– Si. Solo lavanda.

– Muy bien, milord. Lo hare de inmediato. Las flores estaran especialmente bellas despues de la lluvia de anoche. -Se rio entre dientes-. Supongo que usted tambien se mojo.

Matthew fruncio el ceno.

– ?Por que?

– Lo vi anoche, excavando en la rosaleda. ?Puedo suponer que con la lluvia estornuda menos?

Matthew se quedo helado.

– ?Me viste ayer por la noche cavando en la rosaleda? -repitio, solo para asegurarse de que habia entendido correctamente.

– Si, milord.

– ?A que hora?

Paul fruncio los labios y se rasco la cabeza.

– A eso de las tres de la madrugada. La lluvia habia amainado un poco a esas horas.

– ?Y que estabas haciendo tu en la rosaleda a las tres de la madrugada? -pregunto Matthew como quien no quiere la cosa.

Algo brillo en los ojos de Paul. Antes de que Matthew pudiera decidir que era, el jardinero se rio entre dientes.

– Ah, usted ya sabe lo que pasa cuando uno no puede dormir. Algunas veces un simple paseo es suficiente para quedar agotado. Como la lluvia casi habia amainado, pude dar una pequena vuelta por el jardin. Si no quiere nada mas, milord, ire a por las herramientas para cortar las flores de lavanda que me ha pedido.

– No necesito nada mas, Paul. Gracias.

Tras despedirse, el jardinero se dio la vuelta y regreso a la casa. Poco antes de que el entrara, Matthew noto una sombra detras de las cortinas. Despues de que Paul cerrara la puerta, Matthew recorrio lentamente el camino hacia la mansion con la mente centrada en dos cosas. Por un lado, quedaba claro que Paul no estaba solo. Sus gritos habian sido una advertencia para quienquiera que estuviera en su casa. Por otro lado, estaba el perturbador conocimiento de que alguien habia estado cavando en la rosaleda la noche anterior. Un hombre que no era el y de quien no conocia la identidad.

?Quien habia sido? ?Y por que estaba cavando? ?Habria encontrado esa persona el dinero? ?O quien fuera lo habia visto a el cavando y habia deducido que estaba buscando algo de valor…, algo que el cazafortunas queria encontrar antes?

Las unicas dos personas a las que habia contado lo del dinero eran Daniel y Sarah. Sarah habia estado con el toda la noche. Y Daniel…

Daniel habia estado en la rosaleda. Matthew solto un largo suspiro y se paso la mano por la cara. Daniel le habia estado buscando. Una actividad que por cierto no requeria ningun tipo de excavacion. Su amigo no le traicionaria nunca. Lo que queria decir que alguien mas debia de haberse enterado de lo del dinero. O al menos lo sospechaba. Y lo estaba buscando.

Por otra parte, Paul tambien habia admitido haber estado en la rosaleda. Y era obvio que el jardinero ocultaba algo.

?Sabria Paul algo del dinero? ?Habia sido el la persona que lo habia estado observando la noche que habia sentido que lo espiaban? Pero ?por que mencionaria Paul haber visto a alguien si hubiera sido el mismo la persona que habia estado cavando? Bueno, habia algo que fallaba en la historia de Paul. ?Quien diantres caminaria bajo la lluvia para poder conciliar el sueno? Quiza Paul sospechara que el lo habia visto y le habia contado esa historia para explicar su presencia en la rosaleda.

O quizas habia alguien mas ademas de Daniel y de Paul en la rosaleda, un lugar demasiado concurrido la noche anterior.

?Pero quien?

No lo sabia, pero estaba decidido a averiguarlo.

Sin embargo, hasta que lo hiciera, si habia alguien oculto en la oscuridad, alguien que sabia o sospechaba que existia ese dinero, cavar con Sarah quedaba descartado. Aunque no le importaba correr riesgos, no iba a permitir que ella los corriera tambien. Tendria que terminar de cavar la rosaleda el solo. Preferiblemente durante las horas del dia. Le preguntaria a Sarah si existia alguna excusa plausible por si alguien le preguntaba; oxigenar las raices o algun disparate de ese tipo. De hecho, con tan poco tiempo, tendria que dedicarse a excavar inmediatamente despues del te. Recurriria a Daniel para mantener ocupados a los invitados mientras el se dedicaba a ello. Tambien le contaria a Daniel las ultimas novedades y solicitaria la ayuda de su amigo para descubrir la identidad del misterioso excavador, asi como del invitado de Paul.

Durante la cena de esa noche, anunciaria su partida a Londres en los proximos dias, y el fin de la reunion campestre. Apreto la mandibula. Y si habia un traidor en su casa, tenia la intencion de saber quien era antes de irse.

Despues de una deliciosa cena y las partidas habituales de cartas y backgammon en la salita, se dio por finalizada la velada y Sarah se dirigio a su dormitorio. Como Emily tenia un fuerte dolor de cabeza, la Sociedad Literaria de Damas habia acordado reunirse en la habitacion de Sarah antes del almuerzo del dia siguiente para desmontar a Franklin y devolver la ropa a sus propietarios.

Cuando llego al final de las escaleras, les dio las buenas noches a los demas invitados, su mirada busco a Matthew pero no lo encontro. Los habia precedido al subir las escaleras mientras que ella se habia quedado en la retaguardia. Estaba claro que el ya habia doblado la esquina del pasillo que conducia a su dormitorio.

Recorrio el pasillo hacia su habitacion sin apresurar el paso, todo un reto cuando lo unico que queria era correr para leer la nota que le quemaba en el bolsillo de su vestido.

Horas antes, en la salita, Matthew le habia dejado disimuladamente en la palma de la mano una nota doblada. Azorada, no solo ante el gesto sino tambien ante la fugaz caricia, se la habia metido con rapidez en el bolsillo y se habia acercado al calor de la chimenea para asi poder excusar el rubor que inundaba sus mejillas. Durante la ultima hora le habia resultado casi imposible estar sentada o hablar con los demas invitados, ya que cada fibra de su ser estaba consumida por el deseo de escapar y leer su nota.

El pasillo le parecio interminable, pero al final llego a su alcoba. En el mismo momento en que cerro la puerta, saco el trocito de papel del bolsillo. Con dedos temblorosos lo desdoblo y lo leyo; solo habia impresas tres palabras: «Disfruta del bano.»

?El bano? Fruncio el ceno y levanto la mirada. Y vio la banera de cobre delante de la chimenea. Encantada, cruzo la estancia. El vapor salia en espirales desde la banera, tentandola a sumergirse en el agua caliente.

Al parecer el habia ordenado que le prepararan aquel lujo para que ella lo disfrutara antes de su expedicion nocturna. Aunque no estaba acostumbrada a recibir gestos romanticos, estaba decidida a disfrutarlos…, aunque su vocecilla interior le advertia que no se acostumbrara a ellos.

Se despojo de la ropa con rapidez y se acerco a la banera. Doblandose por la cintura, se inclino y sumergio los dedos en el agua para probar la temperatura.

– Esta es la vista mas cautivadora que he visto nunca -pronuncio una voz familiar justo detras de ella.

Con un jadeo sorprendido, Sarah se enderezo y se giro. Matthew estaba a menos de un metro. Mostraba una sonrisa picara; llevaba una bata de seda y, por lo que ella podia observar, nada mas.

Ella se habia llevado la mano al corazon, no solo por la sorpresa sino tambien por su presencia. Y por el fuego que veia en sus ojos. Verlo alli la hizo querer repetir «la vista mas cautivadora que habia visto nunca», pero antes de poder decir palabra, el acorto el espacio entre ellos con un solo paso, tomandola bruscamente entre sus brazos y besandola como si se muriera de hambre y ella fuera un banquete.

Ella abrio los labios con un gemido, rodeo el cuello de Matthew con los brazos y se apreto contra el. A traves de la seda de su bata se filtraba el delicioso calor de su piel. Su duro miembro presionaba contra su vientre y se sintio inundada por el deseo cuando recordo como lo habia sentido empujando profundamente en su interior.

Despues de un beso abrasador y profundo, el levanto la cabeza para recorrerle el cuello con la boca.

– No tienes ni la mas remota idea de cuanto he deseado hacer esto… -susurro el, rozandole la piel con su calido aliento y provocando en respuesta un delicioso estremecimiento-. Todo. El. Dia. -Fue puntuando cada palabra con suaves mordisquitos a lo largo de la clavicula.

– Creo que ya me hago una pequena idea -contesto ella, ladeando el cuello para permitirle a sus labios un mejor acceso-. Oh, Dios. ?Es por eso por lo que estas aqui? ?Porque quieres besarme?

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