– Ademas de mi, ?se ha retractado algun otro inversor potencial?

– Si-contesto Jennsen-. Parece que Tolliver lo va a perder todo.

Daniel recordo el tenso intercambio de palabras que mantuvo con el ebrio conde la noche del baile de disfraces. Enfrentarse a la ruina financiera y, posiblemente, tambien a la social, habia conducido a mas de un hombre a la bebida.

– Al no invertir, tomo usted la decision correcta -comento Jennsen-. Yo, desde luego, no lo habria hecho, si se hubiera tratado de mi dinero.

Daniel asintio lentamente con la cabeza. La otra vez no dudo de Jennsen cuando le aconsejo que no invirtiera en el negocio de Tolliver y tampoco dudo ahora. Por lo que habia visto y oido, Jennsen era un genio financiero, y su riqueza lo demostraba. Riqueza que, segun se decia, habia construido a partir de cero. Una parte de Daniel queria expresar su agradecimiento y otra, darle una patada en el culo.

Daniel carraspeo.

– Gracias -declaro con frialdad.

La diversion que reflejo la mirada de Jennsen fue patente.

– Casi se muere al decirlo, ?no? En cualquier caso, de nada. Y, ahora, ?por que no me cuenta de que quiere hablar conmigo? Aunque yo podria ahorrarnos tiempo a los dos, pues ya se de que quiere hablarme. Las miradas asesinas que me lanza cada vez que estoy junto a ella no me han pasado desapercibidas. -Apoyo una cadera en la barandilla de piedra-. Si pretende mirar con rabia a todos los hombres que la miren a ella, tendra el ceno fruncido durante el resto de su vida.

Daniel siguio mirandolo con fijeza.

– Hay miradas y miradas.

– Comprendo. Y yo a ella le lanzo miradas. -Jennsen se encogio de hombros-. No puede usted culparme. Lady Wingate es extraordinariamente bella.

– Y no esta disponible.

Jennsen arqueo las cejas.

– ?Ah, no? Yo no he oido el anuncio de ningun compromiso. ?O es que esta usted a punto de proponerle matrimonio?

– Eso no es de su incumbencia.

– Como tampoco le incumbe a usted mi amistad con lady Wingate o, para el caso, con cualquier otra mujer.

Daniel entrecerro los ojos.

– Por lo visto tiene usted la costumbre de echar el ojo a mujeres que…

– ?Que estan en el punto de mira de algun otro hombre?

– Es una descripcion tan buena como cualquier otra. Hace unos meses, miraba usted a la hermana de lady Wingate de la misma forma en que, ahora, la mira a ella.

– Asi es. Y mire como acabo la cosa. Sarah se caso con su amigo y ahora es la marquesa Langston. Y, como es probable que haya usted oido, antes de eso me gustaba otra mujer que se caso poco despues. -Un destello brillo en sus ojos-. Quiza crea usted que soy su rival, Surbrooke, y la verdad es que ruego a Dios que asi sea, pero creo que tambien es posible que sea un casamentero involuntario. -Jennsen esbozo una amplia sonrisa-. Quiza deberia cobrar por mis servicios.

La unica respuesta de Daniel fue una mirada helada, y Jennsen se encogio de hombros.

– O quiza no. El tiempo lo dira. Ha sido un placer hablar con usted.

Jennsen inclino la cabeza, se dirigio a los ventanales moviendose como si fuera el hombre mas feliz del mundo y desaparecio en el interior de la casa.

Daniel fruncio el ceno mirando el lugar por el que habia desaparecido aquel enervante hombre y exhalo un largo suspiro. ?Maldita sea! ?Que habia significado todo aquello? No tenia ni idea, pero una cosa estaba clara: el y Jennsen querian a la misma mujer.

Y Jennsen no iba a conseguirla.

Aquella noche, intentaria concederle a ella cierto espacio. Se esforzaria en no abalanzarse sobre ella en cuanto la viera. Tanto para no asustarla como para demostrarse a si mismo que podia hacerlo. Pero habia llegado la hora de ir en busca de lo que queria y de asegurarse de que lo conseguia. Carolyn se habia apresurado a desaparecer en cuanto el se dirigio a donde ella y Jennsen estaban, pero Daniel no permitiria que ella volviera a escaparsele.

Rebosante de determinacion, Daniel estaba a punto de volver a entrar en la sala de baile cuando experimento la intensa sensacion de ser observado. Recorrio con la mirada la terraza en penumbra, los grupos de personas que conversaban, el jardin vallado y las parejas que paseaban por los senderos, pero no vio que nadie lo estuviera observando. ?Maldicion, ahora se imaginaba cosas!

Sin mas demora, regreso a la fiesta. Enseguida fue abordado por lady Gatesbourne, su anfitriona. Solo una larga vida de practica de buenos modales evito que se desembarazara, sin mas, de aquella autoritaria mujer cuya mirada contenia el brillo inconfundible de una casamentera y quien dejaba entrever, de una forma clara y evidente, que queria bailar. ?Mierda! Resignado a mostrarse amable, pero solo porque era su anfitriona, Daniel bailo con ella un cotillon. Justo despues del baile, se despidio de ella con una reverencia y se alejo en busca de Carolyn.

Cuando por fin la encontro, sus pulmones dejaron de funcionar de aquella forma extrana en que solian hacerlo cada vez que la veia. ?Por Dios que estaba encantadora! Su pelo, recogido y del color de la miel, despedia destellos debido a las docenas de velas que resplandecian en los candelabros de cristal. Su vestido era del mismo color que las aguamarinas y Daniel enseguida se imagino a si mismo abrochando un collar de las azules y translucidas piedras preciosas alrededor del esbelto cuello de ella. Y despues, quitandole el vestido y dejandola vestida solo con la joya que el le habia puesto. Y con una sonrisa de aceptacion. Si, eso estaria muy bien.

Daniel aparto a un lado aquella imagen sensual y entonces se dio cuenta de que, justo en aquel momento, Carolyn sonreia. Pero no a el. No, otra vez estaba sonriendo al bastardo de Jennsen. Quien le devolvia la sonrisa. Con aquella mirada en los ojos. Otros dos caballeros rondaban a Carolyn, observandola como predadores que husmeaban un bocado especialmente sabroso.

Daniel percibio en las entranas aquella tension que estaba empezando a acostumbrarse a sentir en todo lo relacionado con Carolyn y acelero el paso. Cuando llego junto a ella, se sentia acalorado y enfadado y lo unico que queria era hacerle morder el polvo a Jennsen y a aquellos otros dos hombres.

– Buenas noches, lady Wingate -declaro Daniel, deteniendose frente a ella y realizando una reverencia. Deslizo la mirada a su acompanante-. Jennsen.

La calidez que reflejaban los ojos de Carolyn mientras hablaba con Jennsen se convirtio en frialdad cuando vio a Daniel. El nudo del estomago de Daniel se hizo mas tenso.

– Lord Surbrooke -murmuro ella.

– Se de buena fuente que el proximo baile es un vals. ?Quiere hacerme el honor?

La suya fue una invitacion brusca que no hizo mas que aumentar su enfado. En esa ocasion hacia si mismo, por volver a perder el refinamiento.

Carolyn titubeo y parecio que estaba a punto de rechazar su invitacion, pero entonces asintio con la cabeza.

– Muy bien.

Despues de disculparse con Jennsen, quien parecia estarse divirtiendo mucho – ?a la mierda con el!-, Carolyn apoyo una mano en el brazo que le tendia Daniel. Aunque ella lo toco con el mismo interes que uno emplearia con un insecto venenoso, Daniel sintio que un cosquilleo le recorria el antebrazo hasta el codo.

Cuando la musica empezo, Daniel rodeo a Carolyn con los brazos y realizo la primera respiracion fluida de toda la noche.

– Estas maravillosa -declaro mientras la devoraba con la mirada y el corazon le latia ridiculamente deprisa.

– Gracias.

– Me alegro de que decidieras asistir a la fiesta.

Carolyn levanto la barbilla.

– No vi ninguna razon para no hacerlo. Julianne es una de mis mejores amigas.

Daniel casi pudo oirla anadir, con voz desafiante: «Y no pensaba permitir que usted me intimidara.»

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