Desde que te separaste de Heather, te has convertido en un adicto al trabajo. Han pasado seis meses. Ya es hora de que dejes de lamentarte por una mujer que no era la adecuada para ti.

– No me estoy lamentando. Solo estoy ocupado. He tenido que dedicar mucho tiempo a controlar la reforma del edificio Fairfax.

– Ningun chico esta tan ocupado como para no poder acostarse con alguien.

– ?Quien dice que no lo haya hecho?

– ?Te has acostado con alguien?

– Por supuesto.

– ?Desde que te separaste de Heather?

– Si.

– Bueno, eso me tranquiliza. ?Cuantas veces?

Evan suspiro con impaciencia.

– Dos.

– ?Dos veces? ?En los ultimos seis meses? Madre mia, se te va a caer lo que tienes en la entrepierna. La reforma ya ha terminado, y ha llegado la hora de que empieces a vivir de nuevo.

– Nunca he dejado de hacerlo.

– Sin duda has dejado de divertirte -dudo un instante, y anadio-: Heather ha continuado con su vida, Evan. Tu tienes que hacer lo mismo.

Evan se paso las manos por el rostro y respiro hondo.

– Mira, agradezco que te preocupes por mi, pero no se trata de seguir adelante con mi vida. De veras, no tengo roto el corazon.

– Ella te fue infiel.

– Y me enfade. Pero no se me partio el corazon. El trabajo me ha tenido muy ocupado y, sinceramente, no he conocido a una mujer que me haya interesado lo suficiente como para hacer el esfuerzo. Pero en cuanto la conozca, y aprovechando que ahora tengo mas tiempo, no la dejare pasar.

Y lo decia en serio. En realidad, despues de separarse de Heather, y tras el enfado inicial, se habia sentido aliviado. Heather era una de esas mujeres que, en teoria, tenia que haber sido perfecta para el. Procedia de buena familia, habia asistido a un buen colegio, era muy atractiva y tenia un buen puesto de trabajo. Ambos tenian muchas cosas en comun, y habian disfrutado en la cama. Sin embargo, Heather le habia sido infiel, demostrandole falta de sinceridad y de integridad.

– Bueno, me alegra oir que estas preparado para salir con chicas otra vez -dijo Paul-. Y el momento es perfecto. Hoy es San Valentin, asi que vamos a asegurarnos de que no pases la noche solo. Venga, crucemos el jardin para comprobar si Lacey no es la mujer acabara con tu mala fortuna…

– Ella no…

– Entonces, quiza la adivina nos pueda dar una pista sobre quien es. Hay cientos de mujeres rondando por aqui.

– ?Estas loco? No creo en esas tonterias de adivinos.

– Bien. Le preguntare yo por ti -sonrio Paul-. En cuanto le diga a Lacey que estas loco por ella.

– ?Maldita seas! Eres como el hermano pesado que nunca he tenido. O querido. ?Siempre has sido tan pesado?

Paul sonrio de nuevo.

– No pensaras que soy un pesado despues de acostarte con ella. Y me apuesto a que tambien estaras de mucho mejor humor.

Evan sabia que Paul tenia razon. Una buena aventura entre las sabanas le serviria para descargar tension y mejorar su humor. ?Pero pedirle ayuda a una adivina? Ridiculo. Aquella noche saldria a uno de los clubes de Los Angeles a ver lo que se encontraba.

«Ya sabes lo que te vas a encontrar. Lo has visto, y has tenido citas docenas de veces», penso.

Era cierto. Y la idea de hacerlo otra vez no le hacia ninguna ilusion. Pero a menos que quisiera que Paul llevara a cabo su amenaza, y sabia por experiencia que estaria dispuesto a hacerlo, tenia que ponerse en marcha.

Al ver que su amigo ya estaba a mitad de camino, salio corriendo detras de el. Mientras se acercaban a la adivina, que se anunciaba con el absurdo nombre de Madame Karma, Lacey se levanto de la silla y se volvio. Su mirada se encontro con la de Evan y el estuvo a punto de tropezar. Ella entorno los ojos un instante y despues se dirigio a Paul con una sonrisa.

– Paul, me alegro de verte -le dijo, y levanto una mano para cubrirse los ojos del sol-. ?Echas de menos el cafe doble y sin espuma?

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