Victoria aparto la mirada del libro y levanto la mirada. Los ojos azules de tia Delia estaban colmados de amor y de preocupacion. Entendio en ese momento por que su tia no se habia mostrado mas diligente en sus tareas de acompanante.
Sin una sola palabra, metio el libro en la bolsa de seda y se lo devolvio a su tia.
– No puedo aceptarlo.
El sonrojo tino las mejillas de tia Delia.
– Te he escandalizado. Lo siento. Es solo que…
– Porque no podria bajo ningun concepto privarte de tu ejemplar cuando ya tengo el mio. -Se aclaro la garganta-. Un ejemplar que he releido en varias ocasiones.
Tia Delia parpadeo y rapidamente recupero el aplomo.
Dedico a Victoria una amable sonrisa llena de una muestra tal de comprension que la joven sintio al verla un nudo en la garganta.
– Entonces, vive tu aventura, querida. Disfruta de tu vida al maximo. No dejes que tu sexo determine tu destino. Deja mejor que la mano de este te acaricie. Deja algo a la suerte. Sigue los dictados de tu corazon, a ver adonde te conducen Siempre contaras con mi apoyo incondicional. -Se llevo al pecho la bolsa de seda que contenia el libro y una expresion decidida se apodero de sus rasgos-. Sigue a tu corazon -reitero en voz baja-. Es lo que pienso hacer yo.
– ?A que te refieres?
– A que quiero oir cantar mi corazon y mi alma. Merezco vivir una gran pasion, la felicidad que se me nego en mi juventud, y si tengo la oportunidad, no dejare que nada me impida hacerlo. Tambien tu te mereces esa pasion y esa felicidad, querida.
Victoria apenas podia creer lo que oia. No podia ser que tia Delia estuviera sugiriendo que… Aunque sin duda daba la sensacion de que la estuviera animando a que…
Tomara a Nathan como amante.
Cielos. La simple idea la envolvio en una oleada de calor que amenazo con convertir en cenizas sus buenas intenciones. No habia permitido que esa posibilidad tomara forma en su mente por temor a que la arrollara. Pero en ese momento sintio la idea firmemente arraigada. Y creciendo a un ritmo alarmante.
Llamaron a la puerta y ambas se sobresaltaron.
– Pase -dijo Victoria.
La puerta se abrio para revelar la presencia de Nathan. El corazon de Victoria empezo a latir a un ritmo distinto. Mas potente, mas rapido. La mirada de el la recorrio, intensa, penetrante, dejandola sin aliento. Con unos pantalones negros, camisa blanca y chaleco de color marfil, tenia un aspecto fuerte y masculino. Y absolutamente apuesto. Una mata de pelo oscuro que como ella bien sabia era como la seda entre los dedos le caia sobre la frente, cosa que habria resultado infantil en otro hombre. Pero es que nada en el ser que en aquel instante cruzaba la habitacion podria haber sido descrito como infantil.
– Buenas noches, senoras -dijo, abarcandolas a ambas con la mirada. A continuacion su atencion se centro exclusivamente en Victoria-. ?Como te encuentras?
Sin aliento, penso Victoria. Y todo por culpa tuya.
– Mucho mejor -dijo en cambio-. La cena estaba deliciosa.
Nathan sonrio.
– Me alegro de que te haya gustado. Confieso que esta no es una visita de orden estrictamente social… Estoy aqui en calidad de tu medico.
Tia Delia se puso en pie.
– ?Debo marcharme?
– En absoluto. Su presencia servira como distraccion para mi paciente, que ha expresado una clara aversion a los medicos. Por favor, prosigan con su conversacion.
La mirada de Victoria volo hasta la de su tia, en cuyos ojos vio brillar una risa y una picardia del todo inconfundibles.
– Muy bien. ?De que estabamos hablando, Victoria? -Adopto una expresion confundida y se golpeo levemente el menton con el dedo-. Ah, si. De los libros que hemos leido ultimamente. ?Cual era el titulo que acababas de recomendarme?
Victoria tosio para disimular el estallido de risa escandalizada que sintio ascender por su garganta. Cielos, ?cuando s habia convertido tia Delia en semejante fresca? Rezando para que el calor que notaba en las mejillas no resultara tan visible como ella lo sentia, respondio con tono represivo:
–
Tia Delia fue la cara misma del desconcierto.
– ?Estas segura? Creia que habias dicho…
–
Tia Delia parpadeo tras la ancha espalda de Nathan.
– Y yo que creia que era
Nathan levanto una de las manos de Victoria y examino con suavidad la palma rasgunada.
– ?Asi que es de eso de lo que hablan las damas cuando estan solas? -pregunto con voz divertida-. ?De Shakespeare?
– Si -se apresuro a responder Victoria antes de que tia Delia pudiera hacer nada por borrar el travieso brillo que habia asomado a sus ojos.
Nathan sonrio.
– Y yo que creia que hablaban de hombres.
– Shakespeare era un hombre -dijo Victoria con aspereza, intentando ser valiente y hacer caso omiso del hormigueo de placer que el contacto con Nathan invocaba en ella mientras el le alzaba la cabeza para examinarle el corte.
– Me refiero a los hombres vivos, a los que respiran.
– Oh, tambien hablamos de ellos -exclamo tia Delia.
– Entre otras cosas -dijo Victoria lanzando a su tia una mirada contenida.
– Mi padre y yo las hemos echado en falta durante la cena -dijo Nathan, apartando el edredon y levantandole el camison lo suficiente para examinarle las rodillas. Su forma de tocarla y su comportamiento eran del todo impersonales, pero no habia nada de impersonal en el calor que el roce de sus manos prendia en la piel de Victoria.
– ?Tu hermano no ha cenado con vosotros? -pregunto Victoria, espantada al reparar en lo jadeante que sono su voz al hablar.
– No. Se ha ido a Penzance esta manana temprano y no volvera hasta tarde. -Le bajo el camison y volvio a taparla con la sabana. Luego se levanto y le sonrio-. Tus golpes, los cortes y los rasgunos tienen buen aspecto. Y ya has recuperado el color. -Su mirada toco las mejillas de Victoria y le arrugo el ceno-. De hecho, te encuentro bastante acalorada.
Tendio la mano para posarla sobre su frente. Dios del cielo ?como podia decirle ella que tocandola no conseguiria otra cosa que acalorarla aun mas?
– No tienes fiebre -dijo Nathan, inconfundiblemente aliviado, retirando la mano.
– Me encuentro bien. De verdad. Creo que el balsamo que me has puesto ha calmado el dolor.
– Bien. Aun asi, manana seguiras un poco dolorida. Aunque un bano caliente ayudara a mitigar el dolor. -Su mirada deambulo por la habitacion hasta la gran banera de laton que dos lacayos habian colocado hacia un rato junto a la chimenea-. Mandare que suban el agua. Y cuando hayas terminado de banarte, deberas acostarte. Necesitas descansar.
Se volvio hacia tia Delia.
– ?Puedo acompanarla abajo, lady Delia? Mi padre esta en
– Tambien yo estaria encantada de ganarle -dijo tia Delia entre risas. Se inclino a su vez sobre Victoria y le dio en beso en la mejilla-. Piensa en lo que te he dicho, querida -le susurro al oido.
Nathan acompano a la tia de Victoria hasta la puerta. Antes de cerrarla tras de si, se volvio y sus ojos