La voz de Berwick lo saco bruscamente de sus pensamientos y se forzo a centrar la atencion en su companero de mesa.
– ?De acuerdo?
– En que lady Julianne esta excepcionalmente hermosa esta noche.
Matthew se giro hacia lady Julianne y le dirigio una sonrisa con la esperanza de que no pareciera tan tirante como el se sentia.
– Muy hermosa.
Y era verdad. Con un vestido de noche color melocoton palido que resaltaba sus delicados rasgos, el pelo dorado y el palido cutis perfecto, era simplemente impresionante. Sin duda, su padre estaria abrumado con cientos de ofertas por ella. Y lo cierto era que parecia que Berwick estaba ya medio enamorado de ella. Un rapido vistazo a la mesa le confirmo que tanto Hartley como Thurston no le quitaban ojo. No deberia tener que pensarse dos veces la idea de cortejarla y pedirla en matrimonio. ?Que demonios le pasaba?
De nuevo su mirada se desvio al extremo opuesto de la mesa. A unas gafas y unos enormes ojos de cervatilla. A una sonrisa con hoyuelos y aquellos mechones sueltos de cabello indomable. A unos dedos manchados de carboncillo. A unos labios exuberantes y un vestido gris que de ninguna manera deslucia su aspecto.
Justo entonces Sarah aparto la vista de Daniel y su mirada cayo sobre el. Sintio como si le hubieran dado un punetazo en el pecho. Los murmullos y el delicado tintinear de la cuberteria de plata contra la porcelana china se desvanecieron. Durante unos surrealistas segundos le parecio que eran las
El calor lo atraveso como si ella lo hubiera tocado, y aunque intento con todas sus fuerzas mantener los rasgos impasibles, se pregunto si ella podria haber notado cuanto le afectaba. Luego aparecio una mirada inquisitiva en sus ojos, una que le hizo sentirse como si fuera un puzzle que ella intentara resolver.
– Es muy habil con la aguja y el hilo -dijo lady Gatesbourne, cuya voz destaco sobre todas las demas.
La senorita Moorehouse parpadeo varias veces, como si intentase salir de un sueno. No podia negar que el mismo se habia sentido arrebatado por el mismo tipo de trance.
La senorita Moorehouse echo un rapido vistazo a lady Gatesbourne, luego miro al techo. Una carcajada pugno por salir de la garganta de Matthew, y aunque logro sofocarla no pudo evitar sonreir. Al parecer, lady Gatesbourne ensalzaba, con un tono mas bien alto, las virtudes de una modista mientras apuraba grandes tragos de vino.
Seguramente la mujer dormiria, bien esa noche. Con suerte, se dormiria antes de que sirvieran el postre. Por Dios, solo pensar en esa mujer como su suegra era suficiente para hacerle rechazar toda esa idea del matrimonio. Y desde luego no contribuia a su apetito.
La senorita Moorehouse sonrio y centro su atencion en Daniel. Matthew cogio su copa y miro el liquido carmesi, intentando buscar un tema de conversacion que tratar con lady Julianne. Cuando por fin se dirigio a ella, le dijo:
– Lady Julianne, ?ha leido algun libro interesante ultimamente?
– Oh, hummm, lo cierto es que no, milord. -Bajo la mirada y se puso a juguetear con la servilleta.
Dios, el habia pensado que era una simple e inocente manera de comenzar una conversacion, pero ella parecia a punto de desmayarse. Estaba a punto de cambiar al siempre seguro tema del clima cuando ella levanto la vista y dijo de golpe:
– Pero hace poco hemos fundado la Sociedad Literaria de Damas Londinenses.
– ?Quienes?
– Lady Wingate, lady Emily, la senorita Moorehouse y yo.
– Asi que una sociedad literaria -dijo el, moviendo la cabeza con aprobacion-. ?Se dedican a leer y discutir las obras de Shakespeare?
La cara de lady Julianne se cubrio repentinamente de rubor.
– Apenas acabamos de fundarla. Libros de ese tipo los trataremos en el futuro, estoy segura.
Maldicion, esa joven se ponia colorada hasta por la caida de un sombrero. No es que no apreciara un sonrojo seductor, pero por el amor de Dios, solo habia mencionado libros. No daba la impresion de que ella fuera de naturaleza fuerte. A pesar de todo, se obligo a seguir hablando, aunque decidio cambiar de tema y borrar de la conversacion cualquier cosa de indole literaria ya que parecia ponerla al borde del desmayo.
– ?Podria decirme, lady Julianne, cuales son sus pasatiempos favoritos?
Ella lo considero durante varios segundos, luego dijo:
– Me gusta tocar el pianoforte y cantar.
– ?Lo hace bien?
– Soy mediocre, pero intento mejorar. -Una pizca de picardia brillo en sus ojos-. Sin embargo, si le pregunta a mi madre, le dira que canto como un angel y que tengo un inigualable talento para tocar el pianoforte.
Hummm. Lady Julianne no solo era preciosa, sino modesta. Y al parecer tenia algo de sentido del humor. Ambas cosas eran muy alentadoras.
Aun asi, no logro evitar que su mirada se desviara de nuevo al final de la mesa. Y vio que tanto Jennsen como Daniel escuchaban con atencion algo que la senorita Moorehouse estaba diciendo. Cerro los dedos alrededor de su copa de cristal e intento centrarse en lady Julianne.
– ?Que mas le gusta hacer?
– Leer. Bordar. Cabalgar. Bailar. Lo que suele gustar a las damas.
Si, lo usual. El problema era que parecia que el habia desarrollado una fuerte preferencia -muy poco conveniente- por lo inusual.
– Me encantan los animales -continuo lady Julianne-. Me gusta montar a mi yegua cuando estamos en el campo, y pasear a mi perro por Hyde Park cuando estamos en Londres.
El se obligo a mantener su erratica mirada fija en ella y concentrarse en la parte positiva de lo que habia dicho. Que le gustase cabalgar y que le encantasen los animales era algo bueno.
– ?De que raza es su perro?
Se le ilumino la cara y menciono a un perro de raza enana, de esos que emitian pequenos ladridos, destrozaban las alfombras y mordian los tobillos; pequenas bestias que se apropiaban de los cojines de raso para dormir y eran un constante incordio, y a los que Danforth desdenaba olimpicamente.
– Cuando regrese a Londres, pienso comprar varios perros mas de la misma raza para que mi
Matthew la miro por encima del borde de la copa.
– ?Llama a su perra
Lady Julianne sonrio, una sonrisa deslumbrante que sin duda alguna atraia a la mayoria de los hombres como el canto de una sirena.
– Si. Es un nombre que le va a la perfeccion. Le encargue a mi modista que le hiciera varios trajecitos con gorritos a juego.
Por Dios.
– ?Le gustan los perros grandes?
– Me gustan todos los perros, pero personalmente prefiero las razas pequenas. Los perros grandes no pueden sentarse sobre tu regazo, y te manchan simplemente con poner una pata sobre ti. Aunque por supuesto, no asustan a mi Princesa de las Flores. Es muy feroz y no duda en atacar a cualquier perro mas grande que ella.
Al instante se imagino a Princesa de las Flores vestida de tul con un minusculo gorrito a juego, con los dientes cerrados sobre la cola de
La imagen de dicha domestica que habia intentado visualizar en su imaginacion se desvanecio como una nube de humo. Lo que era completamente ridiculo. Salvo por lo de
Una vez mas su mirada se desvio al otro extremo de la mesa. Y se quedo paralizado. Daniel habia abandonado su conversacion con la senorita Moorehouse y ahora hablaba con su hermana, lady Wingate, que estaba sentada a su otro lado. La senorita Moorehouse, sin embargo, no parecia un gatito abandonado. No, ella