– Veintiocho dias para ser exactos.
– Momento en el que tendras que casarte.
Matthew apreto los dedos en torno a la copa.
– Si.
– Lo que quiere decir, que en tan corto lapso de tiempo -comenzo a enumerar los pasos a seguir con los dedos- elegiras a una novia, le pediras que se case contigo, conseguiras el permiso y la aprobacion de su familia, y, por falta de tiempo, pediras una licencia especial.
– Si.
– ?Y como va todo? -pregunto Daniel con voz inocente.
– Muy bien, gracias por preguntar.
– ?De verdad? ?Ya has podido conseguir alguna de esas cosas?
– Pues la verdad es que si. Ya tengo la licencia especial. La consegui el mes pasado.
– Excelente -dijo Daniel, inclinando la cabeza con aprobacion-. Ahora todo lo que necesitas es que alguien te acepte y pronunciar los votos que te uniran a ella hasta que uno de los dos estire la pata.
– Que manera tan pintoresca de exponerlo.
– Hasta que la mano fria, humeda y pegajosa de la muerte os separe.
– Entiendo, gracias. ?Te ha divertido siempre el sufrimiento ajeno o es una aficion que has adquirido recientemente?
Daniel ignoro su comentario sarcastico y pregunto:
– ?Has pasado tiempo con la que hasta ahora es la mas probable futura marquesa, lady Julianne? -Antes de que Matthew pudiera contestar, Daniel continuo-: No, por supuesto que no. Aunque te has guardado de contarmelo, se que has tenido una agradable conversacion intima en la terraza con la senorita «me gusta espiar por la ventana» Moorehouse. -Arqueo las cejas-. ?Te importaria explicarmelo?
– No hay nada que explicar -dijo Matthew, esforzandose por relajar los hombros repentinamente tensos-. Tomabamos el te. Y no manteniamos una conversacion intima. Como ya te he dicho, creo que ella tiene secretos. Quiero saber cuales son.
– Una idea estupenda dado que fue quien te vio volver a casa furtivamente con una pala la mar de sospechosa la misma noche que fue asesinado un hombre.
– No volvia furtivamente. Solo caminaba.
Daniel lo miro durante unos segundos y luego dijo en voz baja:
– No tengo ni idea de que ves en ella, pero dejando eso de lado, deberias recordar que no tiene dinero.
– Soy muy consciente de ello.
– Bien. Como me tomo muy en serio tus intereses, pase algun tiempo hablando con lady Julianne y su madre en el desayuno de esta manana. ?Quieres conocer mi opinion?
– Aunque dijera que no, me la darias igualmente.
Daniel sonrio.
– Que bien me conoces. Lady Julianne es una preciosa joven con una despotica madre que la asfixia. Es agradable, amena, y por la manera cordial en que trata a su madre, debe de tener la paciencia de una santa. Si pudieras apartarla de esa marimandona, seria una esposa aceptable. Por lo menos no discutiria contigo ni se quejaria de que la tuvieras relegada en el campo. Sin embargo, si esa atroz mujer tiene que convertirse en tu suegra, te aconsejaria que la alejaras de ti tanto como te fuera posible.
– Gracias por la informacion. Aunque tengo una curiosidad… Si lady Julianne es tan preciosa y amena como dices, ?por que no la quieres para ti? -Le dirigio a su amigo una mirada especulativa-. ?Estas interesado en otra dama?
?Fue un leve parpadeo lo que observo en los ojos de Daniel? Antes de que pudiera decidirlo, su amigo dijo con ligereza:
– Esta claro que has olvidado que yo no busco esposa. Mi unico interes es ayudar a un amigo a encontrar la esposa que necesita. Ni siquiera aunque sufriera un fuerte golpe en la cabeza me decidiria a atarme a una mujer, pero si lo hiciera, seguramente no escogeria a ninguna como lady Julianne. Las ninas virginales no son de mi agrado. Me aburriria a mas no poder al cabo de una semana. Pero bueno, es ideal para ti.
– ?Y por que razon no habria de aburrirme a mi?
– Porque tu estas desesperado por conseguir esposa y ademas tiene que ser una heredera. Y lo bastante joven como para tener hijos. Creo que en tu posicion no te puedes permitir ser demasiado selectivo. Un poco de aburrimiento no es un precio tan terrible a pagar con todo lo que puedes ganar a cambio. Pero podras formarte una idea mejor de lady Julianne despues de pasar mas tiempo con ella. Te sugeriria que empieces con la cena de esta noche.
– ?En la cena? -Matthew fruncio el ceno. Habia tenido intencion de sentar a la senorita Moorehouse a su lado.
– Si, en la cena. Ya sabes, la comida que se hace despues de la puesta de sol. Sienta a lady Julianne a tu lado. Relegame al otro extremo de la mesa, donde, con tu permiso, hare todo lo posible por arrancar a la senorita Moorehouse todos sus secretos y descubrir si cree que eres el asesino de la pala, y de paso tu te las arreglas para encandilar a la preciosa heredera que tanto necesitas. A no ser que prefieras sentar a la senorita Moorehouse junto a Logan Jennsen otra vez. Por sus comentarios de esta tarde, no creo que se quejara.
El cuerpo de Matthew fue sacudido de pies a cabeza por una sensacion desagradable muy semejante a un calambre.
– Sentare a Jennsen al lado de la preciosa lady Wingate. Eso lo mantendra ocupado.
Por un fugaz segundo parecio como si Daniel acabara de morder un limon.
– Mejor aun, sienta a Jennsen entre lady Gatesbourne y lady Agatha. Estara ocupado con ambas damas.
Si. Y eso era justo lo que Jennsen se merecia.
En la cena de esa noche, Matthew se sento en la cabecera de la mesa con lady Julianne a la derecha y Berwick a la izquierda. Recorrio la mesa con la mirada, observando que Jennsen conversaba con la locuaz lady Agatha que, sin duda, le estaba poniendo al tanto de los morbosos detalles sobre el asesinato de Tom Willstone. Lady Gatesbourne, que estaba sentada del otro lado de Jennsen, observaba al hombre con avido interes y los ojos le brillaban con codicia mal disimulada. Sin duda calculaba los cientos de miles de libras que valia Jennsen. Una lady Emily muy sonriente recibia los halagos de Hartley y Thurston, los dos habian recobrado el buen humor tras las perdidas en el campo de tiro con arco.
Daniel estaba sentado junto a la senorita Moorehouse, y Matthew confiaba en que su amigo la tratara lo mejor que pudiera. Todo iba bien. Deberia estar relajado y pasando un buen rato, y deberia centrar su atencion en la hermosa lady Julianne. Pero no lo hacia.
No importaba cuanto lo intentara, apenas podia concentrarse en la conversacion. Gracias a Dios, Berwick parecia feliz de hablar, y Matthew le habia cedido el peso de la conversacion.
Sus ojos se negaban a cooperar y en lugar de mirar a lady Julianne, su atencion se desviaba constantemente al otro extremo de la mesa, donde parecia que a Daniel y a la senorita Moorehouse les iba muy bien. En ese momento ella sonrio a Daniel, una sonrisa preciosa que se reflejo en sus ojos risuenos tras la gafas. Oyo la profunda carcajada de Daniel y se puso tenso.
Maldita sea, no podia malinterpretar la desagradable sensacion que lo embargaba. Eran celos. Queria ser el unico al que se dirigiera esa preciosa sonrisa. No a su mejor amigo. Queria ser el unico con el que se riera. No con su mejor amigo.
?Y que pasaba ahora? Logan Jennsen habia dicho algo desde el otro lado de la mesa a la senorita Moorehouse, lo que consiguio que ella le dirigiera una sonrisa radiante. Maldita sea, ella estaba tan deslumbrante como si tuviera una luz interior. Y Jennsen -que se suponia que tenia que estar ocupado con lady Gatesbourne y lady Agatha- miraba a la senorita Moorehouse como si fuera un cazatesoros que acabara de encontrar una cueva repleta de joyas.
Maldito bastardo. Jennsen tenia mas dinero que la maldita familia real, no tenia por que casarse con una heredera. Y por lo que parecia, no tenia ningun tipo de interes en las herederas. No, parecia que solo tenia ojos para la senorita Moorehouse, a la que esa misma tarde habia descrito como preciosa.
Maldito bastardo.
– ?No estas de acuerdo, Langston?