en la autocompasion durante un par de dias, Hayley se seco las lagrimas, se puso bien tiesa, se remango y camino con el agua hasta la cintura, metiendose de lleno en las tareas que le aguardaban. Queria a su familia. Era lo mas importante para ella. Sus hermanos la necesitaban y ella haria cualquier cosa por ellos.
Una sonrisa ilumino su rostro al recordar el modo en que la rabia de aquellos primeros dias habia jugado a su favor. Parecia un general, dando ordenes, delegando tareas, distribuyendo encargos. Fue muy duro, pero todo el mundo estuvo a la altura y, en menos de un ano, Hayley habia conseguido salir de la ruina y saldar parte de las deudas que habia dejado su padre.
Lamentablemente, el dinero seguia siendo un constante motivo de preocupacion. Habia pocas formas de ganar dinero para una mujer joven, y lo desesperado de su situacion requeria medidas igual de desesperadas. Tragandose la culpa y el orgullo, hizo lo que tenia que hacer para traer dinero a casa, pero estaba obligada a mantener sus actividades en el mas estricto secreto. El engano le carcomia el alma. Ella valoraba la honestidad por encima de todo, pero sus circunstancias no le dejaban ninguna otra opcion.
El hombre que la habia contratado insistia en mantenerlo en secreto, y ella respetaba sus deseos a reganadientes. El dinero que ganaba era demasiado importante y demasiado necesario para arriesgarse. Si tenia que decepcionar a su familia para llenarles el estomago y darles un techo, lo haria. Cuando Pamela contrajera matrimonio y los chicos concluyeran sus estudios, podria dejar de mentir. Hasta entonces no podia arriesgarse a perder su fuente de ingresos por contarles la verdad. De hecho, todo el mundo creia que Tripp Albright les habia dejado suficiente dinero para vivir.
Al darse cuenta de la direccion que habian tomado sus pensamientos, Hayley decidio luchar contra la tristeza. «Tengo que estar agradecida por mas cosas que la mayoria de la gente», se dijo a si misma. Los Albright tal vez no tuvieran muchas pertenencias, pero se tenian los unos a los otros. Hayley dejo vagar la mirada hasta que la detuvo en el hombre herido. «Tengo mucho mas de lo que tiene el en este momento, pobrecillo.»
Le cambio el pano de la frente, que se le habia calentado, por otro frio y humedo. Estaba tan palido y parecia tan indefenso -igual que su madre y su padre antes de morir- que una oleada de firme determinacion sustituyo al agotamiento. Esta vez no iba a fracasar.
– Vas a vivir -susurro en tono firme-. Seas quien seas, juro que te levantaras y saldras caminando de esta habitacion y volveras con tu familia.
Apreto el pano humedo contra la ardiente piel del herido y se permitio recorrer su rostro con la mirada. El grueso vendaje blanco que llevaba en la frente contrastaba con el azabache de su cabello. Los rasgunos y moraduras se estaban curando satisfactoriamente, pero ni siquiera las magulladuras conseguian ocultar el increible atractivo de sus rasgos.
La barba de una semana oscurecia su recia mandibula, confiriendo a su semblante una variedad de interesantes sombras. Sus marcados pomulos acentuaban la rectitud de su nariz, y Hayley se imagino que aquel hombre debia de ser bastante espectacular, con aquellos labios tersos, carnosos y curvados hacia arriba en una bonita y sutil sonrisa. Se pregunto por enesima vez de que color tendria los ojos, cubiertos por aquel tupido abanico de pestanas oscuras que contrastaban con la palidez de su cutis. Ni en sus suenos mas salvajes habia visto a un hombre tan devastadoramente atractivo.
Hayley volvio a humedecer el pano y lo paso con delicadeza por el cuello del herido hasta llegar al hombro izquierdo. Tenia las costillas cubiertas por un apretado vendaje, pero la parte superior del torax y los hombros estaban al descubierto, con la sabana blanca a la altura de las axilas. La densa mata de pelo oscuro que le cubria el ancho torax hizo cosquillas a Hayley en las yemas de los dedos cuando le paso el pano por el pecho. Mientras deslizaba la mirada por su larga figura, noto que se le calentaba la cara al recordar la vision de aquel cuerpo, que ella sabia desnudo, bajo la sabana.
Ayudada por Grimsley y Winston, Hayley habia quitado al herido los restos de las ropas, sucias y destrozadas, la noche en que lo habian llevado a casa. Hayley conocia bien la anatomia masculina. Habia criado a sus hermanos menores, un par de traviesos muchachos a quienes hasta hacia poco les encantaba nadar desnudos en el lago.
Sin embargo, existia una notable diferencia entre los cuerpos adolescentes y juveniles de sus hermanos y el del hombre que estaba acostado en la cama de su padre. Tras la primera noche, Grimsley o Winston se habian encargado de la higiene intima del herido, pero Hayley no podia quitarse de la cabeza la vision de su cuerpo desnudo. Incluso cubierto de rasgunos y moraduras, era hermoso, como un dios griego esculpido en marmol. Escultural, musculoso y perfectamente formado.
Forzandose a abandonar aquellos turbadores pensamientos, Hayley cambio a su paciente el vendaje que le cubria la herida del brazo. Era una estupidez encontrar atractivo a aquel desconocido. El pertenecia a otro lugar. Sin duda, su familia estaria muy preocupada por el. Hasta era posible que estuviera casado, aunque no llevaba anillo.
Hayley se dio un toque de atencion a si misma. Hacia tres anos que no sentia el menor interes por un hombre. Pero no se podia permitir hacerse falsas ilusiones, habiendo aprendido hacia mucho tiempo la inutilidad de desear cosas que uno no puede tener.
Se abrio la puerta y Pamela entro en la habitacion con una bandeja donde llevaba el te y la cena de Hayley. Ante la atenta mirada de su hermana, Hayley se sento en el sofa y dio un mordisco a un apetitoso pastel de carne. Cuando dio un sorbo al te, se le escapo un suspiro de placer. El reconfortante consuelo de la comida y la bebida se filtro hasta sus cansados huesos.
– ?Como estan los ninos? -pregunto Hayley.
Pamela sonrio.
– Bien. Revoltosos y ruidosos, pero bien.
– ?Revoltosos? ?Ruidosos? ?No me lo puedo creer!
– ?Seguro que no! -contesto Pamela con un resoplido nada femenino-. La excursion que hemos hecho hoy los ha dejado completamente agotados, gracias a Dios. Creo que voy a organizar otra para manana.
Una oleada de ternura estremecio el alma de Hayley. Encontraba la energia de sus hermanos agotadora y enternecedora al mismo tiempo.
– Es una magnifica idea. Una larga excursion podria irles muy bien, y a ti tambien.
– Ya lo creo. ?Querras acompanarnos? Te ira bien un poco de aire puro.
Hayley nego con la cabeza.
– Por ahora, mi lugar es este. -Bajo la mirada y observo con preocupacion al herido-. Miralo, Pamela. Es tan corpulento y tan fuerte, pero esta tan grave y parece tan indefenso. Se me parte el corazon al verlo ahi estirado, tan quieto, como si estuviera muerto. Me recuerda a cuando mama y papa… -Su voz se quebro y se desvanecio poco a poco mientras una lagrima resbalaba por su mejilla.
Pamela se acerco a Hayley, le cogio las manos y se las apreto fuertemente en un gesto de consuelo.
– Oh, Hayley…, esto debe de ser muy duro para ti, pero estas haciendo todo lo que puedes…, todo lo humanamente posible, como hiciste con mama y con papa.
– Los dos murieron -susurro Hayley, consternada al darse cuenta de que se le habia escapado una lagrima. No queria llorar. Odiaba llorar. Pero noto que otra lagrima caliente le resbalaba por la mejilla.
– Pero no por tu culpa -dijo Pamela energicamente-. Fue la voluntad de Dios.
Hayley lucho contra la oleada de pena y casi de puro terror que amenazaba con engullirla.
– No quiero que se muera, Pamela.
Pamela se arrodillo delante de Hayley y la abrazo.
– Por supuesto que no quieres que muera. Todos queremos que viva. Pero eso es algo que esta en manos de Dios, Hayley. Confia en El y acata su voluntad. Y, mientras tanto, tu no debes enfermar. Nosotros tambien te necesitamos. Por ahora, nos estamos defendiendo, pero no podremos seguir adelante sin ti durante mucho mas tiempo.
Hayley contuvo las lagrimas y se forzo a hacer tres inspiraciones lentas y profundas. Cuando hubo controlado suficientemente sus emociones, se solto del abrazo de Pamela y consiguio esbozar una leve sonrisa.
– En cuanto el mejore.
– Lo se. -Pamela sonrio con ternura-. Estoy convencida de que solo por tu testarudez veremos a ese hombre curado. Sabe Dios que eso es lo que nos mantiene al resto a raya. Pero te echamos de menos. Callie dice que sus meriendas con pastas y te no son lo mismo sin ti, y Andrew y Nathan se pelean a menudo si tu no estas para poner paz. Ademas, entre lo mal que ve Grimsley, las palabrotas de Winston, lo mal que oye tia Olivia y las protestas de Pierre, me temo que mi salud mental esta en grave peligro. No quiero preocuparte, pero me temo