– Ya veo -dijo, no muy convencida-. Pero disculpame un momento; tengo que cambiarme de ropa si queremos marcharnos inmediatamente. ?Por que no esperas con Baxter? Me disgusta pensar que lo hemos dejado solo.
Simon asintio y se aparto de ella a su pesar. Sin embargo, no se marcho; se volvio hacia la estatua y dio rienda suelta a su curiosidad.
– Es una obra preciosa.
– Gracias. Es un regalo.
– ?De tu difunto esposo?
– No, de mi misma. La vi en un anticuario de Londres, hace unos anos, y decidi comprarla. La belleza y la sencillez de sus formas me cautivaron. No fui capaz de resistirme a la tentacion -explico.
Simon tampoco pudo resistirse a la tentacion, aunque la suya fue diferente; aparto la mirada de la estatua y la clavo en Genevieve.
– De acuerdo, te dejare a solas y te esperare con Baxter.
La deseaba tanto que falto poco para que la tomara entre sus brazos y la besara. Cuando salio al corredor, se llevo las manos a la cara y se maldijo no solamente por desearla, sino por sentir la necesidad acuciante de protegerla a toda costa, lo cual podia resultar peligroso para el. Genevieve habia mentido. Sabia que el ladron habia robado la caja y no habia dicho nada.
Simon tenia motivos de sobra para desconfiar; aunque en el fondo de su corazon, casi estaba seguro de que habria una explicacion perfectamente logica para el asunto de la carta y de que ella no estaba involucrada, en modo alguno, en el asesinato del conde.
Para empeorar la situacion, ahora la tendria bajo su techo, al alcance de su mano, y la desearia mas que nunca. Simon era consciente de que no le habia hecho la oferta para ganarse su confianza y encontrar la carta de una vez, sino porque estaba sinceramente preocupado por ella y era lo mejor en esas circunstancias.
Aquello lo incomodo un poco mas. Era la primera vez en su carrera profesional que dejaba una mision en segundo plano y se dejaba distraer por una mujer. Y la primera vez, desde nino, que perdia el control de su razon y de sus pasiones.
Con independencia de que Genevieve Ralston fuera culpable o inocente de la muerte de Ridgemoor, era una dama extraordinariamente peligrosa.
Capitulo Once
Genevieve deshizo el equipaje en uno de los dormitorios de la casa de campo de Simon. Era una habitacion pequena pero agradable, con una cama de colcha verde que a primera vista parecia bastante comoda. Baxter se habia alojado en una estancia cercana y se habia quedado dormido en cuanto se tumbo. En cuanto a la gata, reacciono mal a la mudanza y desprecio soberanamente a
Bien pensado, no tenia motivos para seguir despierta; podia echarse en la cama y dormir. Pero los pensamientos se agolpaban en su mente con insistencia y casi todos tenian el mismo protagonista, Simon Cooper.
Llevaba dos horas caminando por la habitacion. Al principio, habia pensado que el allanamiento de su casa estaria relacionado con Charles Brightmore y el escandalo provocado por el libro, pero descarto la idea en cuanto vio que la caja de alabastro ya no estaba en el cajon del tocador. El intruso buscaba la carta de Richard, y era dudoso que hubiera sido el propio Richard o un hombre enviado por el porque sabia que el conde no habria querido que atacaran a Baxter.
Ciertamente, tambien cabia la posibilidad de que no hubiera reconocido al mayordomo y lo hubiera atacado por evitarse problemas; ademas, no le constaba que hubiera otras personas que conocieran el paradero de esa carta. Pero conocia a Richard y sabia que no era capaz de cometer un acto tan inexcusable como allanar el hogar de una mujer.
Lo unico cierto de aquel asunto era que la carta tenia mas importancia de lo que habia imaginado. Sin embargo, eso tampoco tenia sentido. Richard era un hombre poderoso, con influencia politica. ?Por que le habria envidado la carta a ella?
Cuanto mas lo pensaba, mas se convencia de que el conde no habia tenido nada que ver; lo cual significaba que probablemente se enfrentaba a alguno de sus enemigos, a alguien capaz de entrar en una casa sin permiso y de atacar a un hombre con tal de conseguir lo que buscaba.
Genevieve se estremecio al pensar que habian violado su santuario y herido a Baxter. Casi lamento que no hubieran encontrado la carta, porque ella habria seguido con su vida y no se veria envuelta en un asunto tan turbio.
Aquello la llevo de nuevo a Simon Cooper.
Detuvo su paseo y se quedo mirando las llamas. Simon le gustaba tanto que no lograba apagar el deseo que la consumia. Una y otra vez se recordaba todas las razones que tenia para alejarse de el y rechazar la posibilidad de mantener una relacion.
A fin de cuentas, se acababan de conocer. Simon seguia siendo, en el fondo, un extrano. Pero un extrano encantador, generoso, valiente y atrevido. Un extrano que se ganaba la vida con el sudor de su frente, no con riquezas heredadas, como los aristocratas. Un extrano que no le habia pedido nada, salvo su cuerpo. Un extrano que se habia comportado con honradez al recordarle que solo iba a estar dos semanas en Little Longstone y darle tiempo para que tomara una decision.
En la
El encuentro en las aguas termales habia abierto una puerta que permanecia cerrada a cal y canto desde que Richard la abandono. Genevieve no tenia intencion de abrirla de nuevo, pero tampoco habia considerado la posibilidad de que la ocasion se presentara. Podia seguir adelante o mantener las distancias. Eso era todo, porque no le preocupaba que su aventura desencadenara algun tipo de escandalo en Little Longstone, como Simon le habia advertido, ni mucho menos que se quedara embarazada; Genevieve conocia varios metodos para impedir el embarazo.
Se miro los guantes y penso que habia tenido suerte. Simon no habia tenido ocasion de verle las manos; pero si se convertian en amantes y empezaban a dormir juntos, no podria ocultar su deformidad por mucho tiempo. Solo habia una solucion: amarlo en la oscuridad. Aprovecharia la ventaja de las sombras y disfrutaria del tiempo que les quedaba. Aquel hombre le atraia demasiado; no era capaz de resistir la tentacion.
Resuelta, salio del dormitorio, avanzo por el pasillo y se detuvo delante de la habitacion de Simon. Tal vez estuviera dormido; o quiza, al igual que ella, demasiado excitado como para caer en brazos de Morfeo.
Fuera como fuera, entrar era la unica forma de salir de dudas.
Giro el pomo de la puerta, paso al interior y cerro a sus espaldas. El fuego de la chimenea estaba apagado y las cortinas, echadas. No podia ver casi nada, pero le llego el aroma limpio y especiado de su amante.
Espero a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad y lo distinguio por fin, sentado en una silla. Simon se levanto y camino hacia ella. No pudo ver sus rasgos hasta que se encontro a pocos centimetros; entonces, noto el ardor en su mirada y el calor de su piel.
– Esperaba que vinieras -declaro-. ?Estas segura de lo que vas a hacer?
– No estaria aqui en caso contrario. Pero tengo dos peticiones.
Simon llevaba dos horas en la oscuridad, sentado en aquella silla, mirando el fuego hasta que se extinguio. Deseaba tanto a Genevieve que el cuerpo le dolia. Y ahora estaba alli. Habia respondido a sus ruegos y se habia presentado. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abrazarla y arrastrarla al suelo.
– Hare lo que pueda por acatarlas. Dime, ?que quieres?
– En primer lugar, oscuridad.
Simon se sintio decepcionado. Queria verla a plena luz, desnuda. Pero respondio:
– De acuerdo, aunque me gustaria verte mejor.
– Gracias.