por ella que casi le llegaba a doler.

– Entonces yo tambien tengo que darte las gracias, porque nunca pense que esto podria ser tan maravilloso.

Ella se quedo callada durante unos instantes, y luego una sonrisa elevo los dos extremos de sus labios, mientras un brillo de travesura se encendia en el fondo de sus ojos.

– ?Crees que es posible que alguna vez sea todavia mas hermoso?

Philip alzo una mano en el aire sonriendo, y acerco su boca a la de ella.

– Es una hipotesis muy interesante, que ademas creo que merece una inmediata investigacion -dijo el, puntuando cada palabra con un corto beso-. Pero como el agua se esta enfriando, creo que sera mejor que nos vayamos a la cama para llevar a cabo nuestra investigacion.

Se dieron un ultimo beso y el la ayudo a ponerse de pie. A continuacion el se levanto y la ayudo a salir de la banera al escalon de madera, y de ahi a la alfombra. Se acerco a ella con el estrigil en las manos, y recorrio con aquel instrumento cada una de sus extremidades, extrayendo con el la humedad de sus piernas y brazos, para a continuacion envolverla en una mullida toalla caliente, que habia colocado al lado del fuego de la chimenea. Philip estaba a punto de aplicar el estrigil a su propio cuerpo cuando ella dijo:

– ?Me permites?

El coloco aquel instrumento en la mano abierta de ella y disfruto de su atento servicio. Cuando ella termino, el se coloco de nuevo la bata y la condujo hasta la chimenea, donde le seco el pelo con otra toalla caliente. Cuando hubo acabado, se quedo de pie frente a ella, acariciando entre sus dedos aquellos largos y sedosos cabellos. Ella le sonrio, con una sonrisa llena de amor y felicidad que a el le parecio deslumbrante.

– ?Te sentara muy mal que vuelva a decirte que te quiero? -pregunto ella.

El arrugo la frente y aparento darle mucha importancia a lo que iba a contestar.

– Bueno, supongo que si sientes que debes…

– Oh, claro que debo. -Se alzo de puntillas y le paso los brazos alrededor del cuello-. Te quiero, Philip.

Apretandose mas contra ella, el replico:

– Yo tambien te quiero.

Algo centelleo en los ojos de ella, obligandole a preguntar:

– ?Que sucede?

– Estaba pensando, ?crees que acaso podriamos tener… hacer un nino?

Aquella pregunta le dejo tieso. Una imagen de ella con un hijo suyo aparecio en su mente.

– No lo se. Pero te puedo imaginar perfectamente criando a nuestro nino… -Su voz se fue perdiendo mientras sus labios se acercaban a la frente de ella-. Y la simple idea me deja sin palabras de la alegria.

Ella se echo hacia atras sin soltarse de su abrazo, con un brillo extrano en los ojos.

– Y yo puedo imaginarme a nuestro hijo. Fuerte e inteligente, con tus mismos hermosos ojos detras de unas gafas, y con tu espeso cabello negro.

– Y yo me imagino a nuestra hija -anadio el haciendo una mueca-. Con tus mismos coloretes, tu determinacion y tu generosidad. -Tomandola de la mano la dirigio hacia la cama-. ?Como te gustaria que fuera la boda? ?Una ceremonia a lo grande, como en St. Paul?

– Sinceramente, prefiero algo mas sencillo. Tal vez aqui, en tu casa.

– Entonces, eso sera precisamente lo que haremos. Conseguire una licencia especial en cuanto…

Sus palabras se vieron interrumpidas cuando ella tropezo. Su mano se solto de la de el, y antes de que pudiera agarrarla de nuevo, ella cayo hacia delante aterrizando sobre las rodillas y las palmas de las manos. El se arrodillo enseguida a su lado y le paso un brazo alrededor de los hombros ayudandola a sentarse sobre los talones.

– ?Estas bien?

– Si… si. Creo que he tropezado con algo.

El miro a su alrededor, pero no vio ningun objeto caido en el suelo ni ninguna arruga en la alfombra. Estaba a punto de preguntarle si se sentia bien para ponerse de pie, cuando ella dejo escapar un quejido y se apreto las sienes con las manos.

– ?Que te pasa? -pregunto Philip alarmado por la subita palidez de su rostro.

Ella parpadeo varias veces y dejo escapar un suspiro.

– Me duele la cabeza. Mucho.

Philip se quedo mirandola y un nudo de intranquilidad se formo en su estomago. Una caida… y luego un dolor de cabeza… Las palabras de la «Piedra de lagrimas» hicieron eco en su mente.

Pues el profundo aliento del verdadero amor destinado a muerte esta. La gracia perdera y asi dara un traspies, en la cabeza luego sentira un infernal dolor. Si teneis ya el regalo del extasis de los desposados, morira tras besarla. O dos dias despues de acordado el compromiso, a tu novia, maldita, muerta la encontraran. Una vez que tu prometida haya sido am… nada la podra salvar…

Por todos los demonios, ?cuales eran las palabras que le faltaban al maleficio? ?Podria ser acaso «Una vez que tu prometida haya sido amada»? Su intranquilidad se convirtio en un horror naciente y profundo. Ella se habia caido. Y ahora tenia un terrible dolor de cabeza. Al pedirle a Meredith que se casara con el, al decirle que la amaba, y al haberle hecho luego el amor, ?habria hecho caer sobre ella el maleficio? Aunque si no era asi, entonces la caida y el inmediato dolor de cabeza no serian mas que extranas coincidencias. Pero, por Dios, el no creia en coincidencias. Y mucho menos cuando se le encogian las entranas con tales presentimientos como le sucedia ahora.

Ella volvio a quejarse y el se quedo helado de miedo. No, no se trataba de extranas coincidencias. Un miedo frio se instalo en sus venas al darse cuenta de lo que habia hecho exactamente -que el maleficio cayera sobre ella-, y de como de ese modo habia sellado su destino.

A menos que encontrara la manera de romper el maleficio… ella moriria dentro de dos dias.

19

Philip se arrodillo al lado de Meredith, quien se apretaba la cabeza con ambas manos y se quejaba. Intento no dejar escapar un suspiro de desanimo y silencio un «?No!» que rebotaba por todo su cerebro. La caida, el dolor de cabeza, el maleficio… todo eso no podia estar sucediendole de verdad. No cuando por fin se habian encontrado. No cuando su futuro, hacia solo unos segundos, aparecia tan brillante en el horizonte.

Intentando apartar de si los aguijones de miedo que se le estaban clavando, la alzo en sus brazos y la llevo

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