casarse con la hija de un lord para poder entrar en la sociedad. Y con la enorme riqueza que posee, seguro que lo consigue. -Le dio a Emily un codazo para provocarla-. Sera mejor que tengas cuidado no vaya a ser que te eche el ojo a ti.

– Sera mejor que no lo haga… si no quiere perderlo. Aunque es posible que lance sus redes en tu direccion.

– Perderia el tiempo, pues mi padre nunca permitiria que me casara con alguien que no fuera de la aristocracia, por muy rico que fuera. Y no hay suficientes sales en el reino para que mi madre siquiera tenga en cuenta esa posibilidad.

Carolyn no dudo ni por un momento de que la suposicion de Julianne fuera cierta. Su madre, la imponente condesa Gatesbourne, era muy autoritaria en todo lo relacionado con su unica hija. Hasta el punto de que, a su lado, las otras madres autoritarias parecian unos gatitos domesticados. La madre de Julianne estaba decidida a que su hija realizara un matrimonio brillante. Solo por su deslumbrante aspecto, Julianne podia atraer a cualquier hombre, pero combinado con su caracter dulce y la extensa riqueza familiar, Julianne era una de las jovenes mas cotizadas de la sociedad. Por desgracia, estaba aprisionada bajo el asfixiante peso del pulgar de su madre. Carolyn rogaba para que el temperamento amable y romantico de su amiga no se viera pisoteado por un lord mujeriego y hastiado de la vida, aunque conocia bien a los de esa especie y sabia que los hombres como Edward eran dificiles de encontrar.

Desvio la mirada hacia Emily y la compasion la invadio. Emily habia confesado, recientemente, que su familia estaba sufriendo graves dificultades financieras debido, en parte, a la aficion de su padre al juego. Emily temia que su padre estuviera planeando concertar un matrimonio para ella con algun viejo y decrepito lord que no tuviera nada a su favor salvo un monton de aquel dinero que tanto necesitaban. Carolyn deseaba con todas sus fuerzas que semejante destino no cayera sobre su vivaracha y alegre amiga.

A fin de romper el silencio que habia caido sobre ellas, Carolyn pregunto:

– ?Que disfraz os vais a poner?

– Se supone que no debemos contarlo -declaro Emily mientras sacudia un dedo.

– Pero ?entonces, como nos encontraremos entre la multitud? -pregunto Julianne-. Yo necesito saber a quien buscar en caso de que consiga deshacerme de mi madre.

– Matthew y yo iremos disfrazados de Romeo y Julieta -declaro Sarah-, aunque, en nuestra version de la historia, evidentemente, ninguno de nosotros muere, pues nosotros somos mas viejos que aquellos amantes adolescentes. Ademas, no soporto los finales tristes.

Emily suspiro.

– Yo sere la tragica Ofelia. Queria ir disfrazada de Cleopatra, pero mi madre me ha dicho que seria un escandalo. -Sonrio ampliamente-. Quiza deberia ir disfrazada de la Dama Anonima.

– Si-contesto Carolyn-. Y como disfraz podrias llevar la falda doblada hasta la cintura y un ejemplar de las Memorias.

Todas se echaron a reir.

– Yo ire vestida de angel -declaro Julianne.

– Muy apropiado -contesto Carolyn.

– Y aburrido -anadio Julianne con un suspiro-. Pero mi madre ha insistido.

– ?Espera a ver el disfraz de Carolyn! -declaro Sarah con entusiasmo-. Yo la he ayudado a elegirlo.

Carolyn simulo fruncir el ceno en direccion a su hermana.

– Di mejor que lo encargaste, hiciste que me lo trajeran a casa y me ordenaste que me lo pusiera en la fiesta. -Miro a sus otras dos amigas-. Desde que se caso, se ha vuelto muy mandona y dominante.

– A mi marido le gusta que sea asi-respondio Sarah en tono cortante-. Si no te hubiera ayudado, te habrias disfrazado de pastora.

– Es muy probable -accedio Carolyn-. Lo que es seguro es que no habria elegido el disfraz de Galatea.

Los ojos de Julianne se iluminaron.

– ?Oh, la hermosa estatua de marmol que cobro vida! ?Estaras preciosa, Carolyn!

– Y me sentire como si estuviera a medio vestir.

– Alegrate de llevar algo puesto -intervino Emily con una sonrisa maliciosa-. Galatea estaba desnuda, ya lo sabes.

Carolyn lanzo a Sarah una mirada cenuda.

– ?Creo que tu deberias ir disfrazada de Galatea, y yo, de pastora!

– ?Cielos, no! -contesto Sarah-. Romeo no querria tener nada que ver con una estatua griega. Como dice Julianne, estaras preciosa. No hay nada inadecuado en tu disfraz.

– ?Claro que no! -corroboro Julianne-. De hecho, a juzgar por algunos de los disfraces que la gente se puso el ano pasado en la fiesta de lady Walsh, iras excesivamente vestida. -Bajo la voz y anadio-: Un numero sorprendente de mujeres se vistieron de miembros de un haren.

– Y casi el mismo numero de hombres iban vestidos con togas. Hombres cuyas abultadas figuras sin duda no estaban hechas para vestirse con una sabana.

Emily se estremecio visiblemente.

– Casi lamento habermela perdido -declaro Carolyn con una sonrisa.

– Con unos pequenos arreglos, podriamos transformarte de Galatea a Afrodita -le comento Sarah a Carolyn con aire reflexivo-. Desde el primer momento quise que fueras disfrazada de la diosa del deseo.

– Rotundamente no -declaro Carolyn con firmeza-. ?Que pensaria la gente?

Sarah le cogio la mano con dulzura y reposo sus ojos marrones en los de su hermana.

– Pensaria que eres una mujer joven y llena de vida que merece pasarselo bien.

– Soy una viuda de treinta y dos anos que es demasiado sensata y demasiado mayor para desfilar por ahi de una forma indecorosa.

Carolyn pronuncio estas palabras con suavidad para eliminar de ellas cualquier rastro hiriente. Sabia que Sarah queria lo mejor para ella y le agradecia de corazon sus esfuerzos. Sin embargo, desde que decidio continuar con su vida y volver a participar en la sociedad, a veces sentia que todo iba demasiado deprisa; como si estuviera perdiendo una parte de si misma, de la persona que habia sido durante los ultimos diez anos, la esposa de Edward. De vez en cuando, le costaba recordar imagenes de el que, antes, conservaba con claridad en su mente; no recordaba con exactitud el sonido de su risa, la calidez de su tacto… Y la progresiva perdida de aquellos recuerdos la confundia y la entristecia. Y tambien la asustaba, pues, si sus recuerdos de Edward se desvanecian, no le quedaria nada.

– No hay nada indecoroso en ti -declaro Sarah con dulzura mientras le apretaba la mano y le sonreia-. Y todos nos lo pasaremos muy, muy bien esta noche.

Carolyn le devolvio la sonrisa, aunque no se sentia tan optimista como ella. La idea de un baile de disfraces le parecio excitante cuando recibio la invitacion, pero ahora que habia llegado el dia, se sentia mucho menos entusiasmada. Habia permitido que Sarah la convenciera para ir disfrazada de Galatea porque, como senalo su hermana, a Galatea le dieron el don de la vida, de la misma forma que ella queria volver a la vida. Lo que Carolyn no le recordo a Sarah fue que si la estatua de Galatea cobro vida fue porque Pigmalion, el escultor, se enamoro apasionadamente de su obra de arte. El amor trajo a Galatea a la vida. En determinado momento, el amor habia hecho lo mismo por ella, pero Carolyn sabia, en el fondo de su corazon, que eso no volveria, no podia volver a suceder.

Capitulo 2

La nota solo decia: «A medianoche en los establos.» Enseguida supe quien me la habia enviado. Cuando llegue al lugar y la hora indicados, el corazon, expectante, me latia con fuerza. El salio de las sombras y, sin pronunciar una palabra, me estrecho entre sus brazos…

Memorias de una amante,

por una Dama Anonima

De pie en un rincon oscuro del concurrido salon de baile, Daniel Sutton, el conde Surbrooke, estaba a punto

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