corriente, algo con lo que tu padre no estaria en absoluto complacido, estoy seguro. Ni que decir tiene que tambien estoy seguro de que no le haria ninguna ilusion enterarse de que desde tu llegada a Cornwall has incurrido al secuestro y al chantaje.

– ?Jamas he hecho nada semejante!

– ?Ah, no? ?Y como llamarias al hecho de retener mi carta como rehen y exigirme que aceptara tu ayuda antes de acceder a devolvermela?

Victoria alzo el menton.

– De no haberlo hecho, habria vuelto a verme relegada a un rincon con una indulgente caricia en la cabeza. Como mujer moderna que soy, me niego a que se me siga tratando asi.

– Unas palabras colmadas de valor, sin duda. Sin embargo, quiza desees no haberlas pronunciado cuando regreses a Londres. Dudo mucho que a tus potenciales prometidos les haga la menor gracia oirlas. De hecho, apuesto a que la perspectiva de tomar por esposa a una mujer moderna les aparte de la caceria.

Negandose a morder el anzuelo, Victoria pregunto:

– ?Por que supones que papa exige mantener el asunto en secreto, incluso ante tu hermano y lord Alwyck?

Una curiosa expresion asomo al rostro de Nathan.

– No tengo la menor idea de lo que puede tener en mente, Quiza sospeche de que alguien de esta zona, incluido mi hermano o Gordon, o quiza ambos, estuvieron de algun modo implicados en la desaparicion de las joyas.

Victoria le miro fijamente.

– ?De verdad crees que estuvieron implicados?

– No. -La palabra surgio abruptamente, y Nathan se meso los cabellos-. No -repitio, esta vez empleando un tono mas suave-, aunque lo que realmente importa es que no debo hablar de esto con nadie, de modo que ahora debes prometerme que tampoco tu lo haras.

– ?Y si lord Sutton o lord Alwyck me lo preguntan especificamente?

– Hum. Si, eso podria representar un problema. Sera mejor que evites su compania en lo posible. Una lastima, sobretodo teniendo en cuenta que ambos parecen encantados contigo.

Victoria no supo decir si Nathan hablaba en broma o en serio.

– ?Evitar la compania de dos hombres apuestos y buenos partidos, sobre todo cuando ambos, como bien dices, parecen encantados conmigo? Debo confesar que la idea no me entusiasma lo mas minimo. Y, aunque me entusiasmara, dado que soy una invitada en casa de tu familia y que lord Alwyck es a todas luces un visitante frecuente, no veo como podria evitar los completamente.

– Pues si te preguntan, cambia de tema -dijo Nathan con tono irascible-. Finge tener jaqueca. O un vahido. Llevate la mano a la frente y pide con voz debil que te traigan tus sales.

Que hombre tan insufrible. Oh, a pesar de ser indudablemente atractivo y muy versado en el arte del beso, resultaba del todo insufrible. Antes de que Victoria pudiera informarle de que no era mujer con tendencia a sufrir jaquecas ni vahidos, oyeron voces que llegaban desde el pasillo.

– Cuento con tu palabra de que no mencionaras nada de esto, Victoria. -La voz de Nathan era una orden grave y profunda.

– Muy bien. Da mis labios por sellados.

La mirada de el descendio entonces hasta la boca de Victoria.

– Eso seria un desperdicio imperdonable -murmuro con voz tan queda que Victoria ni siquiera estuvo segura de haberle oido pronunciar esas palabras. Antes de poder decidirse, Nathan recogio los papeles y los retiro del escritorio. Segundos despues una sonriente tia Delia aparecio a toda vela por la entrada de la biblioteca, seguida por el padre de Nathan.

– No puedo creer que el duque dijera tan escandalosa…

Las animadas palabras de tia Delia quedaron bruscamente interrumpidas cuando la senora vio a Nathan y a Victoria.

– Aqui estabais -dijo, dirigiendose directamente hacia el escritorio-. Traigo esplendidas noticias.

Eso explicaria la patina rosacea que tenia sus mejillas, el brillo de sus ojos y su amplia sonrisa. No habia nada que hiciera tanto las delicias de la senora como revelar buenas noticias.

– Mientras lord Rutledge y yo regresabamos de nuestro pequeno paseo por el jardin, nos hemos encontrado con lord Alwyck, que volvia a su finca -dijo tia Delia-. Nos ha invitado a todos a cenar esta noche a Alwyck Hall. ?No es maravilloso? Tienes que ponerte tu vestido aguamarina, Victoria. Debes hacer lo posible por estar esplendida, y ese color te sienta exquisitamente. -Se volvio a mirar a Nathan-. Deberia ver lo bien que le sienta el color aguamarina, doctor Oliver. Es un espectaculo digno de contemplarse.

El calor encendio las mejillas de Victoria. Dios del cielo, ?que diantre estaba diciendo tia Delia?

– Contare las horas -dijo Nathan solemnemente-, aunque estoy seguro de que a lady Victoria todos los colores le sientan bien. Como a usted, lady Delia.

Un sonido que solo pudo ser descrito como una risilla infantil provino de tia Delia y Victoria miro a su tia, perpleja.

– Oh, gracias, doctor Oliver.

El padre de Nathan se aclaro la garganta.

– Hablando de ropa… -Arqueo una ceja desaprobatoria al ver la ausencia de chaqueta y de panuelo en el atuendo Nathan.

Nathan retiro su silla y se levanto.

– Si me disculpan, tengo cierta correspondencia que…

– Y tambien un panuelo -entono su padre.

– … que atender. Les vere esta noche. -Tras ejecutar una leve reverencia, se dirigio a grandes zancadas hacia la puerta con los papeles vitela doblados en una mano.

«?Esta noche?» Victoria le vio marcharse con la carta y el mapa y se pregunto que planearia hacer Nathan exactamente hasta entonces.

Despues de cenar, Nathan se instalo en el salon de Gordon e intento concentrarse en el tablero de ajedrez con incrustaciones que estaba colocado entre su padre y el, aunque su atencion no lograba apartarse de aquello que lo habia atraido durante toda la interminable velada.

Victoria.

La tortura habia dado comienzo hacia tres horas y diecisiete minutos… en cuanto la habia visto bajar la escalera hacia el vestibulo donde el estaba, solo, esperando a que el resto del grupo se reuniera alli para trasladarse a la finca de Gordon. Con un vestido de muselina de color aguamarina claro de mangas cortas y ablusadas y un escote bajo y cuadrado, sus brillantes rizos recogidos con una cinta y dispuestos en un favorecedor mono griego, Victoria descendia despacio y elegantemente la escalera como deslizandose sobre el aire, como una arrebatadora ninfa marina de un cuadro de Boticelli. Era precisamente lo que su tia habia anunciado. Un espectaculo digno de contemplarse.

Las miradas de ambos se encontraron, y Victoria vacilo en la escalera con una mano enguantada agarrada con elegancia de la barandilla de roble mientras se llevaba la otra mano al estomago, como en un intento por calmar un repentino estremecimiento. ?Era esa sensacion similar a la desconcertante emocion que el estomago de Nathan habia sufrido al verla?

A pesar de que el jamas se habia considerado un hombre extravagante, habria jurado que en ese instante algo paso entre los dos. Algo calido e intimo, y desde luego por su parte rebosante de un deseo que no era capaz de explicar ni de negar.

La vio inspirar despacio y hondo al tiempo que fijaba la mirada en el delicado hueco perfilado en la base del cuello de Victoria, que parecio pronunciarse cuando ella inspiro… ese pequeno fragmento de piel vulnerable que, como bien sabia, era al tacto como una muestra de terciopelo y estaba impregnado con el leve aroma de las rosas. Victoria parpadeo varias veces, rompiendo el hechizo que parecia haberles embrujado.

Reemprendio entonces el descenso, pero cuando todavia no habia dado dos pasos, Colin hablo suavemente a la espalda de Nathan.

– Exquisita, ?verdad?

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