ella. En su mente esbozo una imagen de ellos dos juntos, igual que estaban en ese momento, y se prometio a si misma que la plasmaria en su bloc de dibujo. Una imagen al carboncillo con la que ella pudiera recrearse en los anos venideros cuando eso seria todo lo que le quedaria de el.
Porque a menos que se produjera el milagro por el que tanto rezaban, solo les quedaban tres dias.
Capitulo 17
Tres dias despues, una tarde en la que el brillante sol tenia el paisaje de un aura dorada que Matthew esperaba que fuera un presagio de buena fortuna, Sarah y el estaban en la rosaleda, con las palas en la mano, preparados para cavar las dos ultimas hileras de rosales que quedaban. Lo malo era que no habian encontrado nada todavia. Lo bueno, que nadie los habia interrumpido durante esas tardes. Ni Matthew, ni
La mirada de Matthew encontro la de Sarah por encima de los setos y tuvo que plantar firmemente los pies y aferrarse al mango de madera de la pala para no ir hacia ella. Para no cogerla bruscamente entre sus brazos y enterrar la cara en ese lugar calido y fragante donde su cuello se unia con su hombro.
Los dias pasados en su compania habian estado repletos de momentos que nunca olvidaria. De trabajo arduo y de decepcion al no encontrar el dinero. De risa, sonrisas, suenos y recuerdos del pasado. Y tambien de largas noches…, horas que habian pasado conociendose el uno al otro, compartiendo la pasion, susurrando en la oscuridad, abrazandola mientras dormia. Luego se levantaba para mirar por la ventana del dormitorio, buscando alguna senal de intrusos en los jardines, y sin ver a nadie.
Ninguno de los dos mencionaba el inminente final de su tiempo juntos o las pocas probabilidades que tenian de encontrar el dinero. Pero la realidad pesaba sobre ellos y oprimia el corazon de Matthew. Como iba a encontrar fuerzas para alejarse de ella, no lo sabia. Por ahora, solo les quedaba rogar una ultima vez y tener exito.
– ?Lista? -pregunto; tenia la garganta reseca por razones que no tenian nada que ver con su reaccion a las rosas.
Ella asintio con la cabeza y se le deslizaron las gafas. El tuvo que agarrarse al mango de la pala con mas fuerza para no volver a colocarselas en su lugar. Sarah sonrio, pero sus expresivos ojos reflejaban la gravedad del momento.
– Lista.
Matthew se coloco el panuelo sobre la nariz y la boca. Cavaron en silencio; los unicos sonidos que se oian eran los crujidos de las hojas, el gorjeo de los pajaros y las palas penetrando en la tierra. Con cada paletada sin resultados, Matthew tenia la moral cada vez mas baja. Tras arrojar la ultima palada de la ultima zanja, Matthew se encontro mirando ciegamente el espacio vacio. Habia invertido todo su tiempo y energia durante casi un ano para nada.
Maldita sea, se sentia… hecho polvo. Se puso en cuclillas, apoyo la frente sudorosa en el mango de la pala y cerro los ojos, abrumado por una sensacion de cansancio y derrota que no habia conocido nunca. Habia tenido el presentimiento de que eso seria lo que pasaria y aun asi, nunca habia perdido las esperanzas. Pero ahora ya no. Su destino estaba decidido. Ya no quedaban esperanzas. Ni tendria a Sarah. Al dia siguiente por la manana se iria a Londres. Para comenzar la siguiente fase de su vida. Sin ella.
Sabia que durante el resto de su vida estaria obsesionado por sus recuerdos. Por su amor por ella. Y se preguntaria por el dinero. ?Habria existido en realidad y el habia fracasado en encontrarlo a pesar de todos sus esfuerzos? ?Estaria todavia sepultado en alguna parte, debajo de alguna flor dorada que el no habia visto, burlandose de el? ?O quizas el bastardo que habia estado cavando durante la tormenta habia encontrado el tesoro que tanto habia buscado el? Por desgracia, nunca lo sabria.
El suspiro profundamente, rendido; estaba a punto de ponerse en pie cuando la excitada voz de Sarah le llego desde el otro lado del seto.
– Matthew, creo que he encontrado algo.
Le llevo varios segundos salir de la niebla de derrota que lo envolvia. Cuando lo hizo, se puso en pie de un salto y rodeo el seto a toda velocidad.
Sarah, con la cara humeda de sudor y roja por el esfuerzo, estaba de rodillas, apartando freneticamente la tierra con las manos. Observo que habia llegado casi al final de la hilera y que solo quedaban unos metros por cavar.
– Mi pala ha dado contra algo duro -dijo ella, irguiendose a su lado con los ojos llenos de excitacion y esperanza.
El se arrodillo a su lado y juntos apartaron la tierra restante. Menos de un minuto despues detuvieron las manos. Y clavaron los ojos en lo que habian descubierto.
– Oh, Dios mio -susurro ella.
El trago saliva, casi incapaz de deshacer el nudo que sentia en la garganta, el nudo que se le habia formado al ver el ladrillo que habian descubierto. No era el dinero, sino solamente… un ladrillo. Un jarro de agua fria que apago de golpe el ultimo rayo de esperanza.
Las lagrimas que brillaban en los ojos de Sarah le decian que ella se sentia exactamente como el. Le temblo el labio inferior y una sola lagrima resbalo por su mejilla. Y el corazon de Matthew simplemente se partio en dos.
– Sarah… -la tomo entre sus brazos para absorber sus silenciosos sollozos, cada uno de ellos era como una punalada en el corazon.
– Yo cre-creia que lo habia encontrado -susurro ella contra su cuello.
– Lo se, carino. Yo tambien lo crei.
– No puedo creer que no estuviera ahi. Tenia tantas esperanzas…, estaba tan segura… -Otro sollozo desgarrador la atraveso y el le presiono los labios contra el alborotado pelo. Maldicion, verla y oirla llorar le destrozaba.
Ella lo miro y se paso los sucios dedos por sus humedas mejillas, secandose los ojos llenos de lagrimas con determinacion.
– Todavia me quedan unos metros. Quiero terminar. Puede estar ahi.
El le tomo la cara entre las manos, enjugando suavemente los restos de lagrimas. Habia mil cosas que queria decirle. Cosas que compartir con ella. Decenas de miles de mananas que queria pasar con ella. Y el dolor de saber que eso no iba a ocurrir nunca, casi le cortaba la respiracion.
– Yo terminare -dijo el.
Diez minutos mas tarde tuvo que admitir la derrota otra vez.
– Nada -dijo con voz inexpresiva.
El se giro y le tendio una mano sucia. Ella se la cogio con otra mano tan sucia como la suya, y se dejo llevar lejos de alli. En cuanto estuvieron a una distancia segura de la rosaleda, el se quito el panuelo de la cara y se detuvo. Ella lo miro y sus miradas se encontraron. Sintio la necesidad de decir algo, pero por Dios, no tenia ni idea de que. Fuera como fuese, tuvo que aclararse la garganta para poder hablar.
– Gracias por tu ayuda.
El labio inferior de Sarah temblo y el rezo para que ella no llorara otra vez. Se sentia como una cuerda deshilachada a punto de romperse, y si veia sus lagrimas de nuevo, se moriria.
– De nada -susurro ella-. Siento que todo haya sido en vano.
– Y yo. -Mas de lo que podia imaginar.
– Va a ser dificil… despedirnos.
– Sarah… -no sabia que mas decirle, y con un gemido, la tomo entre sus brazos y enterro la cara en su pelo. ?Dificil? Iba a ser condenadamente imposible.
Respirando temblorosamente, el levanto la cabeza y la miro directamente a los ojos. Los ojos mas hermosos que habia visto nunca.
– Todavia nos queda esta noche -dijo el-. Nos queda una noche mas.
Y luego el se iria y haria lo que tenia que hacer, cumpliria las promesas que habia hecho, se ocuparia de sus