– Yo te deseo… -dejo escapar una risita carente de humor-, te deseo tanto que apenas puedo pensar en nada mas.

– Se que eso deberia asustarme y desearia que asi fuera. Pero me averguenza admitir que no lo hace.

– Deberias estar asustada. Podria hacerte dano, Sarah. Sin querer.

La mirada de Matthew escudrino la de ella. Sarah sabia que el no se referia al dano fisico, lo que solo podia significar que el temia que ella se enamorara de el. Algo que para su consternacion ya estaba ocurriendo. Y su corazon se romperia tarde o temprano como muy bien sabia, pues el tenia que casarse pronto… Se quedo paralizada cuando la realidad la golpeo como un jarro de agua fria.

«Casarse con otra…»

?Como habia podido olvidarse de eso siquiera por un instante? La comprension de lo que ella habia hecho, de lo que habria sucedido si el no la hubiera detenido, la lleno de verguenza. El debia casarse con otra. En unas semanas. Y lo peor de todo es que probablemente se casaria con una de sus mas queridas amigas.

Por Dios, si se casaba con Julianne, ?como podria volver a mirarla a los ojos alguna vez? ?Como podria volver a hablar con ella?

Dio un paso atras, alejandose de su abrazo, sin saber si sentirse aliviada o humillada por la facilidad con la que la dejo ir. Una aguda mortificacion la invadio y deseo que la tierra se la tragase.

– ?Que he hecho?-susurro ella.

El intento alcanzarla, pero ella siguio retrocediendo a trompicones, sacudiendo la cabeza. ?En que habia estado pensando? El problema era que no habia estado pensando. Matthew la habia tocado, la habia besado, y ella se habia olvidado de todo lo que no fuera el y la manera en que la hacia sentir. Lo cual ya habia sido bastante malo de por si, pero encima, el se casaria en poco tiempo con su amiga, lo que hacia que aquel interludio fuera del todo inaceptable. En todos los aspectos.

Se presiono con una mano el estomago revuelto.

– Debo irme.

El se acerco un paso a ella, pero no intento tocarla.

– Sarah, no has hecho nada malo.

– ?Tu crees? -Su voz sonaba entrecortada, lo cual la mortificaba todavia mas-. Estas buscando esposa. Y le has echado el ojo a una de mis mejores amigas, una amiga muy querida.

El se paso las manos por la cara, pareciendo tan torturado como ella misma se sentia.

– Yo asumo toda la responsabilidad de lo que ha pasado entre nosotros.

– Muy cortes por tu parte, pero no puedo aceptarlo. Si te has tomado libertades conmigo es porque yo te lo he permitido. Y no puedes negar que has sido tu el que tuvo el buen tino y la fuerza de voluntad para detenerse. Si no te hubieras detenido, habria accedido a cualquier cosa que quisieras. -Que humillacion, la vergonzosa verdad le puso un nudo en la garganta-. Esta claro que tienes los ojos puestos en Julianne -dijo ella, odiando el profundo dolor que esas palabras le causaron, odiando todavia mas que el no lo negara-. ?Que sientes por ella?

– Aparte de pensar que es una joven muy agradable, no siento nada por ella. -De nuevo se paso las manos por la cara-. No puedo pensar en nadie que no seas tu.

– Yo no soy una heredera. -Y por primera vez en su vida, deseo serlo.

– Por desgracia, soy muy consciente de ello.

– Lo que quiere decir que… lo que podriamos llamar «esta locura pasajera»… que hay entre nosotros, debe terminarse. Y si cortejas a Julianne deberas decirle la verdad sobre tu situacion financiera.

– Te aseguro, senorita, que sea lady Julianne u otra, tanto ella como su padre tendran pleno conocimiento de los hechos -dijo el con voz altiva-. Aunque te parezca mentira, la mayoria de las herederas no aspira a casarse por amor.

La tension se palpo en el aire. La brisa agito un rizo de Sarah sobre su cara y ella lo aparto a un lado con impaciencia.

– Yo nunca he tenido que luchar contra este tipo de tentacion antes -dijo ella-, y me alegro de que tu si hayas podido controlarte, porque yo no sirvo para esto. Tendre que desarrollar ese talento. De inmediato. -Inspiro profundamente y luego continuo-. Te he ofrecido mi ayuda para intentar descifrar las ultimas palabras de tu padre y mantengo mi palabra. Pero no puede haber mas actos intimos entre nosotros.

Se sostuvieron la mirada durante unos largos segundos, luego Matthew asintio lentamente.

– No habra mas intimidades entre nosotros -acordo con voz queda-. Te ofrezco mis mas sinceras disculpas por mi comportamiento.

– Igualmente. Y ahora, si me excusas, regresare a la casa.

– Te acompanare -dijo el, con un tono que no admitia discusiones.

Como ella no sentia deseos de prolongar mas de lo necesario ese encuentro, simplemente inclino la cabeza, y despues de recoger el atizador caido, camino hacia la casa con tanta rapidez como pudo.

Cuando llegaron a las puertas francesas por las que ella habia salido de la casa, el apoyo la mano en el pomo de laton.

– Si vienes a mi estudio manana por la manana despues del desayuno, te ensenare la lista de las ultimas palabras de mi padre.

Ella asintio.

– Alli estare.

El abrio la puerta y ella se deslizo dentro.

La mano de el le rozo el brazo y sintio un escalofrio cuando el le susurro:

– Sarah.

Pero ella no se dio la vuelta, temia que si lo hacia no tendria fuerzas para marcharse. Se apresuro hacia las escaleras, desesperada por estar a solas. Cuando llego al dormitorio, cerro la puerta y se recosto contra la hoja de roble, con el pecho agitado por la prisa y el esfuerzo por contener el sufrimiento que amenazaba con ahogarla.

Durante un momento magico se habia permitido olvidar quien era ella, olvidar el tipo de mujer que siempre habia sido. Se habia sentido como una planta marchita a la que finalmente se acordaban de regar, absorbiendo cada gota de esas maravillosas sensaciones que la atravesaban. Pero entonces, la realidad habia regresado con un golpe particularmente duro.

Necesitaba olvidar sus besos. Sus caricias. Su sonrisa. Su risa.

Necesitaba olvidarle.

Desafortunadamente, era lo ultimo que queria hacer.

Y al mismo tiempo era la unica salida que tenia.

?Vendria?

A la manana siguiente, Matthew paseaba de arriba abajo delante del escritorio en su estudio privado, haciendose la misma pregunta desde que ella se habia alejado de el la noche anterior. ?Iria Sarah a su estudio como le habia prometido? ?O cambiaria de idea?

Quizas habia pasado la noche sin dormir, como el. Quiza se habia pasado la noche recogiendo sus cosas para marcharse y no regresar jamas.

Pensar en su partida lo lleno de una angustia indescriptible. Se detuvo y miro colericamente el reloj de oro de la repisa de la chimenea, solo para descubrir, con intensa frustracion, que no importaba cuan furiosamente clavara la mirada en el reloj los minutos no pasaban con mas rapidez.

Con un suspiro de cansancio, se acerco al sillon junto a la chimenea y se hundio en el cojin con un debil «plaf». Apoyando los codos en las piernas abiertas, descanso la cabeza en las manos y cerro los ojos.

Al instante, su mente visualizo una imagen de ella. Sarah en su dormitorio la noche anterior, desnuda, mojada, excitada, con el pelo alborotado por sus propias manos impacientes. Con los parpados cerrados por el deseo, con los exuberantes labios humedos, abiertos e hinchados por sus besos. Con las manos apretadas contra su propio pecho. Con sus suaves curvas derretidas contra el. Luego, la vio mirandolo en el jardin, vulnerable por el deseo que el de alguna manera habia logrado controlar antes de que estallara. Habia necesitado cada gramo de voluntad para detener la locura que lo invadio en el mismo momento que la toco.

«Si no te hubieras detenido, habria accedido a cualquier cosa que quisieras.»

Sus palabras lo habian perseguido durante toda la noche, conjurando docenas de imagenes sensuales. Cosas

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