que el queria hacer con ella. A ella. Cuan diferente habria resultado la noche si su maldita conciencia no se hubiera entrometido.

Pero ?por que? ?Por que esa mujer? ?Que tenia que lo provocaba de esa manera?

Y, de repente, tuvo la respuesta. Fruncio el ceno y lo medito durante varios segundos, pensandolo como se pensaria la compra de una chaqueta nueva, imaginando como le quedaria. Y cuanto mas lo pensaba, mas sabia que no podia negarlo, que de hacerlo solo se estaria mintiendo. Ademas de sentirse dolorosamente atraido por ella…

Le gustaba mucho Sarah Moorehouse. Muchisimo. En realidad, sospechaba que le gustaba demasiado.

Le gustaba su franqueza. Su inteligencia y su ingenio. Su compasion. El amor que sentia por su hermana. La manera que se sobreponia a la mezquina falta de amabilidad que le mostraba su madre. Su talento. El atisbo de vulnerabilidad que tanto trataba de ocultar. Su mirada. Su olor. Su risa y su sonrisa. El que, a diferencia de las demas jovenes con las que el solia tratar, no tenia interes en salir y buscar marido… o, como en el caso de mujeres mas maduras, ir de velada en velada y escoger al siguiente hombre con el que mantener una relacion amorosa.

Todo lo de ella le gustaba.

Lo cual, penso, no le habia pasado nunca.

Habia conocido a un buen numero de mujeres que aunque le gustaron no lo habian tentado de esa manera. Tambien habia habido muchas mujeres en su pasado a las que habia deseado, pero que despues no habia soportado ver fuera del dormitorio. ?Se sentia tan atraido por Sarah porque le gustaba? ?O le gustaba solo porque la encontraba muy atractiva?

Maldita sea, no tenia ni idea. Todo lo que sabia era que verla en la banera, tocarla, observar y sentir como llegaba al climax, era una experiencia inolvidable que tenia que olvidar. Maldita sea, ojala fuera una heredera…

Se quedo paralizado. Solo necesitaba casarse con una heredera si no encontraba el dinero. Si lo encontraba, podria casarse con quien quisiera.

Podria casarse con Sarah.

El jubilo lo inundo, y solto una carcajada. Maldicion, ?como no se le habia ocurrido antes?

Luego, la realidad se impuso de golpe. Despues de tantos meses buscando, no estaba mas proximo de encontrar el dinero ahora, eso asumiendo que existiera.

Pero bueno, existia esa leve esperanza de que pudiera conseguirlo. Una esperanza que ahora habia cobrado mayor significado, porque encontrar el dinero no solo solucionaria sus problemas financieros, lo liberaria para casarse con una mujer que quisiera de verdad, una que admirara y que deseara profundamente.

«No te hagas demasiadas ilusiones», le advertia la vocecilla interior, una advertencia que se obligo a escuchar. Seria tonto si pusiera sus esperanzas, su futuro, en algo que todavia era muy incierto. Por lo tanto, enterro esa minuscula llama de esperanza en lo mas profundo de su corazon antes de que se hiciera con el control de su mente y se concentro en la dura realidad: tenia el fracaso casi garantizado.

Cuando llegara Sarah, le mostraria el pedazo de papel en el que habia escrito las ultimas e indescifrables palabras de su padre, para ver si podia arrojar alguna luz sobre ellas con sus conocimientos en jardineria. Luego retomaria su tarea con renovado vigor y rezaria para alcanzar el exito. Si fracasaba, simplemente tendria que olvidarse de ella.

Bueno, puede que no fuera tan simple, pero acabaria olvidandose. Tendria que hacerlo. No tenia eleccion. Era solo una mujer. ?Que habia dicho Daniel de ellas? Ah, si, que en la oscuridad todas eran iguales. Pero… el habia estado con ella a oscuras en varias ocasiones y la habria reconocido incluso con los ojos cerrados. Tenia su olor metido en la cabeza como si viviera alli. Sus dedos reconocerian la sedosa textura de su cabello y de su piel satinada hasta en la cueva mas oscura. Reconoceria al instante el sabor de su boca. Y ese sonido suave, entre sorprendido y excitado que vibraba en su garganta cada vez que la tocaba.

Presiono las manos contra los ojos y nego con la cabeza. «No pienses en tocarla. No pienses en como sabe, ni en como se siente contra ti. Sencillamente no pienses en ella.» Si. Tenia que pensar en lady Julianne, cuyo bello rostro…

Ni siquiera lo podia recordar. En especial ahora que la esperanza de casarse con Sarah habia echado raices en su corazon.

– ?Arg! -mascullo contra las manos.

Sono un golpe en la puerta, y se puso rapidamente de pie como si estuviera sentado sobre cristales.

– Adelante -dijo.

La puerta se abrio y aparecio Tildon.

– La senorita Moorehouse desea verlo, milord.

Matthew se reprendio a si mismo mentalmente cuando su corazon parecio saltarse un latido ante la sola mencion de su nombre. Por Dios, se estaba comportando como un jovencito imberbe.

– Gracias, Tildon, hagala pasar.

Se estiro la chaqueta y enderezo los hombros, luego adopto una pose de absoluta indiferencia. ?Que importaba que la hubiera visto desnuda? ?Que hubiera acariciado su cuerpo desnudo? Habia visto antes a mujeres desnudas. Y habia acariciado sus cuerpos. El que en ese momento no pudiera recordar el nombre o cualquier otra cosa de esas mujeres no queria decir nada.

«Es solamente una mujer.»

Exacto. Igual que cualquier otra. Una mujer tan poco indicada para el que esa situacion era ridicula. Una mujer que desapareceria de su vida en cuestion de dias, para no volver a verla ni pensar en ella nunca mas.

Excelente. Ahora que habia enfocado el asunto desde la perspectiva correcta, ella podia atravesar la puerta y el estaria bien. Sentiria…

Ella atraveso la puerta y el se sintio como si le hubieran golpeado el craneo con una sarten. El corazon se le acelero al ver sus ojos detras de las enormes gafas, dos profundos pozos vulnerables de color miel que no ocultaban las inconfundibles huellas de las lagrimas que habia derramado. Y esos labios… que todavia mostraban las reveladoras senales de haber sido besados. Estaba claro que ella habia tratado de domar implacablemente su pelo rebelde en un mono apretado, pero varios mechones se le habian soltado, y le hormiguearon los dedos por el deseo de enterrarlos en esas hebras sedosas para terminar de desarreglarlos. Ataviada con un sencillo vestido marron sin adornos no deberia haber inflamado el deseo de Matthew en lo mas minimo. Pero fue mirarla y todas sus resoluciones volaron por la ventana.

Era incapaz de demostrar desinteres o indiferencia hacia ella. En su lugar sentia un calor abrasador. Algo que era mas que deseo. Si, sentia deseo y pura lujuria, emociones basicas y simples faciles de satisfacer. Pero no habia nada simple en lo que esa mujer le hacia sentir. Detras del deseo y la lujuria habia algo mas.

Porque lo que el queria no era hacer el amor con ella y luego marcharse. No, queria hablar con ella. Pasear con ella. Reirse con ella. Compartir la comida con ella. Saberlo todo de ella. Y aunque querer todas esas cosas lo confundia totalmente, no por ello podia negarlas.

«No puede haber mas actos intimos entre nosotros.»

Era lo que le habia dicho ella, y en definitiva era lo mas correcto. El habia estado de acuerdo… Era lo correcto. Dios, ella no era una mujer experimentada con la que tener un lio. Era virgen. Era su invitada. Y el necesitaba casarse con una heredera. Debia dejar de hacer tonterias. Si encontrase el dinero, entonces le pediria que se casara con el. Pero como no podia contar con ello, tenia que proceder como habia decidido…, con la premisa de que necesitaba una heredera. No podia hacer otra cosa que seguir adelante con el plan, que era la razon por la que ella habia venido al estudio. Aclarandose la voz, le dijo:

– Pasa, por favor. ?Te apetece un te?

Ella nego con la cabeza.

– No, gracias. -Las gafas se le deslizaron hacia abajo con el movimiento y el observo como se las ajustaba, cerrando los punos con fuerza para contener el deseo de acercarse a ella y hacerlo el mismo.

Dio permiso a Tildon para marcharse, y el mayordomo se fue cerrando la puerta tras de si. El suave chasquido de la cerradura parecio resonar en la tranquila estancia con la misma fuerza que el latido del corazon de Matthew.

Sabia que debia haberse atenido a las reglas del decoro y evitar tentaciones ordenandole a Tildon que dejara la puerta entreabierta, pero no podia arriesgarse a que los oyera alguien sin querer. Intento pensar en algo inocuo, pero tenia la mente en blanco. Salvo esa imagen de ella entre sus brazos, ?Deberia preguntarle si habia

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