hombre estaba tumbado boca abajo sobre un oscuro charco que obviamente era sangre. Otro hombre estaba agachado al lado del cuerpo tendido en el suelo, dandole la espalda a Meredith.

– Philip -susurro ella con la sangre helandosele en las venas.

El hombre que estaba agachado se dio media vuelta. Sus miradas se encontraron y ella estuvo a punto de caer fulminada al suelo. Llevaba el pelo revuelto y el panuelo desabrochado, las gafas torcidas y la cara y la ropa manchadas de Dios sabe que. Y aquella fue la vision mas maravillosa y hermosa que jamas hubiera imaginado.

– Meredith -dijo Philip abriendo los brazos. Ella corrio sollozando a refugiarse en ellos.

Philip la abrazo y la mantuvo muy apretada contra su corazon. Estaban a salvo. Por el momento. Pero con Edward muerto y el pedazo de piedra que faltaba hecho anicos, ?como podria salvarla del maleficio?

– ?Estas bien? -pregunto Andrew en voz baja.

– Si -contesto, aunque en su interior se dijo «No».

La mirada de Andrew se fijo en el cuerpo inmovil que yacia sobre el suelo.

– ?Esta muerto?

Philip miro el cuerpo de Edward y un escalofrio de emocion le recorrio de arriba abajo. Sentia pena por la perdida de un hombre al que habia creido su amigo. Lamentaba la locura que le habia cegado. Y se sentia culpable por su involuntaria parte de culpa en aquella locura. Y tambien sentia una ira cruda por el dano que habia hecho; un dano que todavia podia costarle la vida a Meredith.

– Si.

– ?Que ha pasado? -pregunto Meredith.

En pocas palabras les conto como habia deducido que Edward era el hombre al que andaban buscando, les hablo de la nota que habia enviado para hacerle acudir al almacen y les explico lo que habia pasado cuando llego alli.

– Luchamos los dos por la pistola y el disparo -concluyo-. Solo Dios sabe como la bala le alcanzo a el y no a mi.

Sintio que a Meredith la recorria un temblor. Agachando la cabeza, la miro con los ojos muy abiertos.

– Nunca habia sentido tanto miedo en mi vida como cuando he oido ese disparo -dijo ella.

Philip sintio que el corazon le daba un vuelco. A menos que pudiera romper el maleficio, a ella le quedaba poco mas de un dia de vida, y aun asi le decia que el momento en que mas miedo habia sentido habia sido al pensar que tal vez el podria estar herido. Maldicion.

Ella le acaricio la mejilla con una mano.

– Se como te sientes por la muerte del senor Binsmore. Y por su traicion. Sientes pena por el, pero al mismo tiempo le odias por todo el dano que ha intentado hacernos. Se que te sientes culpable por su muerte y por la de su mujer.

El miro dentro de sus ojos abiertos y asustados, y sintio que la amaba con todas las fuerzas de su corazon. Ella le comprendia. Entendia todo lo que estaba sufriendo sin necesidad de que el dijera ni una palabra. Ella lo miro de una manera interrogativa.

– Philip, fue su propia codicia la que los mato a los dos. No es culpa tuya. Tu has sido la victima. Y su codicia ha estado a punto de costarte la vida. Por favor, no te sientas culpable por seguir con vida. Especialmente cuando yo estoy tan agradecida de que estes a salvo.

El deposito un beso en su suave cabellera y a continuacion lanzo a Andrew una mirada explicita por encima de la cabeza de ella.

– No crei que tu y Meredith vendriais aqui.

– Imagine que necesitarias a alguien que te cubriera las espaldas.

– Aunque aprecio mucho lo que habeis hecho, tambien necesitaba a alguien que cuidara de ella.

– No la he perdido de vista ni un instante.

– Me referia a que cuidaras de ella en mi casa, como bien sabes. Viniendo aqui, alguno de los dos podria haber resultado herido; o algo peor. -Su mirada se dirigio hacia Bakari-. Y lo mismo te digo a ti.

– Tengo un cuchillo. Pense que le podria hacer falta -dijo Bakari sosteniendo en alto su cuchillo curvo.

– Gracias -anadio Philip dejando escapar un suspiro de resignacion-. Pero creo que tendremos que discutir lo que significa para cada uno de nosotros la frase «no abandonar la casa».

Andrew se acerco y coloco un brazo sobre los hombros de Philip.

– Amigo mio, si crees que vas a ser capaz de disuadir a esta mujer de cualquier cosa que se le haya metido en la cabeza, me temo que estas muy equivocado. Cuando yo lo intente, me amenazo con darme con su bolso, en el que me parece que lleva un yunque.

– Piedras -aclaro Meredith-. Aunque lo del yunque me parece una excelente idea.

– Hablando de piedras… -Philip miro hacia los fragmentos de piedra que estaban esparcidos por el suelo y sintio que se le encogia el estomago-. Por favor, Andrew, ?puedes informar al juez de lo que acaba de pasar aqui?

– Por supuesto,

– Mientras estes fuera, Meredith y yo recogeremos los fragmentos de la piedra rota. -Dirigio a Meredith una forzada sonrisa-. Luego solo me quedara juntar todos los trozos y tratar de descifrar como romper el maleficio.

Se miraron durante un largo rato y el pudo leer claramente la pregunta que ella tenia en los ojos: ?y si no podemos conseguirlo a tiempo?

Por desgracia, los dos conocian la respuesta a aquella pregunta.

Meredith moriria.

Mientras Andrew estuvo ausente, Philip y Meredith recogieron con cuidado los fragmentos de la piedra rota, colocandolos en un trozo de cuero. El miedo, la frustracion y la angustia de Philip aumentaban con cada pedazo que recogia. Poner las piezas de nuevo en orden podria llevarle dias, pero solo le quedaban unas cuantas horas. Como podia esperar…

– Philip, mira esto.

El se volvio hacia Meredith, quien estaba agachada sobre el suelo de madera unos pasos mas alla. Entre las yemas de los dedos pulgar e indice sostenia un palido objeto esferico que -de no haber tenido el tamano de un huevo de codorniz- podria haber sido una perla.

Acercandose a ella, le pregunto:

– ?Donde lo has encontrado? -Estaba medio escondido entre estos dos trozos de la piedra rota. -Se los coloco en la palma de la mano-. Parece como si lo hubieran escondido en la piedra.

Tomando los trozos de piedra y la esfera en su mano, Philip los coloco juntos con cuidado. Los dos trozos de piedra encajaban perfectamente escondiendo cada uno de ellos una mitad de la esfera.

– Parece una perla -senalo Meredith.

– Y de hecho lo es. -Philip dejo los dos trozos de piedra sobre el cuero y examino la esfera pasando los dedos por la pulida superficie. La acerco a la luz, y los rayos del atardecer reverberaron sobre la luminosa patina. A continuacion la mordio con los dientes-. Creo que puedo afirmar sin temor a equivocarme que esto es una perla genuina -dijo sin poder esconder cierta incredulidad en el tono de su voz.

A Meredith se le abrieron los ojos como platos.

– Si es asi, debe de valer una fortuna.

– Si. Y el hecho de que estuviera escondida en la piedra puede tener alguna relacion importante con el maleficio. Venga, vamos a acabar de recoger los fragmentos de piedra.

Un cuarto de hora despues, justo cuando habian acabado de recoger todos los fragmentos que habia por el suelo, Andrew regreso con el juez. En cuanto Philip respondio a todas las preguntas de aquel hombre, les pidio a Andrew y Bakari que se quedaran alli hasta que levantaran el cadaver, para marcharse a casa con Meredith.

No tuvo que consultar el reloj para saber cuanto tiempo le quedaba para reconstruir el pedazo de piedra. No eran muchas horas, e iba a necesitar cada uno de sus segundos.

Cuando llegaron a su casa, Philip intento convencer a Meredith para que descansara -sobre todo porque en el camino de regreso le habia confesado que todavia le dolia la cabeza-, pero ella se nego.

– Solo deseo tener muchos anos de vida para compartir contigo, durante los cuales te prometo que descansare a menudo. -Su labio inferior temblaba, algo que contrastaba con su obstinada barbilla levantada-. Pero si no es asi, no quiero que pasemos separados el poco tiempo que me pueda quedar. En cualquier caso,

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