buscaron los de ella. Una larga mirada se cruzo entre ambos y Victoria oyo palpitar su corazon al tiempo que se preguntaba lo que podria estar pensando Nathan. Algo brillo en los ojos de el cuando el dijo en voz baja:
– Disfruta del bano.
Acto seguido, desaparecio.
Aunque resulto del todo imposible olvidarle.
Capitulo 17
La mujer moderna actual que decida tomar las riendas del destino y decirle al blanco de sus afectos «Te deseo» (y, sin duda, se le apremia desde aqui a que de semejante paso) sera mejor que este muy segura de ello, porque es muy poco probable que el caballero decline su invitacion.
Charles Brightmore.
Con la gracia felina que tan bien le habia servido durante su servicio a la Corona, Nathan se solto del alfeizar de la habitacion en desuso situada justo encima del dormitorio de Victoria. Aterrizo suavemente en el balcon de la joven, se escondio rapidamente en las sombras, alli donde no llegaba la luz de la luna, y atisbo por los ventanales. Y se quedo de piedra ante la vision que aparecio ante sus ojos.
Victoria reclinada en la banera de laton, con su silueta velada por el halo dorado del crepitante fuego que ardia en la chimenea. Se habia recogido el oscuro y brillante cabello sobre la cabeza en una muestra de artistico desorden mientras varios bucles caian sobre su cuello y sus mejillas. Rizos de vapor se elevaban dibujando espirales a su alrededor, perlandole los pomulos con su humedo calor.
Sostenia un libro ante los ojos y parecia profundamente absorta en la lectura mientras no dejaba de mordisquearse el labio inferior. Al tiempo que el la observaba, una intrigante sonrisa que parecio colmada de secretos curvo los labios de Victoria, y Nathan se sorprendio deseando que fueran imagenes de el las que estuvieran inspirando semejante expresion.
Victoria cerro despacio el libro y lo dejo en la pequena mesita redonda colocada junto a la banera para dar cabida un par de gruesas y niveas toallas. Entonces, sus parpados se cerraron.
Con una facilidad resultante de la practica constante, Nathan abrio los ventanales sin hacer el menor ruido y se adentro sigilosamente en la habitacion llevando en la mano un rosa roja de largo tallo. Cuando llego junto a la banera, bajo la mirada. La cabeza de Victoria reposaba contra el pulimentado borde de laton, dejando a la vista su cuello humedo y elegante. La mirada de Nathan quedo fascinada por la roja senal donde el cuchillo la habia rozado y se le tenso la mandibula. Aparto la atencion del corte y prosiguio con su examen. El agua humeante lamia los hombros de Victoria, formando pequenos charcos en las delicadas concavidades dibujadas por la clavicula. Bajo la superficie del agua, que se mecia suavemente con la respiracion de Victoria, brillaban unos pechos generosos coronados de unos pezones rosados. La mirada de Nathan se paseo por el vientre de la joven, por el triangulo de oscuros rizos enmarcado en el vertice de sus muslos y a lo largo de la linea de sus contorneadas piernas. Dado que la banera media menos que ella, para compensar la falta de espacio Victoria habia apoyado sus finos tobillos cruzados en el borde opuesto, dejando al aire las pantorrillas y los pies. Tenia unos pies pequenos, con un empeine claramente pronunciado que los dedos de Nathan anhelaron acariciar.
– ?Disfrutando del bano, Victoria?
Ella abrio los ojos de golpe y contuvo el aliento. El agua se derramo por uno de los laterales de la banera cuando sus pies se sumergieron bajo la superficie al tiempo que cerraba las piernas y se cruzaba de brazos.
– ?Que… que estas haciendo aqui?
– He venido a ver si estabas disfrutando del bano -respondio, tendiendole la rosa-. Para ti.
La mirada sobresaltada de Victoria se poso primero en el y luego en la rosa que le ofrecia. Al fin alargo la mano y tomo la rosa por el tallo, llevandose el capullo al rostro y hundiendo la nariz en sus aterciopelados petalos. Mirandole por encima de la flor, estudio el atuendo de Nathan.
– ?Por que te has vestido de negro?
– Para evitar que, mientras bajaba a tu balcon, cualquiera que pudiera estar al acecho pudiera detectar mi presencia.
Victoria se volvio a mirar de pronto los ventanales. Luego volvio a fijar en el la mirada. A pesar de que seguia pareciendo perpleja, el destello de interes que revelaban sus ojos era del todo incuestionable.
– ?Has entrado aqui por el balcon? ?Como?
– Saltando desde la ventana del piso de arriba.
Victoria lo miro con los ojos desorbitados.
– No habras sido capaz.
– Ya lo creo.
– Pero ?te has vuelto loco? Si te hubieras caido podrias haber quedado muy malherido.
– Casi con toda probabilidad habria perdido la vida -la corrigio con una grave inclinacion de cabeza-. Pero tengo la gran fortuna de gozar de un perfecto equilibrio.
– ?Alguna vez has oido hablar de la palabra «puerta»?
– Demasiado predecible, sobre todo teniendo en cuenta que deseaba tener a mi favor el factor sorpresa. Ademas, corria mayor riesgo de ser descubierto si entraba en tu habitacion desde el pasillo. ?Y si me hubiera encontrado la puerta cerrada con llave? Aunque podria haber hecho saltar la cerradura, me arriesgaba a ser descubierto. Tampoco me apetecia llamar, pues de haberlo hecho tendrias que haber salido de la banera y cubrirte para abrir la puerta. En ese caso, no habria podido verte en el bano, y, mi querida Victoria, permite que te diga que es una vision de la que jamas me perdonaria no haber podido disfrutar.
Una sombra carmesi que rivalizo al instante con el color de la rosa que Nathan le habia regalado tino las mejillas de Victoria.
– Por eso has saltado a mi balcon desde una ventana.
Nathan se encogio de hombros.
– Asi somos los espias. Aunque reconozco que no tengo herida en ninguna parte del cuerpo, me temo que he perdido un poco la practica con la maniobra.
– ?Y dices que has venido para examinarme los rasgunos?
– No exactamente.
Nathan cruzo la habitacion y al llegar a la puerta hizo girar la llave en la cerradura. El suave chasquido parecio reverberar en el aire. Mientras regresaba despacio hasta ella, se enrollo las mangas hasta los codos al tiempo que la veia observarle detenidamente y se fijaba en el recelo y en el estado claramente alerta que bullia en sus ojos. Cuando llego a la banera, se arrodillo y apoyo los antebrazos en el borde. Con las puntas de los dedos removio suavemente el agua.
– Por supuesto, estaria encantado de examinarte las heridas -dijo, clavando una fascinada mirada en la de ella-. Sin embargo, y en aras del juego limpio, debo advertirte que no he venido en calidad de medico sino de hombre. Un hombre decidido a… -Su voz se apago y bajo la mano hasta pasar lentamente la yema del dedo sobre la delicada linea de la clavicula de Victoria.
Ella le miro con los ojos muy abiertos y brillantes.
– ?A que? -pregunto con voz jadeante-. ?A seducirme?
– A seducirte -repitio el despacio, saboreando la palabra como lo habria hecho con un delicado y delicioso clarete-. Me parece una idea excitante y tentadora. Una idea que sin duda tendre en cuenta. La proxima vez.
La confusion destello en los ojos de ella.
– ?La proxima vez?
– Si. -Logro encajar la expresion de su rostro en una mascara de pesar-. Por muy agradable que pueda antojarseme la idea de seducirte, me temo que esta visita responde tan solo a mi voluntad de venganza.
Y, sin darle oportunidad de que respondiera, se levanto se llevo con gesto suave y apresurado las toallas de Victoria de la mesita adjunta. Luego se dirigio al extremo mas alejado de la habitacion, junto a la chimenea,